Este ejemplar es considerado como el mejor de dibujos anatómicos del mundo, pero esas ilustraciones provienen de los cuerpos de cientos de personas asesinadas por el régimen comandado por Adolf Hitler
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Cuando la cirujana de nervios Susan Mackinnon necesitó ayuda para terminar una operación, buscó, como suele hacer, un libro de anatomía de mediados del siglo XX.
Gracias a las complejas ilustraciones dibujadas a mano, que muestran el cuerpo humano capa a capa, Mackinnon, de la Universidad de Washington en St. Louis, pudo completar el procedimiento.
El libro que había usado, “La anatomía topográfica del hombre de Pernkopf” -que suena inocuo-, es ampliamente considerado como el mejor ejemplo de dibujos anatómicos del mundo.
Es más rico en detalles y más vívido en color que cualquier otro.
La piel, los músculos, los tendones, los nervios, los órganos y los huesos se revelan con detalles gráficos. No es para gente que se impresione fácilmente.
Pasado oscuro
Pero el libro, a menudo denominado “El atlas de Pernkopf”, ya no se publica más y los volúmenes de segunda mano -de los cuales hay varios- se venden por miles de dólares en línea.
Sin embargo, a pesar de su elevado precio, pocos lo exhiben con orgullo en su clínica, biblioteca u hogar.
Eso se debe a que los dibujos del libro provienen de los cuerpos de cientos de personas asesinadas por los nazis. Son sus cuerpos, cortados y disecados, los que se muestran en miles de páginas.
Los críticos dicen que el libro está contaminado por su pasado oscuro y los científicos tienen que lidiar con las cuestiones éticas involucradas en su uso.
Mackinnon dice que se siente incómoda con su origen, pero que usar el libro es una parte crucial de ser un “cirujano ético”, y que no podría hacer su trabajo sin él.
El rabino Joseph Polak, un sobreviviente del Holocausto y profesor de derecho de la salud, cree que el libro es un “enigma moral” porque se deriva de “la verdadera maldad, pero puede usarse al servicio del bien”.
Pernkopf y sus ilustradores
El libro fue un proyecto de 20 años de un destacado nazi y médico, Eduard Pernkopf, que ascendió en las filas académicas en Austria gracias a su apoyo al partido de Adolf Hitler.
Sus colegas lo describieron como un nacionalsocialista “ardiente” que, desde 1938, usaba un uniforme nazi para ir al trabajo todos los días.
Cuando fue nombrado decano de la escuela de medicina de la Universidad de Viena, despidió a todos los miembros judíos de la facultad, incluidos tres premios Nobel.
En 1939, una nueva ley del Tercer Reich aseguró que los cuerpos de todos los prisioneros ejecutados fueran enviados inmediatamente al departamento de anatomía más cercano para fines de investigación y enseñanza.
Durante este período, Pernkopf trabajó 18 horas al día diseccionando cadáveres, mientras que un equipo de artistas creaba imágenes para su libro. A veces el instituto de anatomía estaba tan lleno de cadáveres que las ejecuciones debían posponerse.
La doctora Sabine Hildebrandt, de la Facultad de Medicina de Harvard, dice que al menos la mitad de las 800 imágenes del atlas provienen de presos políticos. Incluían hombres homosexuales y lesbianas, gitanos, disidentes políticos y judíos.
En la primera edición del atlas, publicada en 1937, las firmas de los ilustradores Erich Lepier y Karl Endtresser incluían esvásticas y la insignia de doble rayo de las SS.
Incluso la edición en inglés de dos volúmenes de 1964 incluía las firmas originales, incluidos los símbolos nazis. Ediciones posteriores sacaron con aerógrafo la insignia nazi.
La cuestión de la ética
Miles de copias del atlas fueron vendidas en todo el mundo y se tradujo a cinco idiomas. Los prefacios y las presentaciones en los libros describen “dibujos pictóricamente impresionantes... y piezas de arte sobresalientes” y evitan cualquier mención de su pasado sangriento.
Fue solo en la década de 1990 que los estudiantes y académicos realmente comenzaron a cuestionarse quiénes eran las personas en el atlas. Después de que se revelara la brutal historia, el atlas dejó de publicarse en 1994.
Mackinnon dice que nada más “puede siquiera compararse” con la precisión y los detalles del libro, y es particularmente útil para cirugías complejas porque la ayuda a “descubrir cuál de los muchos nervios pequeños que recorren nuestro cuerpo están potencialmente causando dolor”.
Pero ella dice que se asegura de que todos los involucrados en la cirugía conozcan los oscuros orígenes del libro.
“Cuando me di cuenta del origen contaminado y malvado de este atlas, comencé a mantenerlo bajo llave en el casillero de mi sala de operaciones”, dice.
El año pasado, el rabino Polak y el historiador médico y psiquiatra, profesor Michael Grodin, prepararon un Responsum (una respuesta académica basada en la ética médica judía) sobre si es ético usar el atlas basado en la experiencia de la doctora Mackinnon.
Llegaron a la conclusión de que la mayoría de las autoridades judías permitirían el uso de las imágenes para salvar vidas humanas, bajo la condición de que se conociera la historia del atlas, para que a las víctimas se les diera algo de la dignidad que se les debía.
“Mire a la doctora Mackinnon: no podía encontrar un nervio y es la mejor en su campo. El paciente le dijo ‘Quiero que me corten la pierna si no puede encontrarlo’ y nadie quiere que eso suceda”, le dijo el rabino Polak a la BBC.
“Así que pidió que le trajeran el atlas de Pernkopf. En minutos encontró el nervio gracias a esas ilustraciones”.
“Ella me consultó sobre la situación. Y le dije que si eso iba a curar a esta persona y devolverle la vida, entonces no hay duda de que el atlas puede usarse”.
Pernkopf fue arrestado después de la guerra y despedido de la universidad. Estuvo recluido en un campo de prisioneros de guerra de los aliados durante 3 años, pero nunca fue acusado de ningún delito.
Después de su liberación, regresó a la universidad y continuó su trabajo en el atlas, publicando un tercer volumen en 1952. Murió en 1955, poco antes de la publicación de un cuarto volumen.
Más de 60 años después, el atlas sigue siendo uno de los mejores recursos para obtener información visual para trabajos anatómicos y quirúrgicos detallados, según la doctora Hildebrandt, quien enseña anatomía.
“Aquellos de nosotros que hemos aprendido a ‘ver’ con él lo usamos cuando tenemos dudas. En la cirugía de nervios periféricos, algunos cirujanos consideran que es una fuente de información única e insustituible”, dice.
“Yo personalmente no uso las imágenes de Pernkopf en mi enseñanza de anatomía a menos que tenga tiempo para hablar sobre su historia”.
Jonathan Ives, un bioético de la Universidad de Bristol, está de acuerdo en que el atlas es “increíblemente detallado”, pero dice que está contaminado por su “horrible pasado”.
“Si lo estamos usando y cosechando los beneficios, implica que de alguna manera somos cómplices”, dice.
“Pero también se podría argumentar que al no usarlo, el atlas se perdería y no podría usarse como un recordatorio de lo que sucedió”.
Para Mackinnon, sigue siendo una herramienta vital, incluso si su pasado nunca pueda ser olvidado.
“Como cirujano ético, considero que debería usar cualquier recurso educativo que creyera que me ayudaría a maximizar un resultado exitoso”, dice, “y mi paciente esperaría eso de mí”.
“En mi experiencia, sin estos libros se retrasaría enormemente la cirugía de nervios detallada”.
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