El cóndor andino, un ave longeva con poca tasa reproductiva que ayuda a limpiar las montañas
El cóndor andino o, como indica su nombre científico, el Vultur gryphus, es el ave voladora más grande del mundo. Con las alas desplegadas llegan a medir 3 metros de ancho.
Se trata de un ave carroñera y su rol en el ambiente tiene que ver con la limpieza de los animales muertos en el campo, es decir, no son cazadores, explicó a LA NACION Rayen Estrada, bióloga de la Fundación Bioandina y becaria doctoral de CONICET que fue una de las que viajó a Mendoza para recoger muestras de los cuerpos de las 34 aves y analizar si fueron envenenadas.
“Las aves carroñeras tienen ciertas características como la cabeza sin plumas, las patas sin garras y con un ‘dedo carnicero’ que es el de atrás que no está bien desarrollado. Tienen una pata muy fuerte y poderosa para mantener la carne entre las patas, pero no sirve para hacer un movimiento de retracción”, detalló Estrada para diferenciarlas de otras aves, como las de rapiña.
Son especies muy longevas que pueden vivir muchos años. Según la especialista, se pudo comprobar en cautiverio que llegaron hasta los 75 años. También detalló que son de baja tasa reproductiva y que esta recién comienza alrededor de los 11 años.
“Tienen un huevo cada dos años y en parejas estables donde ambos cuidan del pichón hasta que se puede independizar. El pichón necesita muchos cuidados parentales de ambos. A diferencia de otras aves, estos están muchos meses en el nido y recién al año empiezan a soltarse”, indicó Rayen Estrada y explicó que como esa tasa reproductiva es tan baja, una matanza como la descubierta es preocupante.
La profesional contó que el cóndor Andino es una especie endémica de América del sur y que se encuentran desde Venezuela hasta Tierra del Fuego en la zona de montaña, pre cordillera y cordillera. “Hace más de 100 años los naturalistas habían registrado cóndores en la costa atlántica en la zona de Río Negro en la meseta de Namumcurá que presenta las condiciones para que habite el cóndor. Como estaba extinto en esta zona comenzamos un programa para reinsertarlos”, dijo Estrada.
“Pueden volar hasta 300 kilómetros por día y hasta los 8 mil metros de altura. A fines del 2016 liberamos dos cóndores en Mendoza. Uno llevó un transmisor satelital y pudimos ver que a los pocos días estaba en Chile, después San Juan o el sur de Mendoza. No son aves de una provincia”, explicó la bióloga.
Los cóndores pueden haber sido un “daño colateral”
La bióloga fue una de las profesionales que llegó hasta la zona del hallazgo de los cadáveres para recoger las muestras que son analizadas para determinar si fueron intoxicados y con qué sustancia.
“Es un típico caso de envenenamiento porque encontramos, además de los cóndores, animales domésticos muertos. Dos ovejas, un cordero, una cabra y hasta un puma. Toda la escena te indica que es un caso de envenenamiento de fauna silvestre. Encontrarnos con esa cantidad de animales nuestros es terrible”, aseguró la bióloga.
Si bien los resultados aún no se obtuvieron, para Estrada todo indica que fueron envenenados como sucedió en Jujuy en marzo del año pasado, donde murieron 19 cóndores por tenían Carbofuran, un pesticida, tanto en el buche como en las patas.
“En realidad, estos problemas vienen de conflictos que tienen los dueños de los campos con animales carnívoros. Es muy común que tengan problemas con el puma o el zorro que le matan su ganado. Para tratar de controlar a esas especies, usan estos venenos para matar a esos animales y el cóndor, por su biología de carroñero se ve perjudicado. Es decir, cae en la volteada como daño secundario o de rebote”, dijo la bióloga.
Estrada alertó de los riesgos para la salud humana en estos casos de envenenamiento y pidió que si una persona llega a encontrar cadáveres animales no deben tocarlos, ni acercarse mucho para evitar el contacto con las toxinas que provocaron la mortandad.
Peligro de extinción
Según la categorización del Ministerio de Ambiente de la Nación, el Vultur gryphus, según su nombre técnico, es “susceptible de pasar a la situación de peligro de extinción” y el envenenamiento es una de las causas.
“Entre las principales amenazas figura la exposición a químicos, tal como se sospecha que ocurrió en Malargüe”, explicó Luis Jacome, director del Programa de Conservación del Cóndor Andino. “La segunda es la ingesta de balas de plomo a través de los animales muertos que comen, que los intoxican y mueren. En tercer orden, están los disparos de balas de plomo de la caza furtiva y, por último, los choques contra cables de alta tensión”, añadió. Según indica, estas amanezas pueden revertirse sis se cambia el accionar humano. “Solucionando estas cuatro causas el ave dejaría de estar en peligro”, afirmó.
El año empezó con 34 cóndores menos, que sumados a los 32 muertos a lo largo de 2017 suman una baja de 66 ejemplares en los últimos 13 meses. “Con esto llegamos a un récord mundial de matanza de estos animales”, lamentó Jacome.
Si bien esta ave está protegida por numerosas leyes provinciales y nacionales, su conservación se mantiene en la cuerda floja. “Denunciamos estas cosas hace años –indicó–. No se logra nada, ninguna pena para los responsables. ¿Hasta cuándo se va a poder seguir así?”.
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