Al incendiarse por completo en diciembre, generó hollín en todo Nogoyá y problemas respiratorios en vecinos de barrios aledaños
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NOGOYÁ, Entre Ríos.– “Sr. vecino: prohibido iniciar fuego”. La recomendación aparece en un maltrecho cartel instalado en el ingreso al basural a cielo abierto de esta ciudad, de poco más de 40.000 habitantes, que padece desde hace años la contaminación que emana de ese enorme vertedero de unas 20 hectáreas. La situación se tornó crítica en diciembre pasado, cuando se quemó casi por completo, generando problemas respiratorios en habitantes de los barrios aledaños y cubriendo de hollín a toda la ciudad.
El incendio del basural, que existe desde hace al menos 50 años y está a apenas una pared de distancia de un frigorífico local, activó como nunca antes a los habitantes de Nogoyá, que se sumaron en masa a un reclamo que algunos ciudadanos ya venían sosteniendo desde hace casi una década para pedir que el vertedero se traslade a otro lugar y tenga mínimas normas de seguridad.
Fabián Lanfranco, Susana Mihura, Sonia Schulz y Natalia Porciel son integrantes de Acción Ambiental de Nogoyá, una organización que busca concientizar a la población sobre el problema socioambiental que genera el basural, cuyo caso incluso llegó a la justicia provincial bajo la forma de un amparo. “Hace años que existe este problema y se agrava porque la ciudad crece y se produce cada vez más basura. Está en un lugar que se inunda, al lado de un frigorífico y a pocas cuadras de un jardín de infantes. Pedimos que se cierre el basural y se construya un relleno sanitario bien hecho”, contó Mihura, que vive en la zona rural de este rincón entrerriano.
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, existen al menos 5000 basurales a cielo abierto en la Argentina, un promedio de dos por municipio. “Al no contar con suelo impermeabilizado, los basurales a cielo abierto resultan un foco de contaminación, tanto por la generación de líquido lixiviado como por la emisión de gases de efecto invernadero. Es uno de los mayores problemas ambientales de Argentina”, explica el ministerio en el portal Argentina.gob.ar.
Reclamos ciudadanos
“Según cómo sople el viento, el humo que viene del basural puede ser terrible. Ya hay tanta basura acumulada que parece que el incendio de finales del año pasado no se termina de extinguir nunca. Ojalá lo trasladen, y ojalá que la gente tome más conciencia del problema que es la basura”, dice Walkiria Rodríguez, docente y vecina del barrio Parque, situado a pocas cuadras del predio donde se acumulan toneladas de residuos domiciliarios e industriales.
Junto a su marido y su hijo, toma mate en la vereda, justo enfrente del paredón que delimita uno de los costados del cementerio municipal. Para la mujer, que vive en ese lugar “desde toda la vida”, falta “mucha educación y concientización” ciudadana en Nogoyá; agrega que, además del megabasural, hay muchos microbasurales en esquinas “de gente que viene y tira todo lo que se te ocurra”.
A pocos metros, en una esquina, está la casa que comparten Juan Carlos Lencina y su mujer Susana Escudero, que conversan en la vereda con su hija Gabriela, de visita. “Cuando hay humo, el olor es insoportable, irrespirable. Genera muchos problemas de salud, tienen que sacarlo y llevarlo a otro lugar”, sostiene la pareja. Para Gabriela, lo que falta es “decisión política” para trasladarlo.
Pedido y amparo ambientalista
Mihura fue una de las primeras en comenzar con los reclamos por el basural, casi diez años atrás. Explica que el vertedero existe hace por lo menos medio siglo, que fue creciendo y que, como fue construido en terrenos bajos, cuando crece el arroyo Nogoyá se anega en gran parte. “La mitad del basural se tapa de agua y los cauces aledaños se llenan de basura”, detalla.
Desde Acción Ambiental, que se fue nutriendo de la participación de muchos jóvenes de la localidad (“la nueva camada”, según Mihura), ponen el foco en los problemas sanitarios que genera un basural a cielo abierto, de los cuales la emanación de humo es uno importante. “La incineración descontrolada de desechos contamina el aire con dioxina y otros tóxicos peligrosos. Las dioxinas interfieren con las hormonas y pueden causar diferentes enfermedades”, expresaron.
