El dato menos conocido (y más sensible) del proceso de clonación de caballos
Los deportes y asociaciones de criadores que admiten la clonación no son pocos en el mundo, pero tiene sus detractores principalmente por el origen de los óvulos utilizados
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En 2010, el primer clon obtenido con éxito de una yegua argentina de polo fue vendido en un remate por la suma de 800.000 dólares. Trece años más tarde, hace dos semanas, moría esa yegua, la Dolfina Cuartetera, la mejor e indiscutida en la historia de ese deporte.
La Cuartetera perteneció a quien se considera el mejor jugador de polo de todos los tiempos, Adolfo Cambiaso, y murió a los 22 años en su campo, habiendo dejado más de veinte clones en herencia. La mitad de ellos son jugados hoy también por Cambiaso.
El agradecimiento del polista y su familia en las redes circuló por todos los portales. Cambiaso ha llegado a jugar siete clones de la famosa yegua en un mismo partido, algo que lo hace imbatible, si de estar bien montados se habla. Cuando juegan, los clones son nombrados con números: clon 06, clon 08, y así. No tienen nombre; son clones, una extensión de la mítica yegua.
Los deportes y asociaciones de criadores de caballos que admiten la clonación no son pocos en el mundo. Además del polo, en disciplinas como el salto la clonación está aceptada, mientras que en la Asociación de Criadores de Caballos Árabes –con los que se hacen competencias de endurance– también se permite el procedimiento. Fueron asimismo clonados ejemplares para jineteadas, mientras que en los caballos de carrera está prohibida.
Pero la clonación también tiene sus detractores dentro del ambiente del polo, amén de los criadores de caballos de otras razas, por no hablar de aquellos que se dedican a proteger a los animales.
¿Por qué? Por un lado, “la clonación potencia a las crías industriales por sobre las crías chicas. Yo era partidario de que no se permitiera la clonación”, sostiene uno de los más prestigiosos criadores de caballos de polo, quien prefiere mantenerse en el anonimato, como varias fuentes consultadas para esta nota. “Ahora ya es imparable y tenemos que adaptarnos a lo que hay”, afirma.
Por otro lado, uno de los datos menos conocidos del procedimiento es que para clonar un caballo se necesitan óvulos frescos que, en la mayoría de los casos, se obtienen de los frigoríficos de caballos. “Al principio, íbamos a los frigoríficos y esperábamos la faenada para llevarnos los ovarios en un termito común, adonde los guardábamos refrigerados. Y desde allí, directo al laboratorio. Cuanto más rápido lo hacías, mejor era, por eso esperábamos ahí mismo, para que fueran frescos –recuerda una veterinaria que también pide reserva de su nombre–. Se obtenían gratis en los frigoríficos, pues el negocio de ellos era la carne, que se exporta en su totalidad”.
El rol de los frigoríficos
Los argentinos no comemos carne de caballo, pero gran parte de los caballos descartados de todas las disciplinas van al frigorífico cuando son defectuosos o no sirven más. Los caballos faenados en frigoríficos suman aproximadamente 100.000 por año. Hoy los frigoríficos venden, además de la carne, crines, cuero y los óvulos, lo que se ha convertido en un negocio más para ellos.
Lo cierto es que para realizar una clonación, se necesitan muchos óvulos. Al principio se necesitaban más de veinte para lograr un solo clon. “A medida que la técnica se vuelve más eficiente, se necesitan menor cantidad de óvulos, y por lo tanto menos yeguas muertas”, explica otra veterinaria experimentada en clonación que trabajó durante algunos años en uno de los tres laboratorios que funcionan en la Argentina.
“Los óvulos se pueden obtener de una yegua viva, pero es un método mucho menos eficiente, y en consecuencia más caro. Se usa muy poco –agrega–. Esa técnica se hace aspirando los folículos de yeguas vivas después de haberlas estimulado hormonalmente, como se hace con las mujeres cuando para una fertilización in vitro. Pero las yeguas no responden demasiado bien a la estimulación hormonal, como sucede en otras especies”.
