El domingo 26 de noviembre de 2006, la noticia sacudió a Río Cuarto: habían encontrado muerta a Nora Dalmasso. Pero había más: la habían asesinado. Integrante de una conocida familia de la ciudad, dueña de una casa velatoria y esposa del traumatólogo y exrugbier Marcelo Macarrón, fue hallada desnuda en el dormitorio de su hija, sobre la cama, con el lazo de la bata en torno a su cuello. No había nadie más en la casa: su marido estaba en Punta del Este, en un torneo de golf; su hijo, en la capital provincial, donde estudiaba, y la menor, en los Estados Unidos, en un viaje de intercambio.
El hallazgo conmocionó a una ciudad que todavía se pregunta qué pasó en Villa Golf Club aquella noche. Después de 12 años, la opinión pública está dividida; por la causa pasaron cinco fiscales, escándalos políticos, sospechas sobre "el poder" local, renuncias de funcionarios y errores groseros de investigación. Entre los acusados hubo desde un pintor -el "perejil"- hasta el hijo de la víctima. Todos por diferentes motivos: desde un presunto crimen durante un juego sexual hasta el abuso sexual seguido de muerte, el femicidio y el asesinato por encargo.
Ahora, justamente, el que está en el centro de las sospechas es el viudo, imputado por "homicidio calificado por promesa remunerativa agravado por el vínculo". Para el nuevo fiscal del caso, Luis Pizarro, contrató a alguien para que matara a su mujer. Sobre ese sicario no hay pistas. Ni una.
Macarrón sigue viviendo en la misma casa donde ocurrió el crimen y atendiendo en su consultorio; para seguir libre pagó una fianza de 3 millones de pesos. Su hijo Facundo, hoy de 30 años, vive en la Capital; estuvo poco más de cinco años procesado. Su hija, Valentina, es la única del núcleo familiar que no estuvo ligada al expediente. Entonces, tenía 15 años y estaba en Nueva York; hoy juega al golf y tiene una dietética en Río Cuarto.
El caso tiene puntos en común con el de María Marta García Belsunce, asesinada cuatro años antes en un country de Pilar, el 27 de octubre de 2002. Dalmasso, de 51 años, también era conocida en el ámbito social, integraba el Rotary Sur y participaba de una asociación de lucha contra el cáncer.
El viernes 24 de septiembre de 2006, a las 3.30, Nora regresó de una cena con amigas; había pedido que no la molestaran durante el fin de semana. Como no respondía el teléfono, su madre le pidió a un vecino que fuera hasta la casa. A las 18 del domingo ese hombre entró por la puerta trasera, que estaba sin llave, y la encontró desnuda, con el cinto de la bata en su cuello. No había nada revuelto. Pensó en un posible suicidio; diría después que lo sorprendió el mal olor que despedía el cuerpo.
Esa noche el fiscal Javier Di Santo calificó el hecho de "muerte de etiología dudosa"; el cuerpo tenía golpes. Con las primeras hipótesis comenzó una onda expansiva. El crimen salpicó a varios apellidos conocidos de Río Cuarto, amigos de la familia y, algunos, funcionarios públicos. Esa noche, junto con los investigadores, por el cuarto donde estaba el cadáver pasaron el cura Jorge Felizzia, vecinos y el suegro de Nora.
Aunque hubo un agente en la puerta de la habitación, el lugar no se preservó; alguien limpió manchas de barro del piso; otro movió la sábana y tapó el cuerpo y un policía cerró (y así borró las huellas del picaporte) la puerta del cuarto para evitar que ingresara más gente. Más coincidencias con el caso García Belsunce...
Danza de hipótesis
Dalmasso tenía el cinturón de una bata de toalla enredado en el cuello y atado; sobre la mesa de luz había un frasco de vaselina y un celular debajo del control remoto del televisor. La ventana del dormitorio estaba cerrada. Sobre su abdomen había un vello púbico y cabellos en su mano. Los forenses hicieron un hisopado -cuestionado por la defensa de Macarrón, que sostiene que está contaminado- y determinaron que la mujer había tenido relaciones sexuales antes de morir. Así empezó a hablarse de un supuesto "juego sexual".
A los pocos días, Guillermo Albarracín confesó al fiscal que mantenía una relación sentimental con Dalmasso; salió del foco porque estaba en Punta del Este. La lista de supuestos amantes -y, por eso, sospechoso- se extendió: el empresario Miguel Roher, el Francés; Rafael Magnasco, que renunció a su cargo de secretario de Seguridad provincial y se presentó espontáneamente para que le practicaran un examen de ADN; fue el primer imputado. Otro era el abogado Víctor "Chichino" Daniele.
