“Dos de cada tres enfermedades de transmisión sexual son asintomáticas”, advierte un experto francés
Jean-Michel Molina, profesor en la Universidad de París, habló con LA NACION durante su paso por la Argentina, y se refirió a los numerosos problemas que esconden las ETS
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Las enfermedades de transmisión sexual, en crecimiento por la percepción de que el vih-sida dejó de ser un asunto mortal (ya que se controla con medicación), se pueden dividir en dos. Aquellas para las que existe una buena vacuna (como la hepatitis B, el hpv, mpox o viruela del mono) y las que no, como la gonorrea, la clamidia y la sífilis. Jean-Michel Molina, profesor de enfermedades infecciosas en la Universidad de París, apunta que se trata de una diferencia también en el patógeno que origina las enfermedades: las que no tienen aún vacuna son de origen bacteriano, lo que es una parte de la explicación para tal dificultad.
“La razón por la que no tenemos vacunas y por la que es tan difícil conseguirlas es porque las mismas enfermedades no generan buena respuesta inmune, hasta el punto de tal que es posible volver a tenerlas una y otra vez, no generan inmunidad natural y se puede volver a sufrir la misma enfermedad. Por eso es tan difícil”, dijo a LA NACION el experto que estuvo en Buenos Aires para participar del XX Simposio Científico de la Fundación Huésped, que terminó el pasado viernes.
De modo que la inmunización vía vacuna debe conseguir lo que no se consigue siquiera con los anticuerpos que la propia persona genera ante el contacto con el patógeno. Pero no es la única razón. “La segunda, tiene que ver con el mercado, que no es muy grande. No se consideran enfermedades severas, y entonces las empresas farmacéuticas creen que no vale la pena para estas enfermedades de transmisión sexual”, dice Molina, que encabezó grupos de investigación en su país para la vacuna contra el vih-sida durante más de una década.
Pero, agrega, cree que eso está cambiando porque preocupa a los expertos que estas enfermedades generan numerosos problemas en la salud de las mujeres, como la infertilidad por clamidia o gonorrea, y también en neonatos, como la sífilis congénita. “Entonces, creemos que hay que hacer más contra estas enfermedades de transmisión sexual, y una vacuna siempre es ideal. Se ha intentado, pero es difícil conseguir una buena”, explicó.
Durante su charla porteña en el panel titulado “Enfermedades emergentes y reemergentes”, donde compartió estrado con Tomás Orduna (del Hospital Muñiz), Pablo Bonvehí (de la Sociedad Argentina de Infectología, SADI) y Analía Urueña, (Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología, SAVE), Molina contó que en 2020 hubo 82 millones de casos de gonorrea en todo el mundo y que por eso se aleja el objetivo de la OMS de que haya menos de 10 millones de casos en 2030.
Sin embargo, por otro lado, se esperanza de que sí se obtenga una vacuna contra este mal dadas ciertas similitudes de la bacteria que causa la gonorrea con una de las bacterias que causan meningitis, para la que ya existen vacunas. De hecho, contó que se sospecha de una protección cruzada: vacunados contra meningitis tienen menos gonorrea (una enfermedad de transmisión sexual que, cuando es sintomática, genera dolores y hemorragias en los genitales).
“Hay muchos esfuerzos en ese sentido de la comunidad científica que está en busca de conseguirla. Lo mismo para la clamidia y quizá algún día para la sífilis”, agregó Molina.
Respecto de la última, puntualizó que es un problema creciente en la Argentina, Brasil y los Estados Unidos. “El asunto es que afecta a la gente no solo en genitales, sino que también genera otros serios problemas de salud, en la piel, los oídos, los ojos y el sistema nervioso central. Lo más preocupante es la sífilis congénita, que creíamos que estaba desapareciendo, pero se ven muchos casos nuevos de bebés con sífilis”.
–Después de la aparición de la mpox o viruela del mono, que generó tanta alarma en 2022, ¿hay miedo de que aparezcan otras enfermedades de transmisión sexual?
–Sí, es posible. Cuando reapareció, a la mpox se la consideró enfermedad de transmisión sexual; antes no lo era. Lo mismo podría suceder con otras enfermedades, que dependen del tipo de actividad sexual de cada uno. Por ejemplo, la Shigella, otra bacteria, también puede transmitirse durante alguna forma de acto sexual y puede ser multirresistente a los antibióticos. Y hemos visto también un buen número de enfermedades virales que tienen reservorios en los genitales. El ébola, por ejemplo, permanece en el esperma durante meses. Tenemos que estar atentos a estos potenciales problemas y monitorearlos. Hace un par de años, no se prestaba tanta atención a las enfermedades de transmisión sexual y ahora tenemos buenas formas de diagnóstico, y sabemos que es un problema para los jóvenes, y no solo para ellos. Necesitamos hacer mejor el trabajo en salud sexual en general. También en contracepción y otros problemas de índole sexual, infertilidad, ponerlos todos juntos y generar un conocimiento de amplio espectro. Hemos aprendido muchas lecciones con el vih así que…
–¿No puede haber un riesgo de que si se consiguen vacunas para estas enfermedades se deje de usar el preservativo?
–Sí, es cierto, hay que adaptarse a lo que hace la gente. Los preservativos son importantísimos, pero no todos los usan todo el tiempo para todas las actividades sexuales. Hay que saber que se puede tener por distintas vías una enfermedad de transmisión sexual, por sexo oral, o incluso a través de los besos. Los preservativos son importantes, hay que usarlos y siguen siendo una importante parte de la batalla contra las enfermedades de transmisión sexual, pero no es suficiente. Hay que combinar para la prevención varias herramientas, reducir números de parejas, si es posible, estar seguro de que la pareja no está infectada antes del sexo…. El problema es que dos de cada tres de las enfermedades de transmisión sexual son asintomáticas, lo cual es un problema. La gente no sabe y la transmite. Por eso es tan difícil, como el vih-sida: uno está sano en apariencia y lo transmite. Pasa lo mismo. Por eso, hay que decirle a la gente que hay que testearse y estar seguro de no contagiar, los testeos deben ser fácil de conseguir y ser accesibles.
–¿Por qué no hay vacuna contra el vih-sida, 40 años después?
–En parte, por lo mismo que no hay vacunas contra las bacterias que causan enfermedades de transmisión sexual: hay que encontrar maneras de inducir respuestas inmunes contra patógenos contra los que no se generan anticuerpos
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