El asesino que llamó y dejó una pista
Arancibia Clavel, asesinado el 28 de abril, había recibido una comunicación del sospechoso ese mismo día
"El ataque fue fulminante y por sorpresa. No dio a la víctima margen a maniobras de defensas significativas o de escape. El tiempo de sobrevida fue muy breve."
Así fue asesinado Enrique Arancibia Clavel, ex agente de inteligencia chileno, según la resolución de la jueza de instrucción porteña María Fontbona de Pombo, mediante la cual procesó con prisión preventiva al hombre sospechoso de haberlo matado, Angel Cabral, de 20 años.
La clave que permitió a los detectives de la División Investigación Federal de Organizaciones Criminales (Difoc), al mando del comisario Néstor Roncaglia, y al personal de la División Homicidios dar con el sospechoso fue una llamada telefónica que recibió la víctima, de 66 años, desde un locutorio, el día del crimen.
La información fue proporcionada a La Nacion por fuentes de la investigación. Arancibia Clavel, acusado de haber actuado como espía durante el conflicto por el canal Beagle entre el país trasandino y la Argentina, fue asesinado de 34 puñaladas, con una sevillana, el 28 de abril pasado en el departamento 1° D del edificio de Lavalle 1418, donde vivía.
Ese día, a las 13.36, el ex espía chileno recibió en su teléfono celular una llamada desde un locutorio situado en Avenida de Mayo al 1300, en el barrio de Monserrat. A partir de ese dato, el fiscal de instrucción porteño Marcelo Roma y los detectives de la Policía Federal comenzaron a armar el rompecabezas que los llevó hasta Cabral, según agregaron las fuentes consultadas.
En opinión de los investigadores, en esa llamada, Cabral le habría avisado a Arancibia Clavel que se iba a dirigir a su departamento.
"La víctima le franqueó la entrada en el edificio y en el departamento. Ninguna puerta estaba forzada. Era obvio que la víctima conocía a su asesino", explicaron las voceros consultados.
Los dueños del locutorio aportaron a los investigadores las grabaciones de las cámaras de seguridad. Con el dato de la hora de la comunicación recibida por Arancibia Clavel, los detectives buscaron en las imágenes a la persona que hizo la llamada. Fue la primera aproximación con Cabral.
"Después del homicidio, el sospechoso siguió yendo al locutorio. En una oportunidad, descubrimos que en una de sus manos tenía una venda. Fue otro dato que ayudó a la investigación", agregó un informante.
El sospechoso usó esa venda para curarse de una herida que, según fuentes policiales y judiciales, se hizo cuando atacó a Arancibia Clavel.
"Además de la sangre de la víctima, en la escena del crimen hallamos otras manchas hemáticas que coinciden con el patrón genético de Cabral", afirmaron a La Nacion fuentes del caso.
Arancibia Clavel, ex agente de la DINA, servicio de inteligencia chileno, había sido detenido en Buenos Aires en 1978, acusado de espionaje durante la crisis por el canal Beagle. Sin embargo, después de la mediación del papa Juan Pablo II, fue indultado. Arancibia Clavel obtuvo entonces la nacionalidad argentina y se radicó aquí. Todo cambió cuando el 22 de enero de 1996 la jueza María Servini de Cubría ordenó su detención por el asesinato de Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert, en 1974. El doble homicidio ocurrió el 30 de septiembre de 1974, en Palermo.
Hasta su asesinato, Arancibia Clavel vivía de lo que ganaba con los alquileres de cuatro taxis y visitaba páginas de Internet en las que se fomentan las relaciones entre hombres. "Es más: con el acusado de su asesinato, tenía charlas por medio del chat ", explicó a La Nacion un investigador del caso.
En el Obelisco
Según los investigadores, la víctima había conocido a Cabral en la calle, cerca del Obelisco, tres meses antes del homicidio. Y agregaron que el joven misionero trabajaba de "taxi boy": cobraba por mantener relaciones sexuales con hombres.
El presunto asesino vivía frente al locutorio donde llamó por última vez a Arancibia Clavel. Convivía con un joven de nacionalidad paraguaya, que también fue detenido, pero que finalmente recuperó la libertad, beneficiado por la falta de mérito. Según consta en la causa, Cabral le confesó el homicidio a su pareja.
Después de asestarle las 34 puñaladas en el cuello, en el tórax y en el abdomen, el asesino se apoderó de 30.000 dólares que Arancibia Clavel tenía ahorrados.
Cuando detuvieron a Cabral, los detectives de la Policía Federal secuestraron una sevillana manchada de sangre, las llaves del departamento de Arancibia Clavel y varios manojos de llaves de otros edificios.
"Cabral será investigado por otros robos y homicidios perpetrados por taxi boys", afirmó un investigador.
El joven fue procesado con prisión preventiva acusado de homicidio agravado por alevosía y hurto agravado.
La jueza Fontbona de Pombo entendió que el hurto fue calamitoso porque se cometió después del homicidio, según dijo una fuente del caso.