La Justicia llegó a investigar a una docena de hombres. Daniel Lacase, entonces abogado del viudo, estaba convencido de que el amante era el asesino; ahora él mismo apareció como sospechoso de tener vínculos con el crimen. En aquellas semanas empezaron a circular las remeras con la leyenda "Yo no estuve con Norita". Algunos aprovecharon para mofarse y hacer negocios.
A las dos semanas del crimen se agregó una nueva hipótesis, la del móvil económico. A fines de diciembre de 2006 fue exhumado el cadáver para extraer muestras y enviarlas al FBI. A mediados de enero de 2007 Macarrón y sus hijos se convirtieron en querellantes. Un mes después, por el testimonio de una persona con problemas psicológicos, fue detenido e imputado como presunto asesino Gastón Zárate, uno de los pintores que trabajaba en la casa.
Los vecinos de Río Cuarto protagonizaron una multitudinaria marcha para pedir la liberación de Zárate, al que calificaron como "un perejil". Rápidamente salió de la cárcel, al tiempo que renunció el fiscal general, Gustavo Vidal Lazcano. Por esas horas, Luis Juez, entonces intendente de Córdoba, acusó al gobernador José Manuel de la Sota -recientemente fallecido- de haber "ordenado" la detención de Zárate.
En junio de 2007, el fiscal imputó a Facundo, el hijo de la víctima. Sostuvo que "con intención homicida había tomado supuestamente del cuello" a su madre "colocándola en una situación de inconsciencia que mermó su capacidad defensiva, para luego efectuar un ajustado doble lazo". Cinco años después fue sobreseído.
El caso comenzó a languidecer. Cuando entraba en la última curva, camino al olvido, el fiscal Daniel Miralles acusó a Macarrón de "homicidio calificado por el vínculo". Fue hace dos años. Se basó en exámenes del FBI que marcaron que el semen que había en el cuerpo de la mujer era de su marido y en testimonios de amigos del viudo que estuvieron en Uruguay con él y que dijeron que no lo habían visto desde la medianoche del sábado hasta casi el mediodía del domingo.
Este año cambió todo otra vez. El nuevo fiscal, Pizarro, sacó al viudo del dormitorio. Sostiene que él no la mató sino que "la mandó matar"; retomó la hipótesis del móvil económico que siempre rondó la causa. Por el momento no dio pistas respecto del sicario, si es que lo tiene identificado.
En la causa, hoy solo es querellante la madre de Nora, pero no tiene abogado desde hace cuatro años. La familia afirma que en las próximas semanas podrían designar uno. Los únicos que participan de la causa son los defensores de Macarrón, Marcelo Brito (exfiscal general de Córdoba) y Gustavo Liebau.
Nombres propios de una trama que no pudo ser desatada
Desde un primer momento, pasada la conmoción del hallazgo del cadáver, conocidos personajes de la vida pública cordobesa fueron mencionados en la causa e incluso terminaron siendo investigados; las acusaciones llegaron hasta el propio círculo íntimo de la víctima
Nora Dalmasso, víctima
Integrante de una reconocida familia de Río Cuarto, tenía 51 años y dos hijos. Manejaba la parte administrativa de una casa velatoria, tenía una activa vida social en la ciudad y estaba casada con el traumatólogo Marcelo Macarrón
Marcelo Macarrón
Esposo de la víctima, exrugbier y traumatólogo, jugó un torneo de golf en Punta del Este el fin de semana que ocurrió el crimen; el fiscal lo acusa de haber pagado a un sicario para cometer el homicidio
Facundo Macarrón
Hijo mayor de la víctima, estaba en la capital de Córdoba el fin de semana del homicidio; por una prueba de ADN se lo imputó como presunto autor del asesinato; otro estudio, del FBI, acabó por exculparlo
Gastón Zárate
Pintor, trabajó en la obra de remodelación de la casa de la víctima hasta el día del crimen; primer detenido del caso, la sociedad riocuartense consideró que era "un perejil" y no el asesino. Salió libre
Daniel Lacase
Exsubsecretario de Lucha contra el Narcotráfico durante el menemismo, amigo y abogado del viudo, estaba con él en Punta del Este cuando se conoció el crimen; ahora él está bajo la lupa del fiscal
Miguel Roher
Empresario, conocido como "el Francés", quedó ligado a la investigación meses después del crimen porque se supo que mantenía una relación amorosa con la víctima; el año pasado fue desvinculado
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