El cuidado femenino y su impacto en el medioambiente, una preocupación latente
Distintas representantes de los sectores público y privado coincidieron en una conversatorio sobre la gestión menstrual en la Argentina. Qué lugar ocupan esos residuos a nivel global
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En el marco de la Semana de la Mujer, se llevó adelante un conversatorio de primer nivel sobre Gestión Menstrual con importantes referentes de distintos sectores de la sociedad. En dicho encuentro se abordaron múltiples aristas e impactos de la temática así como también la necesidad de avanzar en una estrategia nacional que la aborde como una cuestión de salud pública e incorpore la perspectiva ambiental.
Este miércoles se llevó a cabo un conversatorio en el que se abordó la gestión menstrual como un factor histórico de desigualdad social y como un tema que necesita una imperiosa respuesta por parte del Estado. Del encuentro participaron distintos referentes de los poderes legislativo y ejecutivo, de la salud activistas por el medioambiente.
Las diputadas nacionales Camila Crescimbeni (Juntos por el Cambio) y Daniela Vilar (Frente de Todos), la subsecretaria de Inclusión e Integración Social del ministerio de Desarrollo Social de la Nación, Micaela Ferraro; la creadora de “Viva La Copita”, Carolina Zotta; la médica ginecóloga Sandra Magirena; y la presidenta de Meluna Argentina, Florencia Carbajal, expresaron sus puntos de vista e instaron a la aplicación de una gestión menstrual sostenible.
“Los protectores diarios modifican el ph vaginal, los tampones tienen sustancias que alteran la composición química de la sangre de la mujer y pueden ser absorbidos por el organismo y confundir las hormonas naturales que tienen las mujeres. El tampón también altera la oxigenación de la vagina y puede hacer que proliferen colonias bacterianas”, explicó Magirena. Además, como promotora de productos sustentables como la copa menstrual, toallitas y protectores reutilizables, entre otros, la médica afirmó que el sistema político debe incorporarlos al sistema médico. De esa manera, se podrá comenzar a realizar una cambio de paradigma que privilegie la perspectiva de género.
Número alarmantes también respaldan la necesidad de un cambio hacia productos sustentables. De acuerdo con estimaciones locales, por año se arrojan toneladas de residuos sin tratamiento previo que terminan en rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto. Asimismo, los residuos de gestión menstrual también se posicionan como el quinto contaminante de los océanos a nivel mundial.
Crescimbeni y Vilar coincidieron en la necesidad de transversalizar la perspectiva de género en el Estado realizando esfuerzos sistemáticos para que la elaboración y ejecución de políticas públicas en cada una de las áreas de gobierno apunten a disminuir las brechas. Respecto a la gestión menstrual sostenible y al trabajo interpartidario e intergeneracional que se viene dando en la esfera de la plano político, Crescimbeni remarcó la necesidad de visibilizar temas que son históricos pero que están poco transitados desde el punto de vista de la gestión de la salud pública “Este tema no es irrelevante para hablar, ni es secundario: tiene que ver con la desigualdad social y de género”, sostuvo.
“La gestión menstrual tiene un costo tanto en la salud, en la economía, en el ambiente; y es un factor extra de desigualdad para las personas menstruantes que está invisibilizado. Festejamos y celebramos este espacio de justicia menstrual para poder generar políticas públicas”, afirmo Vilar en la misma línea.
Ferraro sostuvo que es imperioso que las iniciativas y proyectos se convierten en leyes para que las políticas se sigan cumpliendo, sin importar quien gobierne. Asimismo, reflexionó sobre el impacto ambiental que tiene los residuos de productos industrializados: “Crecimos pensando que el acceso a los productos industrializados era un logro [...] Esto que parecía un logro, que nos da la libertad de no lavar pañales ni toallitas, no nos dimos cuenta del enorme impacto que tenía en nuestro planeta”.
A su turno, Zotta abordó la temática desde lo educacional e destacó la importancia de acompañar las políticas públicas en torno a la gestión menstrual sostenible mediante formación y propuestas concretas que tomen en consideración los diversos factores contextuales que hacen a la realidad de la Argentina. En coincidencia con su par, Carbajal invitó a pensar a escala global: “Hay que entender la problemática para poder responder localmente a través de políticas públicas territoriales. Esto es algo que va mucho más allá de lo ecológico, también debe ser viable en lo económico y equitativo en lo social, proponiendo una transición que no vulnere derechos, respetando el deseo y los tiempos de cada mujer”.
El conversatorio concluyó con una puesta en común, una conclusión que pone de manifiesto la urgencia de avanzar hacia un cambio de paradigma en el que la perspectiva de género, la conciencia social, la educación y el esfuerzo conjunto sean sus pilares fundamentales. Un plan nacional de gestión menstrual que contemple todos y cada uno de los aspectos mencionados.
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