Dogo argentino: la raza que nació en Córdoba para cazar y defender a la gente de campo del ataque de pumas y jabalíes
Es una raza que se creó en Córdoba en los años 20 del siglo pasado; un ejemplar adulto estándar pesa entre 40 y 45 kilos y mide entre 60 y 65 centímetros
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CÓRDOBA.– Después de la tragedia provocada por los dos dogos que se escaparon de una casa del barrio Estación Flores de la ciudad de Córdoba y atacaron a una adolescente de 15 años que murió horas después, volvió el debate sobre esta raza que nació en Córdoba el siglo pasado. El médico cirujano Antonio Nores Martínez quiso desarrollar el perfecto perro de caza mayor: y el dogo argentino es producto del entrecruzamiento de razas como el bulldog, bull terrier, boxer y dogo de Burdeos, entre otras.
Un dogo adulto estándar pesa entre 40 y 45 kilos y mide entre 60 y 65 centímetros. En las cruzas que fue realizando, Nores Martínez buscaba fuerza, resistencia y temperamento. Comenzó las pruebas en 1928, y 20 años después, se dio cuenta que había logrado estabilizar la raza. Pero recién en 1964 fue reconocida oficialmente en la Argentina. Ya en 1973, fue reconocida a nivel internacional por la Federación Cinológica Internacional (FCI) y, en el 2020, el American Kennel Club la inscribió como raza pura.
Uno de los criadores de dogos más reconocidos y con más trayectoria es Horacio Rivero Nores; su padre era primo de Nores Martínez. “Lo que pasó fue una desgracia, una tragedia. Por las denuncias que había de los vecinos podríamos hablar de ‘crónica de una muerte anunciada’. Como todo perro de más de 33 o 35 kilos, los dogos son peligrosos por el daño que pueden producir”, admite en diálogo con LA NACION.
Define a la raza como ideal para cazar y para guardia: por su potencia permite que sea un buen defensor. “Esto no significa que no puedan estar en una casa. He criado a mis cuatro hijos, y por mi casa pasaron más de 100 dogos y jamás tuve problemas. Pero hay que socializarlos”.
Rivero Nores enfatiza que “pueden ser buenas y lo son” las medidas municipales o leyes nacionales que se instrumentan, entre las que incluye el Código Civil por la responsabilidad de los dueños en los daños que provocan los perros. Pero agrega: “Mucho se puede hacer desde un escritorio, pero no solucionan nada si el perro que está en la calle es un peligro. Es su dueño el que le enseña y el que debe ser consciente de los riesgos”.
Rivero Nores recuerda que hace varias décadas, en Córdoba, hubo quienes impulsaron la prohibición de la raza, inciativas que finalmente no prosperaron. En Australia y el Reino Unido es ilegal la tenencia de dogos por considerarlos altamente peligrosos. A criterio de Rivero Nores, “prohibir no es la solución”: él se opone a entrenarlo para “ataque y defensa; sí deben ser disciplinados”. Admite que por su constitución son perros que “imponen temor”.
Responsabilidad de los dueños
José Nieto, el dueño de los perros que atacaron a Trinidad –que está imputado por homicidio culposo y lesiones culposas– negó que usara los dogos para la caza. Sí tenía denuncias en su contra por parte de los vecinos porque los animales se escapaban. Incluso fue condenado por contravención por no poder garantizar seguridad para que no salieran.
El especialista en psicología y conducta canina Sebastián Ábalos se dedica a la educación canina y trabaja siempre con los perros y sus dueños. “Las razas se seleccionaron para cumplir funciones, desde caza y pastoreo hasta protección y compañía –dice a LA NACION–. En función de qué necesita el dueño la debe elegir. Los criadores deben ser puntillosos cuando venden y quienes compran también deben tener en claro eso”.
El dogo argentino nació como raza con la función principal de “defender a la gente de campo del ataque de pumas y jabalíes y para cazar”, define Ábalos. Y sostiene que el agregado de que “pueden servir como compañero y guardián” tiene que especificar que para eso el árbol genealógico del animal debe llevar años en que no haya habido cazadores.
“Si me gustan los autos, no tengo un Fórmula 1 para ir al súper –grafica–. Con los perros es igual, hay que tener en claro para qué lo quiero. Los dogos son dominantes; no son para cualquier persona. El que lo elige debe analizar con quién vive, para qué lo usará, qué sabe de las necesidades del perro ya que satisfacerlas hacen a su conducta. Como todo perro nunca se pone agresivo de un momento al otro, va dando pautas”.
Ábalos apunta que los criadores deben “capacitar” a quienes compran los animales, aunque admite que muchos lo hacen a un particular. “No significa que para tener un dogo haya que irse a vivir al medio del campo, pero sí hay que tener las condiciones que requiere. El que tiene que saber manejar el perro es el dueño. Por eso, más que multas y exigencias para sacar los animales a las calles, hay que instrumentar programas de educación”.
Exportación de la raza
El dogo argentino es una raza que, salvo los lugares donde fue prohibida, está en todo el mundo. Rivero Nores señala que en la Argentina hay apenas unas decenas de criaderos inscriptos en la Federación con registro genealógico y, por ende, pedigree, pero son alrededor de 1000 los que crían dogos. La raza comenzó a llegar a Europa en los 80.
Hay establecimientos de cría reconocidos en España, Italia, Francia, Alemania, Serbia, Croacia, Hungría y clubes oficiales en todo el planeta, incluidas China, Japón, Corea, Sudáfrica y Estados Unidos.
“Pueden no tener sangre argentina y ser muy buenos, pero el que la tengan, es un plus. Por eso son muchos los que vienen a comprar hembras y machos para iniciar la trayectoria –añade Nores Rivero–. Se venden perras servidas, también se puede hacer servir una que traen al país e incluso hay quienes comercializan el semen congelado”.
El precio del perro varía por el sexo (vale más la hembra como reproductora), la salud, la edad, la historia del criadero y sus antecedentes: oscila entre US$1500 y US$6000.
Perros para caza
La ley 22.421 de Fauna Silvestre no incluye la prohibición del uso de perros para la caza. Hace dos meses la diputada nacional por el Frente de Todos Alicia Aparicio presentó un proyecto modificar la norma.
Con la reforma se busca “aumentar los estándares de protección a los animales declarados monumentos naturales y en peligro de extinción, así como las penas e infracciones; prohibir el uso de perros de caza y posibilitar la introducción de ejemplares al país de especies autóctonas en extinción, amenazadas o vulnerables a través de convenios con instituciones, entre otros aspectos novedosos”.
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