El desafío de la virtualidad: ¿qué recursos usan los docentes para motivar a los chicos a través de las pantallas?
Obras de teatro, juegos, pausas activas, y talleres con referentes sociales son algunas de las herramientas a las que apuestan las escuelas para ganar la atención de los alumnos y fijar los conocimientos
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“La educación es un hecho vincular, aprendemos con otros. El vínculo que se establece con el docente es el puente que tienen los alumnos para relacionarse con los aprendizajes y con los contenidos”, explica Giannina Geronimi, psicóloga institucional del St. George’s College, en Quilmes, que volvió a la presencialidad el 14 pasado después de dos meses de virtualidad, bajo un sistema bimodal.
Esa relación se ve alterada sin la presencia física de docentes y alumnos. Así lo explica Elena Papadópulos, directora del Colegio Nuestra Señora de Luján, en Pilar, que también regresó a las aulas a mediados del mes pasado bajo un sistema bimodal. Ella considera que, para internalizar un conocimiento, se necesita motivación, interacción, intercambio de ideas, de opiniones, debates y, fundamentalmente, el estar cerca. “Allí se genera ese vínculo afectivo que hace que los chicos encuentren ganas de aprender”, afirma.
Frente a esta realidad, los especialistas consultados por LA NACIÓN indican que, la experiencia de la virtualidad, provocó que los docentes debieron buscar alternativas pedagógicas para ganar la atención de los alumnos, como la enseñanza a través de obras de teatro, de juegos y de talleres con referentes sociales
Según explica Gabriela Azar, directora del departamento de Educación de la Universidad Católica Argentina (UCA), la nueva vinculación a distancia que se vio durante todo el año pasado y continúa en aquellas escuelas que siguen un formato de bimodalidad y en los establecimientos de áreas geográficas con un alto índice de contagios que aún no retomaron la presencialidad, requiere intensificar el desarrollo de habilidades socioemocionales que ayuden a que los chicos se sientan motivados, y sostenidos. Así, los docentes despliegan nuevos recursos para acercarse a los alumnos y facilitar el aprendizaje. “Previo a cada inicio de clase les pedimos a los chicos que nos cuenten cómo están, si tuvieron alguna dificultad con alguno de los temas que estamos viendo, cómo está su familia. Luego ponemos en claro cómo será la clase, cuáles serán los hilos conductores que les permitirán anticipar lo que haremos, lo que genera cierta tranquilidad y seguridad. También, durante la clase, hacemos pausas activas usando herramientas digitales como Mentimeter, que permite que todos los estudiantes en tiempo real en un espacio sincrónico a través de una plataforma puedan expresar sensaciones, sentimientos, dudas, inquietudes, valoraciones, retroalimentaciones”, explica Azar.
La directora del Colegio José Hernández, en Merlo, Silvia Fernández, también considera que el vínculo cambió, aunque hoy asistan a la escuela bajo un sistema bimodal. “La palabra, los ruidos propios del ambiente, las rutinas y hábitos que se generan en lo presencial no se sostienen en lo virtual. El vínculo se reinventó forzosamente, no existe proceso de enseñanza y aprendizaje sin un canal de comunicación entre docente y alumno”, argumenta. También señala que, durante las clases virtuales, el colegio utiliza distintos recursos para generar un mayor interés “por ejemplo, en el nivel inicial se realizan obras de teatro protagonizadas por el plantel del colegio, y se intensificaron momentos de títeres, talleres de pintura y literarios”, aclara. Mientras que en el secundario se realizan talleres y charlas con invitados especiales como historiadores, referentes de ONG, “y todo tipo de actores sociales que enriquecen el aprendizaje”, cuenta la directora del José Hernández.
Así lo cree Galo Méndez, alumno de cuarto año de esa escuela: “Me gustaron las charlas que se organizaron, sobre todo me enganché con la de orientación vocacional y la de fake news. . Además, me ayudó para ver posibles carreras para mi futuro y para ‘engacharme’ más con materias como Nuevas tecnologías de la información y conectividad y con literatura”. Para Fátima Couthinio, alumna de tercer año de ese colegio, “las charlas virtuales fueron entretenidas e interesantes porque para chicos de nuestra edad son temas sobre los que tenemos que estar informados. Mis talleres favoritos fueron sobre Educación Sexual Integral y los talleres ambientales, porque no solo me sirvieron para informarme sino para poder realizar los trabajos sobre esos temas que tuvimos en distintas materias”.
Motivación
Según analiza Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) y de la Junta Nacional de Enseñanza Privada (Junep), el trabajo virtual se encuentra atravesado por innumerables factores. “La virtualidad demanda una dosis mayor de motivación, liderazgo y empatía por parte de los docentes, que se sitúen en el lugar del estudiante y sus posibles limitantes, tecnológicas, hogareñas, posibles factores de distracción”, afirma.
Geronimi considera que el principal desafío es que hoy se tiene que identificar y trabajar más sobre el vínculo maestros y alumnos. “Los docentes trabajan mucho en poner en palabras cómo están ellos y sus alumnos”, dice. Otro punto importante es lo que llama la retroalimentación positiva, que ayuda a reconocer errores, pero también a valorar los logros. Esto genera un aumento de la confianza, la autoestima y es un motor directo para estar más motivados y querer aprender más.
Andrea Fernández Pandolfo, docente de Educación emocional y social del St. George’s College Norte, en Los Polvorines, indica que durante los encuentros virtuales los profesores brindaron espacio para que los chicos pudieran contar sus emociones y eso enriqueció mucho el vínculo. “Se trabajó mucho en equipo, entre los docentes compartiendo las herramientas que cada uno había encontrado y les habían sido útiles”, señala. Por ejemplo, cuenta que en materias como Matemática implementaron que en algunas clases los alumnos se convirtieran en los maestros y grabaran videos explicando un tema. O en Educación física, de a dos alumnos, armaban una rutina para dar la clase y rotaban de semana a semana, siempre con supervisión de los profesores. “También implementamos mucho el juego en plataformas y otro recurso, sobre todo durante el año pasado, fue hacer que estudiaran en grupo conectados. Esto sirvió para que aquellos chicos que estaban ´bajoneados´ y aburridos se engancharan más. Se dieron cuenta que, si bien cada uno hacía su tarea, tenían al otro en línea, se preguntaban algo, hacían algún chiste, les resultaba más ameno. La principal estrategia fue la creatividad para encontrar una nueva forma de relacionarnos”, concluye.