Por eso piden que se cierre el basural y se traslade como relleno sanitario a otro predio en un plazo razonable, como dictaminó la justicia provincial tras la presentación de un amparo en 2021. Los ambientalistas reconocen que hubo algunos avances. “Antes, el humo era cosa de todos los días y estaba lleno de familias con chiquitos revolviendo la basura. Eso ahora ya no pasa, está más organizado. Pero sentimos que el municipio reacciona cuando hay empuje ciudadano”, describe Mihura.
Para Schulz, trabajar para generar mayor conciencia social es clave: “La gente está mucho más comprometida ahora. Estamos juntando firmas [para intentar acelerar el traslado del basural] y la gente nos brinda su apoyo, y hasta nos agradece por hacer algo. No somos dos o tres loquitos, somos muchos en Nogoyá quienes pedimos que se cumpla el amparo”.
Como respuesta al amparo, una primera sentencia dispuso el traslado del basural, decisión que fue apelada por la municipalidad al alegar que no podían llevar adelante un proceso así en poco tiempo. En una segunda decisión judicial del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Entre Ríos, de diciembre de 2021, se instó al gobierno local a “tomar las medidas necesarias para evitar que se sigan produciendo nuevos focos ígneos o quemas de basura en el predio de disposición final”.
Para Lanfranco, que es profesor de historia, y Porciel, docente de arte, es un orgullo formar parte de “la nueva camada” de Acción Ambiental. “Susana y Sonia hace muchos años que trabajan. El incendio de diciembre pasado nos hizo activar a nosotros también. Ese día salimos a la calle porque el humo llegó al centro de la ciudad. Intentamos que todos se impliquen, esto no es partidario, es un trabajo por el bien común”, afirman los dos.
La voz oficial
Rafael Cavagna, el intendente radical que ya va por su segunda gestión al frente de la ciudad, explicó que el volcadero existe desde hace “muchísimo tiempo” y que desde el gobierno local han “dado pasos para atemperar la situación”, como la inauguración en 2020 de una planta de tratamientos de residuos apenas se ingresa al basural, donde se reciclan residuos sólidos urbanos. “Con esta planta buscamos reducir la disposición final de residuos en el volcadero, pero sabemos que a pesar de esto tenemos la responsabilidad y la tarea de remedir y subsanar la situación actual”, admitió.
A esa planta se sumó, según explicó el jefe del Ejecutivo de Nogoyá, una garita de ingreso con seguridad las 24 horas, cámaras y luminarias. “A raíz de una acción judicial iniciada por vecinos, vamos a cerrar todo, ya hemos adquirido los materiales. Y junto con la Universidad Nacional de Rosario vamos a hacer un estudio para determinar si el volcadero puede o no seguir funcionando donde está ahora”, sumó Cavagna.
El intendente también explicó que hicieron una denuncia ante la fiscalía local por el último gran incendio, ya que desde las cámaras “se registró el ingreso de una camioneta justo cuando se inicia el fuego. Claramente tenemos que mejorar, pero en el último incendio, a mi entender, hay una intencionalidad”, apuntó, para agregar que espera que la Justicia “actúe con celeridad”.
“Cuando asumimos no había ni galpón ni cerco, sacamos los neumáticos, hemos mejorado, creo que hay que poner todo en la balanza”, concluyó.
Un grave problema ambiental
Según datos del Ministerio de Ambiente Desarrollo Sostenible de la Nación, la mayoría de los basurales a cielo abierto “son formales, es decir, son el modo oficial en que los gobiernos locales eliminan su basura”.
Estos espacios “carecen de medidas mínimas de seguridad, por lo que puede encontrarse todo tipo de residuos, incluso patogénicos y peligrosos”, y no cuentan con una impermeabilización de los suelos para evitar que la contaminación llegue a las napas de agua, ríos, arroyos o centros urbanos. “Las falencias en el tratamiento de los residuos representan una realidad transversal a todas las ciudades de la Argentina, un país donde nueve de cada diez personas habitan en núcleos urbanos”, reconoce la cartera que conduce Juan Cabandié, para agregar que los basurales a cielo abierto “son uno de los principales problemas ambientales del país y resultan un foco de contaminación por la generación de líquido lixiviado y por la emisión de gases de efecto invernadero”.
Se estima que en el país se producen en promedio 1,15 kilos de desechos diarios por habitante, casi 45.000 toneladas diarias para el total de la población (una tonelada cada dos segundos) y alrededor de 16,5 millones cada año.
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