Efecto pospandemia: por qué los argentinos tienen más malestar psicológico ahora que durante la crisis sanitaria
Según el informe anual del Observatorio de la Deuda Social de la UCA ,el 20% de la población dijo tener sentimientos de infelicidad; la crisis económica también funciona como un disparador de esta percepción
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La pandemia de Covid-19 fue el cimbronazo, pero lo que vino después no fue más leve. Así pueden resumirse las conclusiones del estudio sobre bienestar subjetivo de los argentinos, que fue elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) – Barómetro, de la Universidad Católica Argentina (UCA). Una de cada cuatro personas (25,4%) siente malestar psicológico. Hace doce años era de menos de una de cada cinco (18,4%). Incluso en plena crisis sanitaria los números eran mejores: el 23,6%, en 2020 y 20,7%, en 2021. En los sectores más vulnerables, el malestar psicológico llegó en la última medición al 40%. En tanto, el sentimiento de infelicidad alcanza al 23%. Además, dos de cada diez personas mostraron un déficit de apoyo social estructural, es decir, sienten la carencia de la red de amigos y familiares con quienes contar.
La salida de la pandemia no solo no significó el fin de los padecimientos psicológicos y subjetivos, sino que si se toma la trayectoria de más de una década, se observa un deterioro profundo en la salud emocional y psicológica de la población. Estas dos variables no solo empeoraron durante la crisis del Covid-19, sino que no repuntaron durante el último año y medio, explica Solange Rodríguez Espinola, investigadora del Observatorio y coordinadora del informe, en el que se entrevistaron 5760 hogares, en 960 radios censales de todo el país, entre junio y septiembre de 2021 y 2022. El de 2023 se está realizando ahora.
El informe se llama “Desigualdades y retrocesos en el desarrollo humano y social 2010-2022″ y permite comparar datos a lo largo de ese período de tiempo. La principal conclusión señala que se produjo un deterioro en el bienestar de los ciudadanos en la pospandemia.
Bienestar
“En esos años, hubo notorios cambios en las actividades y hábitos de las personas, luego de lograr cierta inmunización del Covid. Sin embargo, 2022 estuvo marcado por un contexto internacional adverso, sobre un escenario local recesivo, con alta inflación y desfavorable en materia de empleo que produjo la pérdida de ingresos y menor consumo de los hogares. Además, el incremento de trabajos informales y del subempleo inestable empeoraron las condiciones del bienestar, de la salud, de los proyectos personales, desmejorando la mirada hacia las instituciones democráticas”, señala el reporte.
“Así, en un panorama empobrecido, las personas continúan padeciendo carencias no solo materiales, sino también en aquellas cuestiones subjetivas que empalidecen sus expectativas de un logro de mejoras en sus derechos a la salud plena, a la igualdad social, y al desarrollo humano equitativo”, agrega.
El estudio busco cuantificar el deterioro del bienestar en la pospandemia. La investigación evaluó de forma desagregada las capacidades socioafectivas y los recursos cognitivos que dan lugar a distintos niveles de bienestar subjetivo. En ese sentido, resultaron relevantes indicadores como el sentimiento de felicidad, la percepción de malestar psicológico, y el déficit de apoyo social estructural. También se indagó sobre el afrontamiento negativo, esto involucra las estrategias de manejo de situaciones de estrés. Los datos indican que dos de cada 10 adultos evitan abordar sus conflictos o los abordan de forma pasiva. Esto evidencia la falta de un recurso cognitivo de afrontamiento, lo que podría significar que una situación de crisis no se convierta en oportunidad. Otro indicador que resultó relevante es la cantidad de argentinos que dijeron no tener proyectos personales: a lo largo de la serie, el 20% demostró déficit de iniciativas, aunque para 2022, el número bajó al 14,8%.
Salud
El estudio también analizó el impacto de la salud y de la percepción de esta sobre el bienestar. Para ello, se desarrollan indicadores que dan cuenta del estado de salud y los hábitos preventivos y las condiciones de la atención en la Argentina. Uno de los indicadores que se tomó fue el déficit de estado de salud percibido, que identifica personas con bastantes problemas de salud o enfermedades crónicas. Esta variable se mantiene estable, y durante la pandemia bajó, probablemente porque cambió la percepción de salud y enfermedad. En 2022 aumentó la cantidad de personas que dijeron tener problemas graves: el 14,7%. En tanto, 6 de cada 10 personas presentaron déficit en la práctica de ejercicio físico. “Esto se mantiene estable a lo largo de los años y requiere un abordaje por parte de los responsables de políticas públicas porque no solo mejoraría la salud física de la población, sino que también contribuiría a la salud emocional y psicológica”, apunta Rodríguez Espinola.
En cuanto a la atención de la salud, en 2010, uno de cada diez encuestados indicó no haber realizado una consulta médica a pesar de tener problemas de salud o enfermedades. En los últimos tres años ha demostrado ser un indicador sensible al contexto de pandemia por Covid-19. En 2020, el 39,9% de la población no logró concretar la atención . A partir de ese año, el indicador ha demostrado una tendencia a la baja y alcanzó al 32,9% de los adultos, en 2021 y al 17,1%, en 2022.
“El año pasado fue muy crítico. Hubo muchos ajustes pospandemia. Los rezagos del miedo, el continuar aislado, la sintomatología ansiosa y depresiva. Esto tiene un efecto pospandemia, donde hubo disposiciones de cuidado muy marcadas. Lo que estamos viendo es que dos de cada diez argentinos sienten un malestar subjetivo, asociado a falta de proyectos, infelicidad, y a la pérdida de las redes comunitarias que en otras épocas mitigaban la falta de acceso a la atención en salud mental. Hay un aumento de las personas que sienten que no tienen una red afectiva y social. Mucha gente con conductas evasivas a lo social. Todo lo que implica relacionarnos con los demás impacta también en la salud”, explica Rodríguez Espinola. “Hoy el acceso a salud es muy desigual. El acceso a la salud mental hoy es privativo, hasta para quienes tienen prepaga. Menos del 10% de la población accede y la mayoría en condiciones en las que requieren atención de cuadros agudos y no de forma preventiva”, detalla.
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