Kura Kura Bali es una isla en el extremo sur de Bali que inspira a innovadores, emprendedores y talentos creativos de todo el mundo. Apodada la "Isla de la Felicidad" por su adopción de la antigua filosofía balinesa de Tri Hita Karana o los tres caminos a la felicidad (en referencia a la comunión entre los hombres, con la naturaleza y la espiritualidad), pretende ser un espacio para probar nuevas tecnologías inclusivas y mejores prácticas sostenibles como la reducción del uso de energía, el consumo de agua y el desperdicio y la reducción de las emisiones de carbono.
La isla es sede de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas del sudeste asiático. Actualmente se está construyendo un complejo ecológico inspirado en los 17 objetivos de desarrollo sostenible de la ONU.
El primero desafío del proyecto, que abarca 500 hectáreas y cuenta con 3.000 m de arrecifes de coral, fue crear el paseo costero y la protección marina del puerto. Se buscaba un diseño que respetara el ecosistema, las tradiciones de Bali y que fuese atractivo. A comienzo de año se lanzó un concurso internacional en plataforma de crowdsourcing HeroX para encontrar las mejores ideas para crear una solución única y ambientalmente sostenible.
Se presentaron 42 diseños innovadores, que surgieron de equipos de todo el mundo. El panel internacional de jueces optó por combinar innovadores con diferentes habilidades de todo el mundo y conformar dos equipos finalistas para trabajar juntos y refinar aún más las ideas. El resultado fue una historia de co-creación, una colaboración verdaderamente global y la creación del primer prototipo del mundo de una pared de protección marina ecológica, armoniosa y ambientalmente sostenible.
El anuncio del equipo ganador se realizó el 9 de octubre en el segundo Foro Tri Hita Karana en Bali. El equipo está compuesto por el dúo argentino Charly Karamanian y Alejandro Bollana (BioInpired Argentina), el israelí Adi Neuman (ECOncrete) y el británico Hugo Shelley (Iota technologies).
La solución ganadora cierra la brecha entre desarrollo y sostenibilidad al proporcionar una solución de defensa costera sólida que revive la ecología al tiempo que invita y conecta a las comunidades locales con la costa. El paseo costero abraza el agua, lo que facilita el compromiso público con el ecosistema marino y proporciona un mejor acceso físico y visual a la bahía.
"Estamos muy conformes con el resultado final de la propuesta presentada como equipo. Tuvimos en cuenta características de diseño micro y macro, incorporando cavidades especiales que promueven la proliferación de la vida marina en los distintos elementos que componen la solución. Nos basamos en el diseño biomórfico, imitando las formas de la naturaleza. Diseñamos estructuras que llamamos aletas y se fijan a lo largo de la zona de influencia de la marea. El material propuesto para la construcción de la pared marina es un mezcla especial que utiliza una baja proporción de cemento portland y logra un PH específico. Resulta propicio para la fijación y desarrollo de organismos marinos y crustáceos que a lo largo del tiempo calcificarán y mejorarán las superficies a través de su interacción biológica" dice el argentino Alejandro Bollana.
"Combinamos el expertise de cada integrante para lograr una propuesta que denominamos "portal a la felicidad". Uno de los elementos de diseño clave fueron los piletones intermareales. Los pensamos como un modo de conexión entre la comunidad y el mar, son pequeños anfiteatros que permitirán a la gente contemplar y acceder al agua. Nos inspiramos en las tosqueras naturales (charcos de agua que se forman entre las rocas cuando baja la marea). El diseño de los piletones emula la geometría de la flor de loto, pero además están demarcados mediante un par de totems de diseño biomórfico y gran altura, que permitirá a las personas que caminan por el paseo marino identificar fácilmente el Portal a la felicidad. El concepto de portal es algo propio de la arquitectura balinesa y tiene fuerte influencia de la religión hinduista" afirma Charly Karamanian.
Pero lo más interesante del desafío para los emprendedores argentinos fue la oportunidad de trabajar de forma remota junto a grandes innovadores de diversos rincones del planeta en un proyecto de innovación en común.
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