"La Argentina no se hizo solo con el cruce de los Andes, tenemos una rica historia naval que pocos conocen", afirma desde el puente de mando del Aviso ARA "Bahía Agradable" su comandante, el capitán de corbeta Guillermo Donadío, de 40 años.
La misión que tiene es patrullar los mares del sur, el Canal Beagle, hacer los relevos de los puestos en Bahía Buen Suceso y Puerto Parry en la Isla de los Estados, y el patrullaje en conjunto de la región antártica con la Armada Chilena, además de participar de la Campaña de Verano en nuestras bases allí. "Nos cuesta aceptar que somos un país marítimo, es clave que estemos presente en los lugares inhóspitos, haciendo soberanía", sostiene.
Donadío pasa la mayor parte del año adentro de este barco. "Existe un conocimiento mutuo: nosotros lo cuidamos a él y él a nosotros", agrega.
"Nos formamos en actividades bélicas", afirma Donadío, cruzando por el puesto de vigilancia chileno en la isla Snipe, a pocas millas de Puerto Williams. "Buena navegación Guillermo", le augura por radio su camarada chileno.
"Tenemos una relación de mucho respeto, podemos navegar en sus aguas y ellos en las nuestras", sostiene. El barco acaba de zarpar del puerto de Ushuaia. Entre sus 80 tripulantes lleva los relevos para los puestos de control y vigilancia del tráfico marino que la Armada tiene en los confines del mapa. "Defendemos los intereses marítimos de la Argentina", dice
Rutinas
La vida en el barco se resume a una serie de rutinas ineludibles. La tradición naval se apoya en ellas: el mar de fondo, el rolido y el cabeceo, los cubiertos en el comedor que se caen, el caminar apoyado por los pasillos en penumbras.
Su esposa con sus cuatro hijos están en Mar del Plata. La vida naval exige sacrificios. "No pude estar para el parto de mi primer hijo", recuerda. A pesar de esto, desde que egresó de la Escuela Naval Militar en el 2001, ha soñado con comandar un buque. "Somos marinos de guerra. Nuestro objetivo es poder adiestrarnos en aquellas actividades de defensa para que en el momento en el que el país lo necesite estemos preparados –dice–. Es complejo porque extrañamos la vida familiar, pero también el mar. Es nuestra vocación".
El canal Beagle presenta dos costas vecinas, en cada una, el mismo paisaje. Pero la Argentina y Chile estuvieron a punto de ir a la guerra por estas rocas solitarias. En 1984 se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre la Argentina y Chile. Las islas Picton, Nueva y Lennox, como todas las que están al sur hasta el Cabo de Hornos pasaron a Chile. La Argentina quedó con la Gable y un puñado de islotes. "En estos lugares recónditos tomás cariño por la patria", dice Donadío. Sus oficiales y suboficiales ocupan sus puestos mientras el buque pasa por las diferentes balizas que señalizan la derrota (recorrido) de salida del Canal Beagle.
En su camarote, Donadío tiene libros que hablan del tema limítrofe y de las historias de cómo se conquistaron estos confines australes. Un cuadro del Almirante Guillermo Brown domina la pequeña sala. "Tenemos que darle una oportunidad a la historia naval, que también hizo nuestro país", se entusiasma. ¿Las Claves? "Enseñarla en las escuelas".
Buque de estación
El ARA Bahía Agradable es un "buque de estación", una nave que llega a cumplir las tareas de patrullaje, relevo y apoyo logístico en el Puerto de la Base Naval de Ushuaia. Depende de la División de Patrullado Marítimo y del Área naval Atlántica. Tiene 81 metros de eslora (largo), su manga (ancho) de 16 y el calado (parte del barco que está debajo de la línea de flotación) de 5 metros. Fondeó en la ciudad del fin del mundo en julio y después de esta navegación, que durará tres días, regresará a Puerto Belgrano para retornar finalmente al puerto militar de Mar del Plata para prepararse para la campaña antártica de verano, que comenzará en noviembre. Mientras esté en Ushuaia también será el buque encargado de acudir al rescate ante un eventual caso SAR.
