Se trata del Parque Natural Ribera Norte, con 50 hectáreas de biodiversidad autóctona del Río de la Plata; la decisión divide a los vecinos
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Una cerca en el Parque Natural Ribera Norte divide a los vecinos de Acassuso, San Isidro. La dicotomía entre vallar o liberar es seguida por la de proteger o no interferir. Las autoridades municipales que se ocupan de la conservación del ecosistema explican que la idea del cerramiento surgió no solo como respuesta a la intromisión de personas que ingresan de noche y no respetan las reglas, sino por la necesidad de integrar los espacios naturales que conforman el parque, como el Vivero Municipal y el predio intermedio entre la intersección de las calles Monseñor Aguirre y Almafuerte.
A pesar de que muchos vecinos están a favor de la adopción de esta medida, otros reclaman que tanto el acceso al río como al área natural sean libres y sin horarios.
“Hay personas que están de acuerdo con el vallado y otras que no. Tenés de todo. Sin embargo, mucha gente ingresa [al parque] de noche, hace fuegos y hasta macumbas”, señaló a LA NACION Fabián, que trabaja en la garita de seguridad de la esquina de Almafuerte y Camino de la Ribera Norte, una ubicación estratégica para visualizar cualquier acto vandálico dentro del área natural protegida.
Si bien en diferentes puntos de acceso al parque se pueden ver carteles que indican la prohibición de acampar, iniciar fogatas, cazar, e ingresar con mascotas o vehículos, Bárbara Gasparri, subdirectora de Ecología y Conservación de la Biodiversidad de la Municipalidad de San Isidro, explicó a este medio que la mayoría de estas condiciones no se cumplen. Además, precisó la razón por la que se tomó la decisión del cerramiento y ratificó el testimonio del agente de seguridad privada.
“Tenemos desde hace tiempo problemas con fogones, con el ingreso de personas para dormir, con el uso de la reserva como baño público, con la basura que se tira, y con el ingreso de mascotas que interfieren con las especies del lugar”, explicó Gasparri a LA NACION, y detalló que se encontraron, entre otros objetos, cabezas de gallina, que dan indicios de que se llevan adelante rituales relacionados con brujería.
El Parque Natural Ribera Norte es también conocido como “Refugio Natural Educativo Ribera Norte”. Fue declarado como tal en 1982 y ratificado como reserva natural por la ordenanza municipal N° 6541 el 5 de octubre de 1998. Son 50 hectáreas de biodiversidad autóctona del Río de la Plata que están situadas en el corazón de la localidad de Acassuso, en San Isidro, dentro del sector comprendido entre el Club de Pesca y Náutico “Las Barrancas” por el norte, el Canal Costanero del Río de la Plata por el este, la intersección de la calle Perú con el Río de la Plata por el sur, y la calle Camino de la Ribera Norte por el oeste.
Lagartos overos, tortugas acuáticas y coipos son algunas de las especies que conforman la fauna autóctona del lugar. Su preservación es parte del trabajo que Gasparri y el equipo de la Dirección de Ecología y Conservación de la Biodiversidad lleva adelante. Por eso, contó con pesar que han sufrido el robo o caza de muchas de ellas. “En cualquier parque nacional o reserva provincial no está permitido ingresar de noche. Hay que garantizar que un área natural protegida esté lo más resguardada posible”, indicó la funcionaria. El ingreso al parque está permitido de 9 a 17.
Posturas contrapuestas
“No quiero que se cierre nada. Quiero que esté todo libre, como siempre”, comentó a LA NACION Antonio Espinelli, de 95 años. Vive en el barrio desde hace más de 80 años, y todos lo conocen como “Arrincho”. Su casa se encuentra sobre la calle Vuelta de Obligado, a una cuadra y media del parque natural.
En la misma línea opinó Esteban, un joven que compraba un sándwich en uno de los kioscos de la zona, quién precisó que es vecino de Acassuso de toda la vida. “Es un espacio público y debería estar abierto. En todo caso, que le pongan luces y lo protejan para que se pueda cuidar, pero que no cierren el lugar porque debería ser de todos”, señaló.
Claudio trabaja desde hace 45 años como verdulero en la Carnicería de Antonio, en la esquina de Vuelta de Obligado y López y Planes. Respecto del alambrado en la reserva natural Ribera Norte, opinó que le parece bien. “Es para que no se junten personas a hacer cosas que no deben”, analizó.
“El alambre no es ecológico”, sentenció Germán, de 57 años, a quien conocen como Patán. Y sumó: “¿Sabés la cantidad de lagartos overos muertos que vi?”.
“Hay que recuperar su condición balnearia –dijo–. Acá hay gente que vive desde hace mucho tiempo. Si llegás a un lugar, empezá primero por respetar a las personas que están allí, sin imponer las cosas desde un supuesto progreso, porque no es así”.
Fernando Miguel Antonio, conocido como Neio, vive hace más de dos años justo enfrente de la entrada del parque natural Ribera Norte. En diálogo con LA NACION, destacó que tiene que haber un equilibrio entre la protección de la biodiversidad y la libertad de ingreso a la reserva, y enfatizó que cualquier medida que restrinja la circulación debería ir acompañada de una concientización general en el vecindario.
“Creo que es un poquito y un poquito, como cualquier convivencia –agregó–. Esta es una zona en la que circula mucha gente, no solo en horarios específicos cuando los padres del colegio [Florence Nightingale School] traen o buscan a sus hijos, sino durante el fin de semana, por estar al lado de Perú Beach. Es verdad que la gente se mete a la noche, pero también es cierto que si cierran ese pedazo de la reserva que siempre estuvo abierto puede generar cierta rispidez con los vecinos”.
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