¡Dulce o truco!: casas decoradas, chicos disfrazados y fiestas temáticas, el furor por Halloween crece en el país
Barrios cerrados, countries y boliches promueven esta festividad que cada año tiene más seguidores.
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Aunque no tienen relación con nuestra cultura y tradición, es una realidad que las celebraciones por Halloween toman una mayor dimensión año a año. Tanto es así, que en ocasiones, llegan al nivel de la típica festividad de origen anglosajón: chicos disfrazados de vampiros, zombies o payasos diabólicos, que, en grupos, tocan las puertas de las casas decoradas especialmente a la viva voz de “¡Dulce o truco!”. Este escenario es cada vez más habitual en countries o barrios cerrados, en donde durante los últimos días de octubre las viviendas se visten para este día. Pero también se ven vistosas ambientaciones a lo largo y a lo ancho de la ciudad ya sea en bares, cafés, restaurantes, en los institutos de enseñanza de lengua inglesa y hasta en los clubes barriales.
“Este año, en mi barrio, Halloween se festeja el domingo. Los chicos van a salir disfrazados a pedir dulces. Los más grandes invitan a sus amigos o primos y entonces se arma un gran festejo”, dice Dolores Larguía, que vive en un barrio cerrado en la zona de Pilar y tiene hijos de 6, 11, y 13 años. Pero aclara que no todos los vecinos participan y existe un código que se respeta: “Las casas que no quieren participar no se decoran y, con eso, simplemente, dan aviso para que no toquen timbre”. Por lo general, los más chicos recorren el barrio acompañados por adultos, mientras que los más grandes se encuentran con sus amigos para salir a llenar sus bolsas o calabazas.
Desde el Club de Campo Cruz del Sur, en Canning, Rosario Gonzalia afirma que a sus dos hijos, de 6 y de 8 años, les encanta festejar Halloween desde que se mudaron allí hace cinco años. “Es muy lindo porque es algo familiar, hay mucha gente joven con chicos pequeños y se hace una linda recorrida. Además, los grandes también se disfrazan y los esperan en las casas y, a veces, los asustan”, cuenta. Y afirma que también se premia a la casa mejor decorada, que es elegida por los mismos vecinos.
“La gente se engancha mucho, a pesar de que no es una fiesta tradicional nuestra”, explica. En este barrio, el festejo será el fin de semana que viene y suele empezar a las 17 cuando todos se reúnen en el club house o casa principal y salen los más pequeños junto a los adultos, luego hay otro recorrido a las 19.30 para los más grandes. “Participan todos los chicos y todos los familiares o amigos que uno quiera llevar, no hay un límite. Luego el barrio arma un festejo en el club house, a veces con inflables o animación y algún regalito como un vaso temático con caramelos. La fiesta es para los chicos, para que se diviertan y lo pasen lindo”, indica.
En Garín, el Barrio Las Liebres, también se prepara para celebrar, pero, en este caso, los festejos están pautados para mañana a la tarde con un recorrido de dos horas que termina en la plaza donde finalmente todos los chicos se reúnen para jugar. “Este es un barrio de mucha gente joven con hijos pequeños, por lo cual, son muchos vecinos los que se suman y las calles se llenan de niños disfrazados. Algunos padres se disfrazan y los acompañan y otros se quedan en las casas para entregarles las golosinas. ¡Hay algunos que disfrazan a los perros también!”, cuenta Patricia Martin, que ya tiene el disfraz de zombie para Benjamín, su hijo de 12 años, y uno especial para Santi “que quiere sangre y tatuajes de cara cortada”, y tiene 9 años.
Disfraces y fiesta
Halloween es una de las festividades más populares en los Estados Unidos que se difundió por todo el mundo. Su origen se remonta a Irlanda, en donde durante los últimos días de octubre celebraban el final de la cosecha. Entonces, tenía lugar un ritual llamado Samhain que duraba tres días y marcaba el fin del verano. Se creía que entonces los espíritus de los muertos visitaban el mundo de los mortales y por eso se vincula Halloween con el miedo y el terror. También tiene relación con la víspera del Día de Todos los Santos, que celebra el catolicismo el 1° de noviembre, fecha decretada por el papa Gregorio III en el siglo VIII, y que recuerda a los mártires y los santos no canonizados, de manera que allí también se explica la conexión con los difuntos.
