El derecho a disfrutar de las vacaciones
En esta época muchos de nosotros estamos esperando que llegue el momento de poder desconectarnos y disfrutar de nuestras tan ansiadas vacaciones después de un año de trabajo intenso. Algunos tendremos la suerte de viajar y de disfrutar de algún hermoso paraje que ofrece nuestro generoso país, sea de mar y playa, lagos y montañas, pasturas, selva, glaciares, etc.; otros visitarán pueblos, ciudades, familiares; otros viajarán más lejos, y otros se quedarán en sus casas descansando. Esta actividad que para muchos de nosotros es natural y necesaria, para muchos otros es un sueño imposible. Me refiero específicamente a muchas personas con discapacidad o las familias de algunos niños con discapacidad, quienes se encuentran con múltiples barreras a la hora de ejercer su derecho de tomarse vacaciones.
Las barreras pueden ser múltiples. Por ejemplo, varios medios de transporte no son del todo accesibles o las personas que trabajan en dichos medios de transporte no están del todo preparados para brindar los apoyos necesarios. Históricamente las personas con discapacidad han tenido dificultades para abordar colectivos o aviones, y se han encontrado no sólo con estos problemas de accesibilidad y de falta de manejo por parte de la tripulación, sino también con algunas miradas cargadas de prejuicio y estigmatización, como si el derecho a viajar fuera de solo unos pocos. Las barreras las podemos seguir encontrando en los lugares donde se alojan las personas (donde a veces aparecen quejas de otras personas alojadas en el mismo lugar, o donde no hay rampas o baños accesibles), en los lugares donde comen (los restoranes suelen ser difíciles), en las tiendas (donde la compra de un “souvenir” puede ser un hito inalcanzable), en los circuitos turísticos tanto naturales (parques nacionales y maravillas naturales que abundan en nuestro país pero que a veces no son tan accesibles para algunas personas) como culturales (imaginen la experiencia de una persona sorda, ciega o con discapacidad intelectual yendo a un museo, a un centro cultural), en las actividades de ocio y recreación (imaginar teatros, cines, recitales, piletas, playas, colonias)… Muchas familias se han pasado años sin disfrutar de las vacaciones por haberse encontrado con barreras infranqueables a la hora de viajar o de descansar. Imagínense el estrés de estas familias. Imagínense el no tener la posibilidad de contar con un respiro de vez en cuando.
Afortunadamente van aflorando algunas iniciativas valiosas como por ejemplo la 4ta edición de la Guía de Turismo Accesible que hizo COPIDIS junto al Ente de Turismo en la ciudad de Buenos Aires, que brinda información de utilidad sobre accesibilidad en la ciudad para personas con discapacidad. O iniciativas como “Entiendo mi ciudad con pictos y mi ciudad me entiende a mí” que se está llevando a cabo en Río Grande, Tierra del Fuego, y que implica el uso de claves visuales en los lugares públicos, para favorecer la autonomía de personas con autismo. Estas iniciativas se pueden replicar en otros lugares. ¿Qué necesitamos hacer como sociedad para que más personas puedan disfrutar de su derecho a descansar, a disfrutar, a viajar, a conocer nuevos lugares, etc.? Como ciudadanos comunes, podemos aprender sobre accesibilidad, sobre apoyos, sobre cómo promover que nuestras comunidades y los lugares que visitamos sean cada vez más accesibles, para que en el futuro más personas puedan disfrutar de visitar estos lugares. Y por sobre todas las cosas, podemos ser amables cuando nos crucemos con personas con discapacidad y preguntarles si necesitan algún tipo de ayuda. Es algo muy simple, pero que hace toda la diferencia. ¡Disfrutables vacaciones para todos!