Docente militante: cómo ven los estudiantes secundarios a sus profesores y por qué la relación en el aula está cambiando
El video en el que Laura Radetich increpa a un alumno por cuestionar al kirchnerismo expuso el mayor protagonismo de los chicos en las clases; los adolescentes consultados por LA NACIÓN coinciden en que respetan a los adultos que se comprometen con la enseñanza y son empáticos con sus problemas
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¿Los estudiantes secundarios se sienten contenidos o escuchados por sus profesores en el aula? ¿Consideran que en la escuela aprenden? ¿A qué tipo de profesores respetan y por qué? y ¿Qué conflictos tienen con ellos y cómo los resuelven? Esos interrogantes empezaron a surgir a partir de la viralización del video de Laura Radetich, docente de la Escuela Técnica N°2 María Eva Duarte, de La Matanza, en el que se ve cómo increpa a un alumno que cuestiona al kirchnerismo. El episodio, según sostienen los especialistas consultados por LA NACIÓN, resaltó algo que ya se instaló en las escuelas, el mayor protagonismo de los adolescentes a la hora de intervenir y evaluar a los profesores.
En esos términos lo pone Pedro Núñez, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de América Latina (Iicsal)/Conicet en Flacso: “El profesor está en el centro del saber, lo que importa es la mirada adulta independientemente de lo que digan los jóvenes, pero en estos años eso se ha ido transformando. No es que la asimetría docente-estudiante no exista más, pero sí los estudiantes demandan un trato más respetuoso, conocen más sus derechos, hoy hay procesos de convivencia escolar en vez de la vieja tradición disciplinaria”.
Algo de esa transformación cuenta Zoe, de 15 años, que asiste al Colegio Mariano Acosta, en Balvanera: “Sé que muchos amigos tuvieron problemas con profesores, que les gritaban y los intimidaban y siempre se resolvía llamando a las autoridades y a los padres para charlarlo. En la primaria me tocó una profesora que incitaba a la violencia entre los alumnos y hacia comentarios discriminatorios, que terminó renunciando”. Coincide con este enfoque Irene, de 16 años, que es alumna de cuarto año de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini: “En mi colegio tuvimos algunos conflictos con algunos docentes porque tomaban cosas que no estaban en el programa. Intentamos resolverlo con la tutora, pero no funcionó y tuvimos que arreglarnos por nuestra cuenta. Por suerte, los padres estuvieron muy presentes y pudimos encontrar una solución”.
Valentina Fernández Álvarez, de 16 años, cursa tercer año en un colegio privado de Villa Urquiza, también, junto a sus compañeros, atravesó una situación similar en la que los estudiantes debieron tomar un mayor protagonismo: “Tuvimos hace unos días un conflicto con la profesora de matemática porque teniendo en cuenta la pandemia, no estamos hoy a la altura de los temas que estamos viendo y quería evaluar contenidos que nunca llegamos a comprender. Charlamos con la tutora y con la profesora, que lo comprendió y nos va a volver a explicar los temas. Pudimos llegar a un acuerdo”.
Respeto ganado
Núñez sostiene que hoy los jóvenes respetan mucho más al docente que sabe, al que explica todas las veces que sea necesario y les presta atención. “No es que quieran un amigo, sino a alguien que los reconozca en ese espacio de enseñanza. Eso lo valoran mucho”, explica.
Los alumnos diferencian bien cómo es el trato hacia ellos y quiénes merecen su respeto. “Creo que la exigencia puede ser positiva, pero no tuve buenas experiencias con profesores así, en particular con una docente, que parece sostener que su exigencia va de la mano con una unificación de los contenidos y una enseñanza con poca interacción, poca riqueza y mucho autoritarismo”, aclara Martina, de 18 años, que es estudiante de quinto año del Colegio León XIII, de Colegiales.
“No sé si les tenemos respeto, sino más bien miedo a los profesores más exigentes. Tampoco sé si eso está bueno. Cuando un docente te exige más o impone miedo, obviamente te asustás y sos más responsable con la materia. Y cuando los profesores son más buenos y te ayudan hay muchos alumnos que se aprovechan de esa situación, que tampoco está bien”, comenta Irene.
Para Gabriela Azar, directora del Departamento de Educación de la Universidad Católica Argentina (UCA), en el aula la exigencia siempre tiene que ir acompañada de una consideración por la evolución emocional de los jóvenes. “Si se les exige con respeto, pautando consignas claras, orientando, acompañándolos en sus trayectorias, brindando herramientas a través de la tutoría, que les permitan entender lo que se les exige, por supuesto que van a respetan a sus profesores”, sostiene.
Vínculos pospandemia
De acuerdo con los expertos y con los estudiantes consultados, las relaciones dentro del aula cambiaron bruscamente como consecuencia de la enseñanza virtual que impuso la pandemia. “Creo que hubo un antes y después, los profesores perdieron muchísima autoridad y control de las situaciones. En la virtualidad, teníamos mucha más cancha que ellos y fue mucho más fácil no prestar atención, porque podías silenciarte o apagar la cámara y nunca se iban a enterar qué estabas haciendo”, cuenta Irene.
“De los dos lados hubo un cambio con la pandemia, en la virtualidad los alumnos tratábamos de entender lo que explicaban lo que era difícil y los profesores fueron más empáticos con los problemas de todos y, viceversa, nosotros entendíamos si un profesor no podía dar una clase o si estaba mal”, sostiene Zoe.
Para Azar, la virtualidad provocó que se rompiera la división entre lo público y lo privado. “Una cosa es dar una clase en la escuela, y otra muy distinta es hacerlo desde casa, donde los chicos aprenden a ver también la intimidad del profesor que, por un lado, nos acerca más a lo humano y, por otro lado, se nos hace más difícil agudizar la mirada hacia la distinción que tiene que existir entre el adulto y entre los chicos”, explica.
Núñez considera que el regreso a la presencialidad implica reacomodar ese vínculo. “Los chicos vuelven de un año donde se llevaron mejor con algunos profesores que con otros, sintieron que algunos docentes hicieron mucho más para sostener el vínculo y otros no tanto. Y esto en la adolescencia pesa. Es un vínculo que va a costar reconfigurar”, analiza.
Aprendizaje
“Considero que aprendo de mis profesores, estoy sentada cinco horas en el aula, me enseñan y lógicamente aprendo. No sé si me siento muy contenida o escuchada, depende de cada docente, por lo general, están muy enfocados en que apruebes la materia y no les importa si te pasó algo, cómo te sentís o si te fue mal en una prueba por algún motivo”, cuenta Irene. Otra es la mirada de Martina: “Aprendo, pero de unos pocos. Solo en aquellas materias dónde encuentro afinidad y en su mayoría son profesores o profesoras de los que destaco formas de enseñar, predisposición, actitud positiva y empática”.
“Con el tiempo muchos docentes actualizaron su manera de enseñar, esto tiene que ver con un trato más respetuoso, con acuerdos colectivos para que las condiciones de enseñanza se desarrollen en un clima más amigable y amable. Hay tutorías y otros mecanismos que se impulsaron que tienen que ver con generar espacios para prevenir conflictos”, concluye Núñez.
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