Para Constanza Polloni, directora de primaria del Colegio Norbridge de Pilar, hay más oferta de inclusión para el chico con déficit de aprendizaje que para el que está intelectualmente por encima de la media. La escuela en la que trabaja tiene tres sedes y fue el primer establecimiento educativo en encuadrarse en el artículo 93 de la ley de educación nacional, que menciona a los alumnos con capacidades o talentos especiales y llama a flexibilizar o ampliar su proceso de escolarización. Pero la realidad es que faltan establecimientos y docentes que, en proporción, se dediquen a ellos.
Muchos padres creen que sus hijos son tremendamente inteligentes, aunque algunos tienen más razón que otros. Se estima que un 2% de la población mundial tiene alto coeficiente intelectual, algo que se replica por igual entre los alumnos. Dentro del aula, esos chicos talentosos pueden presentar altas habilidades verbales, una gran creatividad, curiosidad insaciable, muchos intereses variados y especial motivación para llevar adelante tareas.
Para Andrea Vázquez, presidenta de la Sociedad Argentina de Padres y Educadores de Niños Superdotados (Sapyens), si se parte de la base de que los niños con alta capacidad intelectual son como mínimo el dos por ciento de la población, en un colegio promedio debería haber un aula llena de superdotados.
Pero por lo general están subdiagnosticados y los chicos simplemente se adaptan. "En una educación pensada por Sarmiento, que sigue siendo igual y no se adapta, estos chicos se aburren en un colegio que no los atiende", afirma Vázquez. Al frente de la asociación, Andrea recibe consultas de padres desesperados porque no saben a quién recurrir ante un niño que aprende completamente distinto a los demás. Está convencida de que necesitan otros métodos educativos, tal vez tan simples como enseñar el mismo contenido desde distintos abordajes. "Nunca darle más cantidad de tarea de lo mismo porque el chico se aburre y te lo revolea por el aire. Suelen poner alto compromiso sólo en lo que les interesa", señala Vázquez.
Paz Bourse y Daniel Ricart, autores de Hijos brillantes, alumnos sobresalientes, afirman que los niños con altas capacidades del país no están recibiendo la educación a la que tienen derecho. "Muchas veces, se escucha que los alumnos con alto potencial intelectual se portan mal, que son desafiantes con los docentes, que no hacen las actividades ni las tareas escolares o que sus carpetas son desprolijas. Parte de esta problemática surge del contexto y de tareas escolares no están diseñados para ellos, lo cual dificulta su buena adaptación", aseguran.
La experiencia del Nordbridge
"Si bien el colegio atiende a alumnos con altas capacidades, estas están entendidas como potencial, no como producto", explica Constanza Polloni. No se trata de un colegio exclusivo para chicos superdotados, sino que allí se trabaja la forma de integrarlos en aulas heterogéneas, donde aprendan a desarrollarse en sociedad.
"Vemos como sumamente importante que un niño que está por encima de la media sepa que tiene compañeros que le pueden enseñar otras cosas y que puede compartir con ellos sus intereses. Tal vez puede darles una clase sobre un tema que lo apasiona pero también aprender a jugar al futbol con los que son mejores en el deporte", asegura Polloni.
El colegio desalienta la aceleración de curso para los chicos que tienen una inteligencia superior a la edad cronológica, una práctica habitual que algunos especialistas desaconsejan. "Creemos que es importantísimo que los chicos tengan las habilidades que necesita cualquier ser humano para poder relacionarse con pares. De lo contrario se lo hace poco empático e intolerante", dice la directora.
A lo largo de once años de experiencia en el cargo, Polloni trabajó directamente con muchísimos niños brillantes. Y está convencida de que con flexibilidad la escuela puede enriquecer la currícula de un alumno con un talento especial, partiendo siempre de la base de que no todos los chicos son talentosos iguales. Y es que muchas veces la inteligencia superior puede presentarse junto con un trastorno de aprendizaje o de atención.
"También hay chicos que son muy talentosos y no pueden organizarse con sus carpetas. Un docente que no entiende esto te dice que el niño tiene un déficit de atención. Nosotros a ese chico tratamos de buscarle la herramienta para que pueda organizarse", afirma Polloni. Y cita el ejemplo de un alumno brillante, que en tercer grado tenía una escritura completamente ilegible y se le permitió comenzar a usar la computadora antes de lo estipulado: "¿Qué me cuesta a mí como docente decirle que use una computadora? Lo mismo con un chico con dislexia, podemos configurar las actividades para que también pueda lograr eso que queremos que logre".
Una de las principales estrategias de intervención educativa para los alumnos que están por encima de la media es la adopción del "cross grading group": los niños se agrupan sin importar la edad según capacidad, áreas de interés y talento, y salen a clases especiales donde aprenden contenidos específicos que pueden estar ligados a contenidos curriculares o no. Por ejemplo, en un cross llamado "Somos arquitectos" trabajan habilidades relacionadas con la matemática y la geometría con el objetivo final armar una de una manzana icónica en escala real. Los grupos no son mayores de doce alumnos, se desarrollan en medio de la jornada escolar y duran unos cuatro meses.
El desarrollo temprano de la lectura y la comprensión tienen mucho peso en el proyecto pedagógico de la escuela. Los niños comienzan a conocer las letras en sala de tres. Todo se ofrece, nada se exige, porque se trabaja con la premisa de que todos los niños pueden aprender y por ende tiene un alto potencial. "La riqueza del vocabulario, el estar abiertos a la lectura y a la indagación hace potencialmente buen estudiante a cualquier niño", explica Polloni.. Así muchos llegan a primer grado leyendo.
Otro método particular del Nordbrige es que aplica la incorporación de una computadora por alumno y pantallas interactivas. A partir de quinto grado, cada chico lleva su computadora desde su casa.
Para la especialista, frente a niños con inteligencia superior, la expectativas suelen ser mucho más de los padres que de los chicos. "Muchas veces vienen con la idea de mi hijo se va aburrir si no le das más tarea, la va a pasar mal. Piensan que le estamos retaceando conocimientos que ya debería tener. Y realmente los chicos disfrutan, se entusiasman en la medida que quieren. Más allá del conocimiento específico, un chico con talentos necesita orden, aprender de constancia y cómo sentarse a estudiar, porque si no después lo aburre todo".