El clásico de Belgrano que vio pasar al jet set, se reinventó y se resiste a venderles a los desarrolladores inmobiliarios
Alcorta y Pampa es la esquina que alberga, desde 1977, a Selquet; de Monzón a Mirtha Legrand, y del River de los 90 hasta los jugadores del 86; un repaso por la historia de un emblema del barrio
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Supo ser la meca de los famosos. En tiempos de los carritos de la Costanera, previo a Las Cañitas y antes del boom de Palermo. Es un ícono en la esquina de Figueroa Alcorta y Pampa. Conocido por los comensales y por los vecinos históricos, detrás esconde una historia de jet set porteño, ese que se refleja en fotos ya amarillentas. Crisis económicas y nuevas modas lo sacudieron pero no lo tumbaron: Selquet sigue en pie.
Del Mundial 78 a los famosos de los 80
Selquet –nombre inspirado en una diosa egipcia- nació en agosto de 1977. “Así grande como lo ves, fue especialmente preparado para recibir gente por el Mundial del 78. Teníamos a la Costanera (el lugar de moda) cruzando el puente y estábamos cerca de la cancha de River”, describe Flavio Abarza, gerente operativo del lugar.
“Comenzamos como una confitería tradicional clásica. Así estuvimos en los 80, 90 y 2000 hasta la renovación que hicimos en 2006 donde adoptamos un perfil más de restaurante. Y, si bien al principio éramos tradicional argentino, viramos a un estilo más Mediterráneo”, detalla.
Selquet fue, por muchos años, sinónimo de bar. “Hemos tenido cartas de bartenders como Tato Giovannoni”, detallan. Por sus puertas pasaron Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Norman Briski, Palito Ortega… “En la época de La movida del Verano, Alberto Mateiko solía venir y tomar su Johnnie Walker Black Label. Gerardo Sofovich sólo tomaba Negroni, Marcelo Tinelli solía pedir el 7mo Regimiento y una vez hasta lo mencionó al aire”, detalla Flavio. No había famoso que no conocieran: “También Alejandro Romay, Carlos Bilardo, Carlín Calvo, Susana Giménez y la señora Mirtha Legrand. El expresidente Carlos Menem venía a desayunar todos sus cumpleaños. Todos atendidos siempre por nuestros mozos, ¡que deben ser de los últimos mozos de oficio! Recién el año pasado se retiró Tony, nuestro cafetero con 44 años de trayectoria; y tenemos a Luis Esquivel que empezó a trabajar acá en diciembre de 1983 y éste es el único trabajo que tuvo en su vida”.
¿Alguna cara conocida más? Sí. Recibieron a Joaquín Sabina y a Joan Manuel Serrat, y a muchos futbolistas, debido a su cercanía con el Monumental. “Los de River de los 90; Diego Simeone viene cada vez que está en el país, el Negro Astrada… la selección campeona del 86 se reunió acá”, completa como si se tratara de una formación de memoria.
¿Algún pedido especial concedido? En Selquet los VIP suelen ser clientes corrientes; sin embargo, detalla la leyenda que Carlos Monzón solía tener su espacio reservado y el periodista Héctor Ricardo García, de Crónica, vecino de la zona, contaba con un vino en carta exclusivo.
Alcorta y Pampa, una esquina estratégica.
“Esta zona fue clave a nivel gastronómico. Una zona concurrida ya que teníamos a Rumi al lado, al hotel alojamiento Arcobaleno y a La Tranquera que cerraron y luego a Dandy (que también cerró). Somos los últimos que quedamos en pie”, señala.
Con la pandemia, muchos temieron por el futuro de este gran predio: “Selquet estuvo totalmente cerrado, hasta que nos dejaron abrir”. Con tristeza vieron caer a otros en el camino. Como Bruni, del rockero Zorrito Von Quintiero, quien anunció su cierre con un posteo en 2021. “Sí, el Zorrito no aguantó, ¡y eso que con su local lo hacía muy bien!”, se lamentan sus exvecinos de manzana.
El clásico del Belgrano Bajo -zona que atrajo a nombres como Fernando Trocca (Sucre); Narda Lepes (Narda Comedor); y Donato de Santis (Cucina Paradiso)- resistió. Y se aggiornó: “La llegada de Dandy, de Sucre, y de Narda y Donato hace unos años marcó un cambio. No había quedado olvidado, pero sí el restaurante había quedado anticuado -admiten en el lugar-. Nos hizo ver que teníamos que renovarnos para no quedarnos en el tiempo. Hoy mantuvimos nuestro público y estos nuevos vecinos nos alimentaron de gente nueva”. Cada cual con lo suyo: en la carta de esta leyenda -que alguna vez tocó el mismo chef Borja Blázquez- hoy conviven platos modernos con intocables como el pulpo a la gallega, su omelette o el carajillo -café con whisky-. “Hay lomito, tapeo, se puede pedir de todo”, muestran.
Por ahí se dejan ver Damián Szifron, Graciela Alfano, Ricardo Darín, Guillermo Francella o Nicolás Vázquez. Políticos y empresarios, muchas reuniones comerciales y también familiares. “Aquí han pasado generaciones. Se han casado padres, celebrado civiles de sus hijos y cumpleaños de 15 de las nietas. Hay anécdotas creadas en este espacio”, remarca Alejandro Fuentes, gerente de Selquet desde hace 17 años, tiempos en que el lugar solía tener salón fumador (y cuando fumar aun no estaba mal visto): “Esa sala mantiene su extractor, está funcional ya que ahora la usamos para eventos”.
A cargo de esta icónica esquina de Alcorta y Pampa, con 220 cubiertos por servicio, Fuentes los vio pasar a todos. “Primero Cañitas, después Palermo. No nos afectó su auge, es otro público, una juventud de otro estilo”, asegura. Explica que acá son “un restaurant con mantel y servilletas de tela”, al estilo de uno visitado por Mirtha Legrand y los suyos, pero que “no tenemos un dress code, ¡aunque uno pensaría que sí!”, se ríe. “Somos receptivos. A la mañana -abrimos de 7 a 13- y vienen los clientes para reuniones de trabajo más que nada, por las facilidades, ya que tenemos estacionamiento y la autopista cerca. Pero también ves al vecino del barrio en la terraza de la vereda, en ojotas y bermudas. Y con sus perros, porque ahí se admiten perros”, comenta.
Y si bien hubo muchos cambios, hay cosas que se mantienen: los clientes fieles que se acercan por la variedad de su pescado –”Siempre del día, nada congelado”- y clásicos como el chip de pavita y los fosforitos –”¡Desde antes que se volvieran a poner de moda!”-. Además de la tetera, el té tradicional que es toda una fiesta “con masa fina y cuadrado de manzana, muy Mirtha Legrand”.
Selquet sigue en pie. Por acceso, espacio (unos 1500 m2) y lugar estratégico en plena esquina y subida a la autopista Lugones, incluso llegó a convertirse en un espacio preciado por el mercado inmobiliario. Pero los dueños se rehusaron a vender. “El lugar es muy representativo para nosotros, gastronómicos. Para muchos fue nuestro primer negocio y llevarlo adelante nos costó mucho esfuerzo, eso nos hace apreciarlo aún más”, explicaron.
No solo resistió, revivió, y hoy atiende 220 cubiertos por servicio y se prepara para celebrar a todo trapo su 45 aniversario.
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