El Cuaderno de Nippur, el libro que una madre le dejó a su hijo antes de morir
Esta semana, con #el_amor como tópico, entrevistamos a Sebastián Corona, marido de la autora María Vázquez, que fue diagnosticada de cáncer y murió el 21 de abril último; un libro entrañable que nació como un legado, y hoy es un éxito
Mamá te ama con el corazón como la cerda a su cerditos. No, mentira, infinito punto rojo, hasta el cielo ida y vuelta y más. Es un amor que dura para siempre, como el agua, el fuego, la tierra y el aire. Y aunque mamá no esté ese amor va a existir igual para siempre, siempre, siempre, siempre, siempre.
Nippur cumplió cuatro años hace una semana. El sábado pasado festejó y sopló las velitas junto a su familia, y entre tantos regalos que recibió hay uno que atesorará para toda su vida. Un libro. El Cuaderno de Nippur (de editorial Planeta), que aunque no fue pensado originalmente con el fin de publicarse ya agotó su primera edición y otras dos están aseguradas para diciembre próximo. Su autora es María Vázquez, la mamá de Nippur, que murió el 21 de abril último luego de enfrentar un cáncer.
Cuenta su marido, Sebastián Corona, que dos días después de haber sido operada -y ante los pronósticos que no eran buenos- él le dio ese cuaderno porque ella quería escribir todo lo que estaba pasando.
Y todo, de letra y puño de María, quedó escrito allí. Su enfermedad, su historia, la de su familia. El amor por su hijo, los deseos de una vida feliz, los consejos, la alegría de compartir esos pequeños momentos cotidianos y la tristeza, también, de no estar "físicamente" para verlo crecer.
La intención de ese cuaderno, dice Sebastián a LA NACION, era dejar un legado para Nippur, pero jamás con la intención de publicarse. Fueron dos amigas de María, que leyeron el cuaderno mientras ella estaba internada, las que tuvieron la idea. "Tanto le gustó que le pidieron permiso para presentarlo en editoriales, y ella aceptó encantada", confiesa Sebastián.
La obra póstuma llegó a manos de Nippur. "De a poco se lo le iré mostrando. Es para toda la vida, no hay ningún apuro", acierta su papá. En definitiva, eso quería María. Deseo cumplido.
-¿Cuál fue te primera reacción al ver el libro impreso?
-Lo primero, apenas lo agarré, fue llorar mal. Recién ahí me di cuenta de la razón que tuve al poner en los agradecimientos que "esto que tenés en tus manos es un sueño". Ver que habíamos cumplido el desafío, que de verdad salió la reproducción lo más exacta posible del cuaderno original. Pensar en lo que sentiría Marie, que amaba leer. Ese olor a libro nuevo... Y bueno: verlo en las vidrieras, en los medios, multiplicado al infinito en la Web, a mí me resulta surrealista. Todavía no caigo.
-¿Te sorprendió tanta repercusión casi de manera inmediata?
-Nadie se lo esperaba. Ni la gente de Planeta. Para la editorial, me consta, fue una jugada audaz, un gusto, un lujo así "de culto". Y a Marie y a mí nos hacía ilusión por el nene. ¡Imaginate cuando alguna mina se le resista y le regale un libro!, decíamos. De eso se trataba: que pueda decir mi mamá se me murió, pero ¡miren lo que me dejó! Eso era el cuaderno, y como libro se potencia mucho más. Con que se editara era suficiente, quedaba cumplido. Pero este fenómeno masivo estaba fuera de todo cálculo.
-El libro es un legado a Nippur y sus seres más queridos, ¿Por qué creés que muchos pueden identificarse con el texto?
Bueno, lo tengo que creer a la fuerza, es un hecho. Me parece que la historia tan poderosa que lo precede atrae, convoca, pero si fuera eso solo no pasaría todo esto que pasa. Al abrir el libro y recorrerlo sucede algo más, algo profundo. Sacude a todo el mundo. Y yo no soy quién para explicar eso. No escribí el libro ni tampoco soy precisamente un lector imparcial. Es al revés: necesitamos que los demás nos expliquen a nosotros por qué también les llega al alma. Con las amigas de Marie abrimos una cuenta en Facebook del libro para eso, para que nos cuenten. La respuesta es increíble.
-María se había hecho conocida en Twitter al contar la historia de su enfermedad y su forma de encarar el tema, sin dramatismo, incluso con humor. Eso se refleja también en las páginas del libro. ¿Quería que así la recordaran?
Nunca le importó eso. Los que la conocíamos sabíamos que ella no pensaba en su imagen pública ni en la posteridad. Lo único que hizo fue mantenerse fiel a su estilo de toda la vida, hasta el final. Lo que sí la torturaba, de ahí el cuaderno, era la necesidad de que Nippur la conozca, la entienda, y sienta por siempre el tremendo amor que le tenía. No, perdón, que le tiene. Eso no muere nunca.
-¿Leíste ya algunas páginas con Nippur o aún no es el momento?
-Es muy chiquito. El cuaderno iba a quedar guardado hasta que supiera leer. Ahora sabe (no sé cuánto entiende) que hay un libro escrito por la mamá para él, pero todavía es medio destrozón y me da infarto ponérselo en las manos aunque no sea el original. De a poco le iré mostrando. Es para toda la vida, no hay ningún apuro.
-¿Podrías elegir un sólo párrafo?
-Qué mala suerte enfermarse así. Extraño salir a pasear con vos y pasar media hora con cada cosa. A veces salimos sin rumbo (...) Extraño esto más que nada. Ojalá pueda volver a hacerlo pero, si no puedo, quiero que sepas que fueron los momentos más felices de mi vida. Y te amo.
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