El colegio de Sallent al que iban las gemelas argentinas finalmente admite que sí hubo bullying
Los responsables del centro educativo dieron su versión de los hechos; tenían conocimiento de la existencia de un problema de acoso escolar sobre todo dirigido hacia Alana, que se planteaba una transición de género
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BARCELONA.– Desde que el pasado martes se conociera la noticia de la tentativa de suicidio de dos gemelas de nacionalidad argentina en la localidad catalana de Sallent, y que desembocó en la muerte instantánea de una de ellas y en heridas de extrema gravedad en la otra, los medios de comunicación han reproducido todo tipo de elucubraciones respecto de los motivos de la tragedia. En el centro de todas ellas, se sitúa el centro escolar al que acudían, el Institut Llobregat de Sallent.
Después de haber mantenido un estricto silencio frente a la prensa, los responsables del centro por fin han dado su versión de los hechos al diario catalán ARA, en el que admiten que tenían conocimiento de la existencia de un problema de bullying o acoso escolar sobre todo dirigido hacia Alana, una de las dos gemelas que había pedido a su entorno en el colegio que le llamaran Iván porque se planteaba un tránsito de género. De hecho, según las notas que dejaron escritas, queda claro que suya fue la decisión de poner fin a su vida, y que su hermana Leila decidió acompañarla por solidaridad.
Según revela el ARA, aunque el centro no activó el protocolo del Departamento de Educación de la Generalitat para casos de acoso y violencia, sí adoptó medidas para solucionar el problema, entre ellas, aislar a Alana o Iván, como prefería que le llamaran, de sus acosadores. En reuniones internas del equipo directivo tras la desgracia, se ha admitido que hubo quejas de la familia por el hostigamiento que padecía por parte de algunos compañeros de escuela.
Desde el centro se afirma que actuó ante esta problemática con diversos castigos a los autores de los comentarios despectivos que herían a la niña transgénero, e incluso se pusieron en contacto con los progenitores de los agresores para advertirles de la actitud de sus hijos. Asimismo, también aseguran que cada vez que se producían estas burlas, le acompañaban al despacho de un maestro para que se relajara y no se sintiera sola.
Según su versión de la dirección, que ha rechazado hacer declaraciones a LA NACION, el inicio de este curso escolar fue el momento “más difícil” para las gemelas, ya que en ese periodo se concentraron la mayoría de conflictos. En una ocasión, la menor transgénero fue expulsada de clase, lo que desde el centro justificaron por “un arrebato”, pero sus amigas por haberse defendido con contundencia de sus agresores. Sin embargo, la percepción en el centro era que las últimas semanas se habían calmado las aguas, y que las gemelas habían comunicado a la psicóloga del centro que ya se encontraban más a gusto.
Así las cosas, las fuentes del Instituto que han optado a poner fin a su silencio sugieren que no tenían constancia de que se tratara de un “acoso sistemático y constante”, algo que sí sostienen tanto familiares como amigos de las gemelas. “Los padres se cansaron de ir y pedir justicia. Hablaron incluso con los padres de los niños que les hacían eso, pero nadie hizo nada”, declaró el fin de semana un familiar que residía en Sallent, ante las cámaras de la cadena Antena 3.
Cambio de postura
De hecho, la primera reacción del Departamento de Educación fue negar que se hubiera producido un caso de bullying ya que, como declaró el propio máximo responsable del Departamento, Josep González-Cambray, así lo había comunicado el propio centro escolar. Sin embargo, dos días después de la muerte de la menor, Educación cambió de postura y incluyó el acoso escolar como una de las hipótesis, y abrió una investigación que discurre en paralelo a la realizada por los Mossos d’Esquadra, la policía autónoma catalana. De acuerdo con varias filtraciones, el informe que el sábado entregaron los Mossos al juzgado de instrucción recoge la existencia de acoso escolar, pero trata el suicidio como fruto de un cúmulo de factores.
Desde el entorno de la familia, se exige que se haga justicia y se depuren responsabilidades dentro de las instituciones públicas. El pasado viernes, tuvo lugar una manifestación de decenas de personas que desfilaron por las calles de Sallent, una localidad de unos 7000 habitantes situada a más de 70 kilómetros de Barcelona, con carteles de apoyo a la familia y otros en los que se leía “Stop bullying”.
El lunes se celebró una nueva manifestación convocada por el colectivo “Sallent no calla”, que ha llegado a las puertas del Institut Llobregat. Patricia Plaja, portavoz del Gobierno catalán, pidió ayer “disculpes de todo corazón” por la mala gestión del caso, y se comprometió a “ir hasta el final”
En las reuniones del equipo directivo del centro, algunas con la participación de un inspector de Educación, se ha asumido que es necesario revisar todos los protocolos de actuación para evitar que se vuelva a repetir una situación parecida. “El sistema ha fallado”, declaró uno de los asistentes al ARA, que no revela su identidad. Entre las nuevas medidas que se van a implantar figura ofrecer más formación a profesores y alumnos sobre el caso, así como la creación de un correo electrónico para que los estudiantes puedan expresar sus inquietudes en estos temas.
Mientras las autoridades revalúan los protocolos y la sociedad ha abierto un debate sobre la salud mental de los jóvenes, ayer se conoció una nueva tentativa de suicidio de un adolescente que padecía acoso escolar. En este caso se trata de Pol, un joven de 15 años con un grado de autismo y que reside en La Ràpita, en la provincia de Tarragona. Pol se arrojó al vacío desde un cuarto piso, pero ha logrado sobrevivir y se halla estable en la unidad de cuidados intensivos del hospital. En una situación parecida, estable dentro de la gravedad, se encuentra Leila, la gemela de Sallent, que padeció lesiones en las extremidades, el cráneo y los pulmones.
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