El argentino que viajó a Nepal después del terremoto para ayudar
El cordobés Pablo Tosco Roisen trabaja con una ONG en el país devastado por el terremoto y contó a LA NACION el drama que afrontan miles de personas que viven en la calle
CORDOBA - El cordobés Pablo Tosco Roisen, de 39 años, llegó hace casi una semana a Nepal. Es fotógrafo de la ONG Oxfam-Intermón y, además de capturar las imágenes del drama, trabaja en tareas humanitarias en un país que está devastado después del terremoto que dejó más de 7000 muertos el 25 de abril último.
Por WhatsApp (las comunicaciones allí son muy compejas), Pablo cuenta a LA NACION que las réplicas siguen y la gente continúa buscando dónde refugiarse. El parque de Tundikhe - a muy pocos metros de Durbar Square, complejo de templos patrimonio de la humanidad- es el lugar donde miles de personas encontraron un espacio "seguro donde estar y procesar el drama". "Lejos de edificios que amenacen con desmoronarse, más de 11 mil personas construyen refugios con telas, plásticos, palos y los tubos que hallaron", señala el cordobés.
Pablo remarca que en un país donde el 25% de la población vive por debajo de la línea de pobreza y el Estado no tiene recursos para satisfacer las necesidades básicas como sanidad, agua potable y vivienda, "este drama termina por colapsar a los nepaleses".
"Son básicas las necesidades que afrontan las familias que se alojan en patios de escuelas, parques y rotondas por toda la ciudad -agrega-. Ahí esperan la llegada de ayuda humanitaria que les pueda salvar sus vidas".
Oxfam-Intermón advierte que se debe actuar de manera urgente para construir refugios antes de la llegada de la temporada de las lluvias que pueden traer inundaciones y empeorar la situación; distribuir comida porque los precios en los mercados se han disparado y muchas familias no alcanzan ni para un plato y hacer letrinas porque –en este contexto de precariedad- puede haber brotes de cólera y hepatitis.
"Le tiembla el corazón"
Desde que llegó, Pablo recorre Katmandú y los alrededores. En cada rincón escucha historias impactantes. Escuchó a Rama, un profesor de primaria que pudo huir de su casa con su familia, decirle cómo vio que sus habitaciones se convertían en una enorme nube de polvo en un minuto. Lo que duró el primer temblor. "Comentaba que ese día no había clases y eso le daba cierta tranquilidad; si no hubiera sido una catástrofe", rememora el cordobés.
También visitó la ladera de una montaña en el valle de Champi en la zona rural que rodea Katmandú; en esas zonas no hay cifras exactas de muertos y afectados y es la región más castigada por el terremoto.
Allí Ramila acompaña a una vecina que acaba de dar a luz. Recuerda cómo, con el primer sismo, huyó en busca de un lugar seguro y que, cuando todo se calmó, las casas empezaron a crujir y a desmoronarse. "Su vivienda está destruida", señala Pablo. "Dedicó toda su vida y la de su marido a construirla y sabe que nunca más podrá tener ese hogar. Hoy vive en un refugio que levantaron sobre la plantación de maíz. Lo hicieron con los plásticos que cubrían sus tomates", agrega.
"Lleva cinco noches sin dormir y todavía le tiembla el corazón", recuerda, sobre su charla con Ramila.
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