Audiencia global: fútbol y Juegos Olímpicos, los amos de la TV
El 16 de junio de 1954, en Lausana, el yugoslavo Milos Milutinovic, un goleador de raza, hermano de Bora, quien años después sería un reconocido DT, mostraba una vez más su oportunismo. Jugando para su seleccionado, batía al arquero francés François Remetter y colocaba así el 1-0 en el cotejo de apertura del Grupo 1 del Mundial de Suiza, que finalizaría con ese marcador. Ni Yugoslavia ni Francia llegarían muy lejos, pero, sin saberlo, habían concretado un hito. El de protagonizar el primer partido televisado de una Copa del Mundo, que, modestamente y en silencio, llegó a ocho países.
Nadie imaginaba entonces que, 60 años después, el máximo torneo, jugado en Brasil, contaría con una llegada a 214 naciones que recibieron la señal con todos los aditamentos propios de una era tecnológica descomunal. Lejos de la imagen poco nítida en blanco y negro que registró aquel gol de Milutinovic...
FIFA confirmó que las aplicaciones de celulares marcaron en esta Copa del Mundo un récord -para un suceso deportivo- con 28 millones de descargas
El arranque no es caprichoso. Hablar de audiencias televisivas en el deporte refiere, sistemática y obligatoriamente, a los Mundiales de fútbol y a los Juegos Olímpicos. No es casualidad que los récords caigan cada cuatro años y generen el asombro de propios y extraños.
El planeta se paraliza frente a la pantalla y más allá de que aún se persigue vencer la cifra de presencia in situ de los Estados Unidos 94 (3.588.000 personas asistieron a los estadios), distinto es el panorama ante la TV, ya que los espectadores se multiplican sin solución de continuidad ante cada reunión. De los 715 millones de personas que observaron la final de Alemania 2006 se pasó a los 909 millones que vieron el partido definitorio en Sudáfrica 2010 y a los 1110 millones que presenciaron el choque entre alemanes y argentinos en Brasil 2014. Por alcanzar esa cifra, la FIFA prevé que venderá los derechos de transmisión de Rusia 2018 en 2700 millones de dólares. Claro que hoy el aparato de televisión es apenas un ingrediente más dentro de la numerosa oferta que la tecnología ofrece y es probable que de ahora en más sea imposible retratar en números certeros la audiencia exacta -y fiel- de un partido desde el arranque hasta el final, más aún si de cifras mundiales se trata.
Algo es indiscutible: las imágenes de Suiza 54 son apenas un mojón en esa desenfrenada carrera de popularidad y avidez por la inmediatez. Ya en el Mundial de Suecia 58, el segundo televisado, fueron 60 las naciones que recibieron las señales de los partidos. Todo, igual, languidece ante lo ocurrido el año último, cuando las diez mil acreditaciones que involucraron a periodistas televisivos, operarios y técnicos le dieron forma a la más completa plataforma tecnológica, que permitió ver cada partido, cada acción, desde un smartphone o una tablet en cualquier rincón del mundo. De hecho, la FIFA confirmó que las aplicaciones de celulares marcaron en esta Copa del Mundo un récord -para un suceso deportivo- con 28 millones de descargas. Todo ello, claro, acabó con el romanticismo y el asombro de antaño por ver lo hasta allí inimaginable, cambiándolo por la inmediatez y la vertiginosa necesidad de tener todo más que en tiempo y forma desde el lugar que sea y por el método que uno elija.
Los derechos de transmisión son la fuente de ingreso más grande del COI
A tanto llegó el avance que en diciembre, cuando San Lorenzo jugó la final del Mundial de Clubes frente a Real Madrid, se supo instantáneamente que 30.485 hinchas del Ciclón habían seguido el partido por Internet y desde qué sitios lo habían hecho. Lo destacó a las pocas horas Santiago Montoya, presidente del Grupo Provincia: "El 95% de los simpatizantes lo hizo desde la Argentina; el 2%, desde Italia, y un 3% restante, desde Estados Unidos y España", graficó. También se conocieron otros números: el 66% de los hinchas vio el partido a través de una PC; el 28%, por un móvil, y el 6%, desde otro dispositivo sin identificar.