¿Cómo es la técnica para clonar un caballo en Argentina? “Primero se obtienen células de la yegua o el caballo que se quiera clonar”, detalla la veterinaria, aclarando que lo hace de una manera sencilla para que resulte fácil comprender este procedimiento, que cambia y se perfecciona día a día. “Algunos de los veterinarios obtienen células adiposas y otros las sacan de la médula del donante (yegua o caballo). Esto se hace mediante una biopsia superficial y sencilla que al animal no le molesta, es casi como una inyección. Esas células se ponen a cultivar. Se sacan cien con el fin de obtener millones para formar una línea celular. Luego se congelan y se dejan en stock. Eso es una parte”, describe.
“La otra parte es más complicada. Necesitás ovarios, para obtener óvulos u ovocitos, y estos se consiguen en los frigoríficos de caballos. Una vez en el laboratorio, se le extrae el líquido folicular a los ovocitos mediante una jeringa. Se hace un tratamiento y luego los ovocitos se introducen en una incubadora”, continúa.
Una vez que maduraron, en cinco a siete días, y luego de algunos procedimientos los ovocitos están listos para ser enucleados. “El ovocito venía con su información genética en el núcleo. Lo que se hace en la práctica, sencillamente explicado, es insertar el ADN de la yegua o el caballo que se quiera clonar en ese ovocito, una vez que el núcleo esta en cero (sin la información genética original). Entonces recibe la información de las células que se le extrajeron al animal que se desea clonar. Mediante procesos químicos, dejará de ser un ovocito para transformarse en un embrión con la información de la Cuartetera, la Lapa o la Small Pearson, solo para citar algunas de las mejores yeguas clonadas”, señala.
“Durante seis a ocho días aproximadamente estará en una incubadora, y luego ese embrión será transferido a una yegua receptora que es quien hará la gestación para que las yeguas buenas, que sirven y que están jugando, no tengan que interrumpir la temporada de polo. De esa manera, pueden nacer los clones que uno quisiera, de una yegua o caballo muy buenos, sin prejuicio alguno para ellos o sus jinetes”, concluye.
Al ser consultado uno de los tres laboratorios de clonación que existen en nuestro país, el encargado de la parte comercial, quien también pide reserva de su identidad, afirma: “Sí, es cierto, por un lado se usan los descartes. Nosotros lo hacemos, es una alternativa a la tecnología. La Argentina tiene el beneficio del ser el mayor exportador de carne. No se matan animales para clonar. Tampoco darían los números para faenar animales solo para clonar. Se faenan para carne, y el descarte se vende para la clonación”.
“Lo increíble de esto –sigue– es que volvés a traer a la vida a una yegua muerta. Para el criador es una herramienta poderosa. Además, gracias a la clonación hay menos descarte de caballos: al haber más información genética, las chances de que haya descarte es menor y esto mejora el promedio de la cría”. Y ejemplifica: “Antes, por decirte, criabas diez caballos y descartabas tres. Ahora a veces no descartás ninguno. Las chances de que salgan caballos de polo que sirvan es mayor. Antes, tenías que esperar a que la yegua o caballo dejara de competir, y con suerte le sacabas una cría por año. Luego empezó la transferencia embrionaria con las receptoras y le sacabas cuatro crías por año. Con la clonación podés hacer muchos al mismo tiempo”.
Opiniones
El primer caballo clonado en la Argentina fue un criollo, que todavía vive pastando en un campo, pero nunca más volvió a hacerse un clon de esa raza. Consultado por LA NACION, Luis Etchebehere, presidente de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos, afirmó: “La clonación es una herramienta de los criadores. La clonación repite genéticamente un animal. Yo prefiero sonar fórmulas, alquimias, y con algo siempre mejor. A los polistas, que viven de su profesión, les interesa que el caballo juegue bien al polo. Lo nuestro pasa más por el corazón”.
Por su parte, Santiago Ballester, presidente de la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo, respondió: “La asociación promueve e impulsa la inseminación artificial, la transferencia embrionaria y toda otra técnica que conduzca a lograr un mejor caballo de polo, seleccionado por aptitud, donde la clonación está incluida. Este mes pasado, muere la Dolfina Cuartetera, yegua emblemática de Cambiaso, con quien formó el binomio más famoso de la historia del polo. Ella es sin duda la yegua que representa de manera más genuina el espíritu fundacional de nuestra asociación, habiendo sido votada primera en el Salón de la Fama, y pudo ser continuada por sus clones de manera exitosa, con premios en muchos de los torneos que se presentaron”. Contactado, Adolfo Cambiaso prefirió no hacer comentarios.
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