Educación y fútbol, la charla con el mejor maestro del mundo
Peter Tabichi, que obtuvo ese premio internacional, se reencontró con Martín Salvetti, el argentino que quedó entre los finalistas
Costó. Las agendas no coincidían. Y ambos querían un encuentro fuera de protocolo, donde pudieran charlar tranquilos. La última vez que se habían visto había sido en marzo pasado, sobre el escenario del majestuoso Hotel Atlantis, en Dubai, donde competían en la final del Global Teacher Prize, que entrega la Fundación Varkey y premia con un millón de dólares al mejor maestro del mundo.
Aquella noche, antes de que el actor Hugh Jackman dijera el nombre del keniata Peter Tabichi, su colega argentino Martín Salvetti, le había dado un fuerte abrazo. Ayer por la mañana, Salvetti y Tabichi se reencontraron en un café de Recoleta. Se abrazaron como esos amigos que no se ven desde hace tiempo, y charlaron sobre sus escuelas, sobre sus proyectos y sobre fútbol.
"¡Qué alegría verte!" Salvetti lo abrazó fuerte y le palmeó la espalda. Tabichi se reía, devolvió el saludo y abrió grande los ojos cuando su colega, después del abrazo, le dio un regalo: un buzo del Club Atlético Temperley, del que Salvetti es fanático.
Desde que se consagró como mejor maestro del mundo, Tabichi recibe invitaciones de todas partes. Ayer, además de reencontrarse con Salvetti, visitó en la quinta Los Abrojos a la primera dama, Juliana Awada.
Casi sin quererlo, este docente que también es franciscano y dona el 80% de su sueldo a la comunidad en la que vive, se convirtió en un rockstar de la educación. Antes de llegar a la Argentina visitó Brasil, Chile y Colombia; pasó por Uganda, Estados Unidos e Inglaterra. Lo llaman para dar conferencias, para que cuente cómo trabaja con sus alumnos de Keriko Secondary School, en una región semiárida, donde casi todos sus alumnos vienen de familias pobres.
Salvetti también quiere escuchar. Quiere saber qué sucedió después del premio. Si su vida cambió. "Cambió mucho. Podemos aprender en el aula o discutir un proyecto sentados debajo de un árbol. Pero esto de dar conferencias ante miles de personas me resulta un poco más difícil", le confiesa Tabichi. También dice que recién ahora comenzó a entender cómo la visibilidad que le dio el premio puede traer algunos cambios significativos en las políticas relacionadas con la educación.
En Uganda, por ejemplo, donde fue invitado por la Unión Africana -conformada por 55 estados-, le propusieron hablar sobre la educación en las mujeres, algo que impulsa fuertemente en su comunidad. "No se había hecho nunca, y a partir de ahora va a repetirse todos los años", cuenta el keniata.
¿Lograron algunas mejoras en la escuela por parte del gobierno?, quiere saber Salvetti. "Sí, destinaron una partida excepcional para mejorar la infraestructura y contratar a más personal docente. No tenemos biblioteca, la cocina está en un pasillo muy angosto y nos hacen falta computadoras para trabajar. Nos dieron más micros escolares".
La falta de docentes, intuye Salvetti, es una deficiencia compartida. Pero cuando le pregunta cuántos maestros trabajan en la escuela y cuántos alumnos asisten, la respuesta lo deja boquiabierto. "Son 500 alumnos y hasta el año pasado éramos siete maestros en total. Ahora somos 14". "Nosotros somos 400 profesores para 1500 alumnos", le responde Salvetti, que no termina de comprender cómo hacen en Keriko Secondary School para dar clases con tan poco personal docente.
El tiempo en el bar vuela. Tabichi dice que le hubiera gustado conocer la Escuela Técnica Nº 5 de su "amigo". Charlar con sus alumnos.
Salvetti también reconoce que su vida ya no es igual. "Fui por distintas provincias contando los proyectos que hacemos, y hemos recibido alguna invitación internacional. Pero no pudimos viajar. A veces se hace difícil tener que dejar la escuela por tanto tiempo", reconoce, que además de un proyecto para reciclar motos y adaptarlas para personas con discapacidad, tiene un nuevo desafío: encabeza la lista de consejeros escolares, en Lomas de Zamora, por el Frente de Todos.