Amputar la pierna equivocada, administrar un fármaco en lugar de otro, no lavarse las manos antes y después de atender a un paciente, olvidar levantar la baranda de la cama para prevenir una caída o completar mal una historia clínica tienen algo en común: la falta de formación en seguridad del paciente. Recién este año, en el país egresarán los primeros médicos entrenados en ese conjunto de medidas que ayudan a evitar daños durante la atención.
Son 25 estudiantes del último año de la carrera de medicina de la Universidad del Salvador (USAL). Hace seis años, la Facultad de Medicina incorporó esta nueva cátedra que, año tras año, va integrando lo que los alumnos aprenden en el resto de las materias. Su contenido cumple con la Guía Curricular en Seguridad del Paciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y cuenta con la aprobación de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau).
Uno de los estudiantes de esta primera camada es Martín Ingrisani. Tiene 25 años y, una vez recibido, quiere especializarse en gastroenterología. "Seguridad del paciente es una materia fundamental para todo el personal de la salud. Permite ver realmente errores a diario que se pueden mejorar fácilmente", afirma, convencido, al hablar con LA NACION.
Destaca, de sus prácticas, la importancia de una buena comunicación en el equipo de trabajo y el trabajo en equipo, sin olvidar involucrar en la atención al paciente y su familia. "Son una fuente de información única", considera.
Esta experiencia de la USAL ya tiene muchas anécdotas en la práctica real. "Los profesionales te ven y se lavan las manos o usan alcohol en gel –cuenta Ingrisani–. O no en todos lados los pacientes tienen la pulsera de identificación. Al estar con la historia clínica, es importante saber si estoy delante de la misma persona. También hay que capacitar en el uso de las listas de chequeo y los protocolos a seguir. Está habiendo cambios en ese sentido y se nota más interés en mejorar. Pero, a veces, las consecuencias de los errores que se cometen son más costosos que la atención."
Esas complicaciones pueden elevar hasta un 300% los costos en salud, de acuerdo con estimaciones de las empresas de seguro de Estados Unidos.
"Hace 20 años que la OMS lanzó un pedido de alianza mundial para la cuidar la seguridad del paciente. Falta que quienes actúan en medicina piensen en la seguridad. Errar es humano, pero hay que evitarlo. Lo primero es no hacer daño", recuerda Jorge Martínez, director del Instituto de Seguridad y Calidad en Ciencias de la Salud de la USAL, uno de los dos centros piloto de la OMS en la región para incentivar la enseñanza de las medidas de seguridad en las carreras de medicina. El otro centro se encuentra en Canadá.
Y agregó: "La medicina tuvo progresos asombrosos, pero hoy, también, se cometen más errores. Es un asunto del sistema, que lo forman desde el que le abre la puerta al paciente en un centro de salud y quien lo identifica hasta los profesionales que lo tratan. No se trata de sostener la cultura de la culpa, sino de comprender por qué ocurre un error para poder prevenirlo".
En los tres últimos años, la materia combina la teoría con la práctica en hospitales y clínicas. Los alumnos aprenden a observar si en esos centros se aplican las medidas de seguridad del paciente. En sus trabajos prácticos, proponen cómo resolverlo. Aprenden desde bioseguridad con el manejo adecuado de los residuos o la forma correcta de identificar a un paciente hasta la confección de la historia clínica. Todo esto les permite advertir que, por ejemplo, es común que un médico use la linterna del teléfono celular para observar la garganta de un paciente a 15 centímetros de distancia y se olviden de limpiarlo para prevenir la transmisión de posibles infecciones.
La materia incluye también prácticas en un área de simulación con espacios similares a los de un hospital, como una sala de primeros auxilios, un consultorio o una sala de internación. Los instructores van guiando a los alumnos en distintos escenarios "seguros", incluida la evaluación, como si fuera una cámara Gesell, de lo que puede ser la entrevista a un paciente que consulta por alguna dolencia, la atención durante una emergencia o las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP).
"Hicimos desde la facultad una apuesta académica grande: que la seguridad del paciente sea una materia curricular integradora de todas las materias los seis años de la carrera", cuenta Claudia Ramírez, secretaria académica de la Facultad de Medicina de la USAL. "Como universidad, ahora, tenemos que demostrarle a la Coneau que la propuesta de 2014 la llevamos adelante. Eso demandó un enhebrado bastante complejo de cada tema con cada materia de cada año en la que participaron muchos profesionales", destaca.
Varias universidades nacionales se están acercando a la USAL para conocer el plan de estudio e incorporarlo en sus carreras. "La evaluación de resultados no será inmediato. Tendremos datos del desempeño de esta primera camada, pero el cambio se producirá recién con líderes entre los médicos de guardia, en las jefaturas de servicio o las direcciones de los hospitales", dice Martínez.
"Las nuevas generaciones de médicos tienen que llegar a la práctica con la cultura de la seguridad del paciente. Y que los pacientes participen activamente: que puedan señalarles a los profesionales si se olvidaron de lavarse las manos, por ejemplo, y que los médicos lo acepten. Solo así se podrán prevenir los errores que dañan a los que hay que cuidar."
El próximo desafío que se plantean en la USAL es saber cómo se desempeñarán los primeros egresados en los hospitales, durante las residencias. "Por ahora, sus trabajos prácticos sobre las debilidades de los procesos y los cambios para mejorarlas, nos demuestran que aprendieron qué es la seguridad del paciente", sostiene Ramírez.
Mariana Flichman es docente titular de la cátedra e integra su contenido con el resto de las materias. El año pasado, dos alumnas de cuarto año le preguntaron cómo podían especializarse después de egresar. "En seguridad del paciente se puede hacer mucho sin usar necesariamente un presupuesto muy grande o tecnología de punta porque, justamente, tiene que ver con las habilidades no técnicas, que es lo aprender a mirar para identificar en el entorno y los procesos si se están cumpliendo las medidas de seguridad", explica.
Flichman, que también dirige el Curso de Posgrado en Gestión de Riesgos y Seguridad del Paciente de la USAL, da clases en primer año de varias residencias y afirma que ya advierte diferencias con los estudiantes que están cursando la materia desde que comienzan la carrera. "La solución no es el litigio. Tiene que venir antes, si no, los errores se van a seguir ocultando", sostiene.
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