En la Unidad Febril de Urgencia del Hospital Santojanni, en el barrio de Liniers, se realizan entre 350 y 400 testeos diarios
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“La estoy pasando muy mal, con dolor de garganta y muscular, tos y mucha fiebre que va y viene”, afirmó José, de 46 años, que trabaja en el rubro gastronómico, y prefiere preservar su apellido. A las cinco de la mañana, él era el primero y el único en la fila de la Unidad Febril de Urgencia (UFU) del Hospital Santojanni, en el barrio porteño de Liniers. Estaba esperando desde las 23 para poder testearse. Recién a las 5.30 comenzarían a llegar otras personas y, a las 6, ya serían más de 40 los que conformaban la fila.
José contó a LA NACIÓN que los síntomas le aparecieron el pasado sábado, justo después de Año Nuevo, y que acudió al centro en distintos horarios para realizarse el PCR, pero nunca consiguió turno. “Está todo desbordado. Y las horas de trabajo me están corriendo, no me las van a pagar. Va a ser un mes duro para mí”, dijo.
La alta demanda en los siete centros principales de testeo, las 23 unidades Detectar y las 20 UFU de la ciudad de Buenos Aires es cotidiana desde hace semanas.
La unidad del Hospital Santojanni, que funciona de 8 a 20, realiza entre 350 y 400 testeos diarios, según informó el Ministerio de Salud porteño. Personal del centro y trabajadores de la zona confirmaron que desde hace varios días se ve a las personas que aguardan en la fila desde la madrugada para conseguir testearse en la UFU. “Hay una intensa demanda, pero se atiende a todas las personas que asisten”, dijeron fuentes del ministerio.
Horas de espera
A las 8 en punto, la persiana del dispositivo de la UFU se abrió. José levantó el brazo en señal de victoria. Habían pasado nueve horas de espera. Se acercó a la ventanilla, donde le pidieron sus datos y le indicaron que accediera por la puerta para realizarle el hisopado.
Detrás de él estaba Marcela, de 57 años. Hacía la fila desde las 5.30. “Es la segunda vez que vengo. Hoy madrugué porque el otro día llegué más tarde y no me pudieron hisopar. Tengo dolor muscular y de garganta desde el lunes y la semana pasada estuve compartiendo con una persona que dio positivo por Covid-19″, contó.
“Todas las personas acá tienen síntomas y algunas llevan horas esperando”, le respondió una de las operadoras a una mujer que reclamaba que la hisoparan porque se sentía mal. Acto seguido, indicó que el personal quirúrgico y de salud formara una fila en el lado opuesto de los demás. “Por cada diez que pasen de este lado, haré pasar a uno del personal que viene a testearse. Hay mucha gente hoy”, indicó a la fila formada por los profesionales, que estaba integrada por unas 20 personas.
Son siete profesionales de salud los que ayer trabajaron en la unidad del Santojanni, tres de ellas encargadas de realizar los hisopados, denominadas operadoras.
Desbordados
“Estamos desbordados y se olvidan de que los médicos somos humanos, no máquinas”, señaló Romina Paulamuti, operadora de las PCR en la UFU. Las unidades iniciaron el pasado 25 de diciembre un paro del personal debido a la agresión que sufrió un médico por parte de un paciente que le rompió la nariz. “La violencia que recibe el personal de salud no es solo la agresión física. Vivimos insultos todos los días, malas formas. La gente está muy impaciente y nerviosa con la situación epidemiológica, pero no se nos puede exigir más. No es ningún secreto que las condiciones laborales y el salario de los sanitarios no es gran cosa”, agregó Paulamuti.
Ante lo ocurrido el día de Navidad, se reforzó la seguridad en las distintas unidades febriles de la Ciudad. “La gente está impaciente, pero tienen que entender que hay mucha demanda y que los profesionales también están pasándolo mal”, dijo Leandro, uno de los efectivos de seguridad de la zona.
Media hora después de la apertura de la unidad, la fila ocupaba tres de las cuatro cuadras que rodean la Plaza Santojanni, hasta el cruce entre las calles Martiniano Leguizamón y Acassuso. Karina Ruiz, de 44 años, esperaba en una silla junto a su marido. “Hace dos días que me siento mal, con dolor de cuerpo, cabeza y picor en la garganta. Ante la duda, prefiero hisoparme por mi familia, que hay algunos de riesgo. Mis dos hijos, mi marido y yo estamos aislados por el momento”, contó.
Hace una semana recibió la tercera dosis de la vacuna contra el Covid. También intentó testearse el pasado miércoles, pero no logró hacerlo. “Hoy vine más temprano, a las 6, y con una silla porque ya tenía visto el panorama”.
Mauro, de 34 años, también llevó una silla de su casa y esperaba en la fila desde las 5.30. “Sabía que iba a haber gente, pero no esperaba tanta”, señaló.
Llevaba unos pantalones gris verdoso con franjas amarillas: “Es mi uniforme de trabajo, en una empresa recolectora de basura. Lo traje porque quiero que tengan en cuenta que tengo que seguir trabajando si no me testeo. La otra vez que vine [hace dos meses] no me hisoparon porque se terminaron los turnos y me comunicaron que me aislara igual”.
Mientras, un señor acudió a la ventanilla: “Ayer pasé todo el día con dos personas que dieron positivo y hoy me levanté con dolor de garganta”.
“Señor, se está hisopando con mucha anticipación y puede dar un falso negativo. Si el resultado le da negativo, debe aislarse cinco días y volver a hisoparse. Lo recomendable es esperar un mínimo de 72 horas después del contacto”, le explicó la operadora.
Marcelo Struminger, jefe de la unidad coronaria del Hospital Santojanni, confirmó que varios colectivos del Gobierno de la Ciudad acuden a diario al centro para derivar a algunos de los pacientes de las UFU a otras unidades de testeo [principalmente a la del Parque Roca] y, de esta manera, descomprimir el centro. “Estos micros se pusieron a disposición para derivar a personas cuando la UFU está muy llena”, agregaron desde el Ministerio.
Ante el aumento de casos y de la demanda en los centros de testeo, el pasado jueves el jefe de Gobierno porteño anunció que se reforzará el sistema de testeos y se ampliará la capacidad en los centros de Usina del Arte, la Casa del Historiador y el Centro Islámico.
Ya cerca de las 9, continuaba llegando gente a la UFU y la fila se hacía cada vez más larga.
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