Para Alejandra Caffettaro, que vive en un country en Del Viso, en donde este festejo ya es tradición, esta fecha debería servir también como recuerdo de quienes ya no están. Allí la fiesta se hace mañana y no solo incluye la visita a las casas para buscar golosinas, sino también una fiesta en el club house de 21 a 23 a la que los chicos tienen que ir acompañados por un adulto. “Hay pizzas y premios para las casas mejor decoradas”, cuenta. Y aclara que sus hijos que ya son grandes siempre participaron de estos festejos. “A mí, me parece divertido ver a los chicos celebrar con tanto entusiasmo. Lo cierto es que estaría bueno que también sea un espacio de reflexión y donde se les enseñe a honrar la memoria de aquellos que ya no están”, dice.
Por su parte, Luz Ades, que vive en un country en Garín y tiene hijos de 9 y 13 años, recuerda que allí estos festejos empezaron en forma espontánea. “Al principio, lo hicieron algunas casas, después se sumaron otras y tuvo tanto éxito que la organización del country empezó a moderarlo. El evento es muy divertido pero también bastante caótico porque los chicos se arrojan todos juntos a las golosinas que uno ofrece pero lo hacemos porque la expectativa de ellos es enorme y lo adoran”, sostiene.
Con cuatro hijos que ya tienen entre 32 y 21 años, Evelina Sassone, del country Miraflores en la misma zona, aclara que, si bien los más grandes no pudieron disfrutar nada de Halloween porque antes no se festejaba, los más chicos sí se disfrazaban y salían a buscar golosinas y chocolates. “En este country hace entre doce o quince años que se festeja y todo comienza la semana anterior al fin de semana de Halloween cuando comienza la decoración de las casas”, señala. Y reconoce que se volvió una tradición: “Ese día se ven chicos por todos lados, a mí me encanta verlos disfrazados, muchos se esmeran por tener un lindo disfraz. Están felices y, más allá de si es una fecha comercial o no, porque vivimos todos los días con cuestiones comerciales, me parece muy divertido que lo hagan”.
En algunas ocasiones, los festejos se transforman en una experiencia para toda la familia. Es el caso de la casa del terror que propone Paula Lollo, quien convierte todos los años a su hogar en una verdadera casa de los sustos. Ubicada en un country en Pilar, la movida comenzó unos cuatro o cinco años antes de la pandemia cuando para la Noche de Brujas los chicos se acercaban a pedir caramelos y, junto a su marido y sus cuatro hijos, los sorprendían. “Los hacíamos entrar un poco más de la puerta y los asustábamos, era algo más que solo darles caramelos. Después fuimos ambientando diferentes espacios de la casa, llegamos a vaciar toda la planta baja hasta el parque y la pileta”, cuenta. Cada ambiente estaba inspirado en una temática distinta, por ejemplo, en películas de terror como It o El exorcista. “Los chicos entraban de a tres, muchos con sus padres y hasta llegó a formarse una fila de 150 personas para entrar”, dice y aclara que después de dos años en los que no se hizo por la pandemia, en noviembre vuelve con su casa del terror para los vecinos y amigos del barrio. “Lo que era un decorado terminó siendo una gran experiencia. Nos gusta que la gente venga y se divierta”, concluye.
¡A bailar!
En la noche porteña, los boliches también se suben al furor de Halloween y muchos organizaron fiestas temáticas para este fin de semana que ya están agotadas. Es el caso de Heart, en el Complejo Punta Carrasco, que se prepara para un megafestejo esta noche para unas 3000 personas. “Es el segundo año que se hace y ya está agotado, empezamos a vender las entradas anticipadas hace tres semanas”, cuenta Mateo, de Icons Group, una de las productoras que realiza el evento. Para los asistentes –jóvenes con un promedio de edad de entre 21 y 22 años– es obligatorio ir disfrazados. “La gente se copa bastante con los disfraces, viene muy lookeada, se producen mucho, y, además, el lugar se ambienta para la ocasión”, dice. Este año, la fiesta se inspira en una casa del terror y se podrán ver las escenas típicas de una mansión embrujada. “Es algo diferente que a la gente le gusta y le llama la atención. Además, me parece que la cultura argentina toma bastante de la norteamericana, y esta es una fiesta muy norteamericana, entonces, atrae mucho”, finaliza.