Además de coincidir en que concitan la atención de casi todos cada cuatro años, los Juegos Olímpicos de verano representan el único espectáculo que está a las alturas de los Mundiales de fútbol en cuanto a repercusión y llegada masiva. Muy especialmente el día de su inauguración, los JJ.OO. llevan el interés al extremo y en cada oportunidad esa fiesta ronda muy por encima de los mil millones de televidentes, con la excepción de Pekín 2008, que fue más allá de toda frontera. A tal punto el Comité Olímpico Internacional entendió la importancia de esas reuniones que aprobó la creación de un canal olímpico de TV digital con sede en Suiza y sucursal en Madrid, para el cual se invertirán 490 millones de euros, 350 de los cuales se destinarán a la producción de contenidos y soporte técnico. El organismo creado para gestionar las imágenes es Olympic Broadcasting Services (OBS). Su consejero delegado, el griego Yiannis Exarchos, argumentó: "Queremos que sea la mejor plataforma de radiodifusión de los Juegos, el punto de unión de una comunidad mundial, con contenidos emocionales más allá del entretenimiento". Toda una fabulosa apuesta que marca la importancia del espectador y su influencia más allá del lugar de corporización de los hechos. Los derechos de transmisión son la fuente de ingreso más grande del COI. "Nuestra entrada de dinero por ese ítem fue de 3800 millones de dólares en el período 2010-2012, con los Juegos de invierno de Vancouver y los JJ.OO. de Londres, cifra que esperamos superar ampliamente en el período 2014-2016", sostuvo quien a la hora de cerrar el acuerdo estaba al frente del organismo, el belga Jacques Rogge. Y la proyección indica que, tras la concreción de Río 2016, todo será así, máxime después del éxito de Sochi 2014.
Algo similar ocurre con el rugby, ya que el impulso económico, que va de la mano con el avance de la audiencia, motivó un prolongado y fructífero acuerdo entre la International Rugby Board y las numerosas plataformas informativas de la firma IMG, sociedad que se remonta a 1995. A pesar de que no son muchos los países en los que el rugby concita un enorme interés, parece ser suficiente con que sea el N° 1 en Nueva Zelanda y Sudáfrica, y uno de los más populares en Australia, para que su audiencia haya alcanzado picos de relevancia, como en Francia, durante el Mundial de 2007, cuando sólo en esa nación congregó a dieciséis millones y medio de personas ante la TV. Lejos quedaron los 200 millones que siguieron el primer Mundial en todo el planeta, en Nueva Zelanda 1987; en el mismo país, en 2011, 200 naciones recibieron las imágenes en directo del torneo y, globalmente, los seguidores su multiplicaron casi diez veces en todo el campeonato. Aún así, se esperan superar todas las barreras este año, en Inglaterra.
En numerosas oportunidades, la idolatría por un deportista ayuda en gran modo a levantar las audiencias y hasta a quebrar récords
Los fanáticos del tenis parecen ser quienes más rápidamente se adaptaron a los novedosos recursos de visualización modernos de partidos. La posibilidad de que un encuentro se prolongue por más de un par de horas los llevó a amigarse con las flamantes tecnologías. Por ello, no es casualidad que el último Masters de Londres, que fue televisado por 56 cadenas distintas en 195 países, haya tenido un récord de audiencia en línea. Los seguidores visitaron las plataformas digitales de la ATP 19 millones de veces durante los ocho días que duró el torneo, lo que representó un incremento del 37% con respecto a 2013. Eso, con el agregado de que el tráfico móvil aportó un 40% del total de visitas. El streaming en vivo de partidos en TennisTV.com, el sitio oficial de la ATP, recibió más de 5,8 millones de streams en total. Aquí, el aumento fue del 29 por ciento.
Una situación que muchas veces condiciona la audiencia real de una reunión deportiva es el sistema pay per view, o "pagar por ver" (PPV), en su traducción más aproximada al español, una modalidad de televisión paga en la que el abonado desembolsa una cantidad de dinero pautada para poder ver un determinado espectáculo. Habitualmente, el PPV se comercializa dentro de un sistema global de servicios y, de acuerdo con lo que el interesado desea, llega a su casa la transmisión de, por ejemplo, un combate de boxeo, que ni la TV abierta ni por cable ofrece al resto de la gente. Esto se originó en los Estados Unidos hacia finales de la década de los 70, pero cobró relevancia desde 1981, cuando el esperado combate entre Ray Sugar Leonard y Tommy Hearns pudo observarse únicamente a través de este sistema. Hoy, el inefable Floyd Mayweather Jr. es considerado el "rey del PPV", y las productoras se pelean entre sí y facturan grandes cifras gracias a su carismática imagen.
El planeta se paraliza frente a la pantalla
En numerosas oportunidades, la idolatría por un deportista ayuda en gran modo a levantar las audiencias y hasta a quebrar récords. Ocurrió con el bicampeón deFórmula 1 Fernando Alonso en España. Hasta su irrupción, el automovilismo estaba muy por debajo de varios otros deportes, pero el día de su primera coronación mundial, en septiembre de 2005, casi diez millones de españoles, exactamente 9.607.000, estuvieron pegados al televisor para convertir al GP de Brasil -cierre de temporada- en lo más visto del año, por encima de la fuerte liga de fútbol. La audiencia de aquel día arrancó en 7,8 millones al comienzo del GP y acabó en los mencionados 9,6, con dos de cada tres personas que estaban en España presenciando la prueba consagratoria para el asturiano. Pero la influencia de Alonso llegó más allá: antes de 2003, en la península, la Fórmula 1 no figuraba entre las cien emisiones deportivas más vistas. Al año siguiente, se posicionó en el 71° escalafón y en 2005 fue la disciplina más seguida después del fútbol.
