El ataque con bombas molotov: sorpresa e indignación entre los vecinos y fuerte preocupación en Clarín
El acto de intimidación impactó en el barrio de Barracas; en el grupo periodístico interpretan que lo más grave es el sentido simbólico de atentar contra un medio de comunicación
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Catorce horas después del ataque, dos trabajadores de limpieza del edificio de Clarín, en Piedras 1743 en el barrio porteño de Barracas, frotaban la valla de la puerta para eliminar los últimos restos de las bombas molotov arrojadas poco antes de la medianoche contra la sede del grupo periodístico. La entrada principal del diario amaneció con manchas negras y algunos restos de vidrio pertenecientes a los envases de las bombas que lanzaron los nueve encapuchados.
“Fue claramente un acto de intimidación”, aseguró a LA NACION el secretario general de Redacción de Clarín, Ricardo Kirschbaum. “Por suerte, no hubo víctimas ni daños materiales, pero, como símbolo, se trata de un hecho muy serio”, resumió.
A la hora del ataque, cerca de las once de la noche, únicamente permanecían en la Redacción ocho periodistas, esperando el resultado del partido entre Tigre y Barracas Central, por el ascenso a la primera división.
“Pusieron la foto en tapa y sucedió el acto de intimidación. Pueden haber esperado que no haya gente, por la hora. Además, esta calle no es muy concurrida. Pero son todas hipótesis. Acá hay muchas cámaras de vigilancia, la policía llegó con rapidez y se hicieron los peritajes”, apuntó Kirschbaum. Por lo general, la redacción cierra sus puertas a las 22.45.
“Estoy muy asustada”
La calle en la que se produjo el acto intimidatorio no es muy concurrida. Enfrente de la entrada principal del diario se ubican varios comercios de horario diurno y una escuela jardín materno-infantil, que se encontraban cerrados a la hora del ataque.
Andrea, de 41 años, vive en el edificio contiguo a Clarín. “Estoy muy asustada. Escuché golpes, pero creí que estaban arreglando algo. Estoy horrorizada, es terrible. Se prendió fuego, aunque se solucionó rápido. No les importan los daños colaterales”, contó a LA NACION.
Ella estaba viendo la TV cuando lanzaron el ataque, pero no escuchó la llegada de los bomberos y se enteró a la mañana siguiente por los medios.
“Vivo acá desde hace 30 años y nunca vi nada parecido”, señaló una mujer que se aloja en un hotel, en la vereda de enfrente, que en su fachada exhibe un cartel que anuncia que la propiedad está en venta. “Por suerte, en el momento no me enteré de nada. Lo vi después en las noticias y me pareció repudiable”, añadió.
El empleado del quiosco ubicado en la misma cuadra también se enteró del ataque a través de los medios de comunicación: “Entré a trabajar a la mañana y lo escuché en la radio. Mi señora y yo a la noche cerramos temprano y a esa hora ya nos habíamos ido. ¡Qué tremendo!”, señaló.
En la otra entrada de Clarín, sobre la calle Tacuarí 1848, se reforzó la seguridad con un efectivo más de la Policía de la Ciudad, según informaron fuentes oficiales.
Un hecho grave
“Atacar un medio con bombas, aunque sean caseras, es realmente grave. Hay que ir muy atrás para encontrar antecedentes de este tipo de ataques contra la prensa”, declaró, en tanto, el editor general de Clarín, Ricardo Roa.
Más allá de que espera el esclarecimiento del caso y la identificación de los responsables, el editor periodístico mostró preocupación por el significado simbólico que implica un ataque de personas encapuchadas con bombas molotov a un medio periodístico.
“Hay que ir muy atrás para encontrar antecedentes de este tipo de ataques contra medios”, sostuvo Roa, en un dialogo con LN+.
Mientras tanto, todos los periodistas de Clarín “siguen trabajando como siempre”, dijo Kirschbaum.
Apuntó que la denuncia se radicó y se está investigando. “Hay mucha indignación y, más que asustados, estamos sorprendidos de que estas cosas todavía ocurran. Nos encontramos llenos de perplejidad”, graficó.
“El clima general de responsabilizar a los medios de comunicación, al periodismo, de lo que sucede políticamente y las críticas y la constante descalificación son los factores que vienen provocando este tipo de cosas”, precisó Kirschbaum, aunque no arriesgó hipótesis sobre el móvil del ataque.
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