Dudó de su profesión hasta que descubrió otro modo de ejercerla
Cada semana uno de los chicos de Legales elegía dónde hacer el after office para relajar con un trago o una cerveza. El radio de acción era Puerto Madero, San Telmo, Microcentro. La consigna: no se podía repetir el lugar. Y en uno de esos encuentros, algún viernes de marzo de hace dos años, estaba Gastón, el Gerente del área, preguntándose qué hacer de su vida profesional.Sonreía, respondía a los chistes de temas del laburo con otros chistes parecidos, pero a la vez veía la escena desde afuera y se preguntaba “¿Qué hago acá?”, “¿Cómo puede ser que lo que me ocupe el tiempo sea la legislación finaciera, los concursos de acreedores, los fraudes?”.
Tanto se había esforzado para llegar donde estaba. En lo académico, Facultad de Derecho con diploma de honor, maestría en Finanzas. En lo laboral, mientras estudiaba, Programa de Jóvenes Profesionales y luego analista jurídico en un banco; después pasó a otro como coordinador de asuntos de normativa internacional y finalmente fue ascendido a Gerente de Legales, el puesto que tenía cuando ese viernes, en ese after office, se animó a preguntarse qué hacía ahí. Y ahí, claramente, no era el bar de esa semana sino esa vida.
“Entre esos chistes que iban y venían, les pregunté a mis compañeros de trabajo: ‘¿No querrían tener otra vida?’. Ellos me contestaron en broma, pensaron que la pregunta era parte de la joda”. Creo que ese día empecé a decidirme a cambiar. Venía pensando que la abogacía y las finanzas no me interesaban más, que no eran lo mío, así que suponía que cambiar iba a ser cambiar de carrera.” En ese punto, Gastón decidió hacer lo que había hecho ya un par de veces: pedirle juntarse para un café a un profesor universitario al que admiraba en lo profesional y en lo humano, y a quien consultaba cuando tenía que tomar decisiones como aquel cambio de banco que había hecho en su momento.
“Gracias totales, profesor”
“Este profesor, a quien le voy a estar eternamente agradecido, hizo que me diera cuenta de que en realidad a mí el Derecho me gusta, que lo que no me gustaba era la forma en que lo venía ejerciendo ni para qué lo hacía. Me hizo desempolvar una vieja experiencia ad honorem de mis años de estudiante, cuando íbamos a explicarles a personas indocumentadas la importancia de tener en regla sus papeles para que pudieran ejercer sus derechos y las acompañábamos a hacer los trámites. Había algo en hacer un aporte social que había sido muy movilizante para mí, pero que hoy no lo podía vincular a mi profesión porque pensaba que solo implicaría hacerlo de manera gratuita. Empezamos entonces a hablar de maneras de ejercer el Derecho que generen ingresos y a la vez aporten a la sociedad, y vimos que el Derecho Ambiental podía ser un campo interesante.”
Entre ese café con el profesor y su presente, Gastón cursó una especialización en Derecho Ambiental y comenzó a asesorar a ONGs en cuestiones legales y financieras para que fortalezcan su accionar. “Primero pensé que no me iban a aceptar por mi perfil corporativo, pero al contrario, les parecía interesante porque podía llevarles estrategias e información que estas organizaciones no conocían. Empecé haciéndolo en mis horas libres, que eran pocas; después, sacándole horas al banco, lo cual me hacía sentir bastante mal pero no lo suficiente como para dejar de hacerlo; y al final, renuncié el banco”. Ahora trabaja para grandes organizaciones sociales con programas ambientales en América Latina y para emprendimientos que tienen un impacto ambiental positivo. Ya sin el saco ni la corbata de sus años en el sector bancario.
Hora de cambiar de propósito y de entorno
“Cuando elegimos una profesión, es muy posible que a lo largo de los años varíe el propósito para el que la ejercemos y la modalidad con que la llevamos adelante”, explica Mercedes Korin, asesora en desarrollo profesional. En una época el propósito puede ser sobre todo económico; en otra (como sucedión con Gastón), puede ser un aporte social que trascienda a la persona que la ejerce. También podemos querer cambiar las formas en que ejercemos la profesión: por ejemplo, si en una etapa de la vida viajamos mucho por trabajo, eso que al principio podía entusiasmarnos con el tiempo puede agotarnos.
Es muy habitual que, frente a este cambio en nuestros intereses, lo primero que pensemos es que la profesión que elegimos no es la correcta, cuando en realidad vale la pena preguntarse si cabe mantener nuestra profesión pero modificar su propósito (para qué la ejercemos) o su modalidad (cómo la ejercemos), señala Mercedes. Por otra parte, el momento en que nos hacemos todas estas preguntas suele ser una combinación de certeza (“Éste no es mi lugar” o “Esto no es lo que quiero hacer”) e incertidumbre (“pero no sé cuál es mi lugar o qué es lo que quiero hacer”). “Si bien puede ser angustiante también es un punto de partida para explorar, para experimentar distintas opciones, de modo acotado, en lo que podemos llamar una ‘degustación laboral’ para ir definiendo un nuevo rumbo”.
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