El SAR (por las palabras en inglés search and rescue) es un operativo combinado de rescate que se activa cuando un barco, avión o persona se creen perdidas en un lugar remoto. El mismo protocolo se aplicó cuando desapareció el ARA "San Juan". Durante el tiempo que el Bahía Agradable esté en el sur, deberá estar a cargo de un "Área de Responsabilidad" de 14.716.000 km2.
El barco fue botado en el astillero Szczecin, de Polonia, en 1990. La entonces Unión Soviética en la década del 80 construyó 70 de estos buques. Fue diseñado para navegar las aguas del ártico, para la industria del petróleo y gas offshore, tiene capacidad de remolcar buques, pero también la Armada Soviética los usó para rastrear y verificar los misiles de largo alcance.
La Argentina adquirió cuatro en el año 2014 por un valor de 10 millones de U$S. Son del tipo L1, la categoría más alta previa a la calificación de rompehielos. En el país se los conoce como "los barcos rusos". En su interior, todas las instrucciones, etiquetas y carteles, están escritos en ese idioma.
"Terminás encariñándote con el barco, el propósito que nos une es el mar", dice Donadío. Las largas navegaciones forjan una relación con el hierro. "Es nuestro hogar, el buque además nos da el verdadero poder naval", confiesa.
Días monótonos
Los días en el barco son monótonos, pero esto es lo que hechiza a los marinos. Los turnos son de cuatro horas por ocho. Los 80 tripulantes del "Bahía Agradable" cumplen una función, pero también deben convivir. "No es fácil. Hay muchos hombres, tenemos que trabajar a la par. Acá no existe el machismo ni feminismo", sostiene la cabo Jesica Vega, encargada de las señales y comunicación. Tiene 24 años.
"Se pueden llevar las dos vidas, la del mar y la de tierra, con la familia", se anima ante la eventual situación de quedar embarazada. "Veo a muchas madres en la Fuerza, y se el sacrificio que hacen al tener que dejar a sus hijos", afirma. La actividad naval tiene riesgos. "Nos forman en técnicas de supervivencia, estamos preparados para no volver aunque no fatalizamos esto, es nuestro trabajo", concluye.
"Haciendo cuentas, este año pasamos más tiempo navegando que en tierra", calcula el segundo Comandante Carlos Coyla, de 26 años. Todos tienen asiento en Mar del Plata. Hace dos semanas se compró un departamento, pero luego tuvo que dejarlo cuando se alistó para el sur. Tiene un hijo, Iker, que vive en Córdoba. "Lo he traído a conocer el barco, pero no creo que siga lo mismo", reconoce.
La amistad es difícil en el barco. "Hay jerarquías, pero se puede lograr". Dentro del "Bahía Agradable" hay hombres con gran experiencia en el mar, uno de ellos es Ramón Helguero, suboficial de Unidad, con 24 años de trabajo en la Armada. Es el encargado de controlar el bienestar y la seguridad de los marinos. "Debo asegurar que se cumpla la doctrina", resume y se trata de que los tripulantes estén vestidos como ocupación y rango lo determinen, que reciban las comidas y, por ejemplo, bebida caliente cuando están haciendo maniobras en la cubierta exterior. "Cada dos años, voy a ver a mi familia a Jujuy, el mar me da una tranquilidad inmensa", confiesa.
La camaradería dentro del barco se quiebra al recordar a los 44 tripulantes del ARA "San Juan", que zarpó del mismo muelle que el "Bahía Agradable", y nunca más volvió. "Las pérdidas se van a sentir siempre, fueron muchachos jóvenes que todos hemos conocido, incluso trabajado juntos. Tenemos que sacar una enseñanza de esta tragedia, para que no vuelva a pasar", afirma el Contraalmirante Eduardo Traina, que es Comandante del Área Naval Austral. Horas antes de abandonar el puerto, es quien despide al comandante, pero también está al tanto de todos los detalles de la navegación del buque de estación.
Durante los próximos tres días Donadío subirá muchas veces al puente de mando para hacerse cargo del buque, navegarán 455 millas hasta regresar a Ushuaia. En aguas restringidas, en maniobras delicadas, al cruzar el peligroso Estrecho de Le Maire, tendrá la voz de mando. Sus decisiones impactarán sobre 80 personas. "Debemos tener espíritu de buque, cumplir con la misión: ejercer la soberanía sobre el mar austral", concluye.
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