Otro récord que cayó gracias a un ídolo local fue el de una transmisión boxística en México. Provocó tanto interés en sus compatriotas ver a Saúl Canelo Álvarez frente a Mayweather Jr. en septiembre de 2013, que en ocho de cada diez hogares sintonizó el choque organizado por Golden Boy Promotions. Los 41,1 puntos de rating testimoniaron que aproximadamente 22 millones de personas, sólo en México, el 78,4% del encendido, estuvieron siguiendo a Canelo, que ese día perdió el invicto.
Para certificar el interés que hay por el deporte alrededor del planeta, el crecimiento de las señales de cable es testimonial
¿Ajedrez por TV? El juego ciencia no parecería el más apropiado para ser televisado ni para "mover el amperímetro" en cuanto a rating se refiere. Sin embargo, en 1987 se produjo un hecho inédito que disparó la audiencia por las nubes... en Sevilla, Anatoly Karpov y Garry Kasparov jugaban su tercer match personal por el título del mundo, a 24 partidas. Antes del último enfrentamiento, el retador Karpov vencía por 12-11. La partida final se jugó el 19 de diciembre. Ese día, los dos canales deportivos que por entonces tenía España estaban televisando desde Gotemburgo la final de la Copa Davis entre Suecia y la India, con esporádicos flashes del duelo ajedrecístico. Pero aquella confrontación entre las dos K se había enraizado tanto en los españoles, que comenzaron las llamadas a las productoras televisivas para que la partida decisiva fuera mostrada en directo en lugar del tenis.
¿Resultado? Los canales cedieron a la presión de la gente y modificaron la programación. Así, unos trece millones de españoles acabaron viendo al momento, movida a movida, cómo Kasparov batía a Karpov, empataba el match en 12 y retenía la corona mundial. Una situación casi irrepetible.
Para certificar el interés que hay por el deporte alrededor del planeta, el crecimiento de las señales de cable es testimonial y grafica mejor que todo el avance de las audiencias. El líder mundial, ESPN, fue lanzado en los EE.UU. en 1979 y cuatro años después comenzó a transmitir internacionalmente. En 1989 se estableció en América latina y en 2000 puso en marcha su sitio web. En 2009 llegó el HD y al año siguiente superó los cien millones de hogares en su país de origen. En 2012 apareció su magazine, una revista digital exclusiva para tablets. Hoy, 61 países reciben su señal, y sus cadenas en inglés, español y portugués tienen casi 40 millones de suscriptores. El objetivo es creciente y bien claro: que ningún gol, ace o try escape de las retinas de los más fanáticos. Con tantas modalidades en danza, es difícil que ello suceda: en definitiva, más temprano que tarde, nada puede fugarse hoy por hoy de una pantalla sin previo aviso.
Números para el asombro
El récord
3800
Fueron los millones de personas que presenciaron en directo la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, lo que representó el acontecimiento más visto de la historia en nivel mundial, superando en ese entonces en un 27% a la inauguración de Atenas 2004. La de Pekín se vio potenciada por la medición local, que colaboró en gran forma al número global. Por fuera del deporte, con 1000 millones de espectadores, el hecho que tuvo la mayor audiencia fue el rescate de los mineros chilenos, en Copiapó, el 13 de octubre de 2010.
Ranking
Este es el ranking mundial de los diez acontecimientos deportivos con mayores ganancias, de acuerdo con los ingresos publicitarios en la televisión mundial, expresados en millones de dólares:
1 3696
Juegos olímpicos
de verano
2 3090
Mundiales de fútbol
3 379
Super Bowl NFL
4 329
Finales entre
conferencias NBA
5 281
Juegos Olímpicos
de invierno
6 198
Serie Mundial MlB
Béisbol
7 193
Mundial de F.1, todos los GP
8 94
Master de Augusta
de golf
9 72
Final fútbol americano
universitario
10 69
Mundial de motociclismo
Completan los primeros quince lugares el Mundial de atletismo, el torneo de tenis de Roland Garros, las 500 Millas de Daytona de automovilismo, el Derby de Kentucky de turf y las finales del básquetbol universitario de los EE.UU.
Super bowl: un caso único
Amado hasta el paroxismo en los Estados Unidos, el Super Bowl genera algo así como el día del deporte en los Estados Unidos. Por ello no extraña que año tras año, más allá de quienes sean los equipos finalistas, caigan los récords de audiencia en el país del Norte. El cotejo entre Seahawks (Seattle) y Broncos (Denver) en 2014 fue visto por 111,5 millones de personas sólo en EE.UU., cifra que "apenas" asciende a 162 en todo el mundo, ya que fuera de México y Canadá, el SB no parece captar demasiados adeptos. No obstante, como se ve en la tabla de ganancias generales, con ello le alcanza para posicionarse -aunque lejos inmediatamente detrás de los Mundiales de fútbol y de los JJ.OO.
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