El crimen descabeza a la barra brava de Estudiantes
Sus principales cabecillas fueron asesinados o están presos.
LA PLATA.- Con la muerte, en un tiroteo con la policía, de Pablo Prado, de 30 años, un delincuente que estaba prófugo desde hace más de cuatro meses, tras violar el régimen de salida laboral que le había permitido dejar transitoriamente el penal de Olmos, quedó prácticamente agotada la dirigencia activa de la barra brava del club Estudiantes de La Plata.
Ahora, de esa pesada pincharrata unos están muertos, otros bajo proceso judicial y los demás condenados por el homicidio de José Luis Cabezas.
Pero Pablo Sergio Prado Wintencam no es sólo un barrabrava menos:es, además, uno de los 17 presos que en 1999, como admitió el ministro de Justicia bonaerense, Jorge Casanovas, fueron beneficiados con salidas temporales de la cárcel y jamás regresaron.
Prado murió en la noche del viernes último, cuando intentó robar a mano armada -con un cómplice que se fugó- la pizzería La Nueva Galli, en Lacarra 41, de Avellaneda.
En el lugar, y de civil, estaba el sargento Francisco Russo, del Comando de Patrullas de Lomas de Zamora, que se cruzó a tiros con los ladrones, con el resultado conocido.
En la morgue quedó un cadáver que nadie reclamó hasta que fue reconocido por un hermano. Prado tenía encima la documentación que dos meses antes había robado a un joven vecino, Rubén Darío Ceballos.
Como se dijo, al morir, el hombre estaba prófugo: en noviembre último salió de Olmos bajo el régimen de salida laboral y no volvió más.
Tras nueve meses de prisión por tenencia de armas de guerra y robo calificado, el juez Guillermo Atencio le había otorgado una morigeración de condena -prevista en el Código Procesal- para trabajar en una vidriería de Villa Elisa, donde se había desempeñado durante 10 años.
Prado había sido visto en varios asaltos entre noviembre y el viernes último. Casanovas confirmó a La Nación que el barrabrava era uno de la lista de los 17 prófugos salidos con permiso judicial: "Con éste ya son tres los prófugos muertos y hay cuatro que fueron recapturados", dijo.
Destino
Pablo Prado era, en realidad, un sobreviviente: el 11 de marzo de 1995 iba con un grupo de hinchas, en colectivo, hacia Tucumán. Estudiantes jugaba con Atlético, de esa provincia.
En el contingente también viajaba Omar Alonso, alias El Ache, hombre malo de un grupo opuesto al que lideraba Prado.
No llegaron muy lejos. A la salida de La Plata hubo un tiroteo: Prado acertó cinco disparos sobre El Ache, que, en honor a su fama, ni se murió ni señaló a su atacante ante los investigadores del caso.
Testigo de ese suceso fue Héctor Miguel Retana, hoy condenado por el crimen de José Luis Cabezas.
En su recuperación, Alonso preparó la venganza. El 10 de mayo de 1995 se ocultó en un quiosco y, desde allí, tiró cinco tiros sobre un grupo en el que estaban Prado (el objetivo), el taxista Carlos Benini y una joven.
Prado recibió dos disparos y sobrevivió. Benini, ajeno a todo, murió de tres tiros. Recuperado, Prado se dio tiempo para amenazar con un arma al ex entrenador de Estudiantes Daniel Córdoba, porque se había negado a prestarle su automóvil.
Hoy, El Ache Alonso está en Olmos, condenado a 14 años de prisión.
El resto
Hoy, un lugarteniente del fallecido Prado es juzgado oralmente en la Cámara del Crimen local por la muerte a tiros del joven Martín Orelli, antes del partido entre Gimnasia y Esgrima y Estudiantes, el 17 de diciembre de 1995. Es Cristian Albornoz, de 28 años, alias Jason, cómplice de Prado en varios robos.
Ese domingo, el clásico se jugaba en la cancha de Gimnasia. Por un acuerdo entre dirigentes, el entonces presidente de Estudiantes, Daniel de la Fuente, se comprometió a no permitir salidas desde el buffet de su club. No ocurrió así. El grupo, después de beber en abundancia e ingerir drogas, salió a "matar triperos" y, en ese ataque, Orelli, de 18 años, un pacífico asistente, quedó muerto de un tiro en la cabeza.
Entre el grupo de violentos estaban el mencionado Retana, Sergio Gustavo González, José Luis Auge y Horacio Anselmo Braga, todos condenados como partícipes en el asesinato de Cabezas, el 25 de enero de 1997, en una cava cercana a Pinamar.
Más aún: es fama que los cuatro horneros -como se los llamó- "sacaban patente de guapos" en los tablones de la cabecera sobre la calle 55, en la cancha de Estudiantes, jactándose: "Nosotros lo hicimos al fotógrafo y estamos aquí..."