Integra el proyecto de reinserción del mamífero en los Esteros del Iberá; los pequeños llegan tras la muerte de sus madres
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SAN CAYETANO, Corrientes.– En diciembre de 2005, la idea de reintroducir el oso hormiguero (extinto hacía 50 años) en la provincia de Corrientes empezó a tomar forma dentro del proyecto de conservación en los Esteros del Iberá impulsado por la Fundación Rewilding. El primer paso fue conocer las causas por las cuales este exótico mamífero emparentado con el perezoso había desaparecido de ese territorio.
Para la misma fecha, en la ciudad de Palpalá, provincia de Jujuy, una osa bebé era rescatada por Roberto Ribera, un vecino del lugar. La había encontrado atada a un árbol, con una soga al cuello, aferrándose con desesperación al cuero de su madre muerta de un balazo. Ribera la desprendió con suavidad y la llevó a su casa. Le faltaba un dedo, pues habían intentado cortarle las garras. La bautizaron Beba y, desde ese momento, la pequeña se convirtió en un integrante más de la familia. “Hasta le hicimos guantes para que pudiera caminar bien”, cuenta el hombre
Mientras tanto, en Corrientes, luego de varias reuniones con biólogos, guardaparques y veterinarios, se llegó a la conclusión de que las principales razones de la desaparición del oso hormiguero eran las actividades productivas que ocupaban cada vez más espacio, muchas veces a favor de la ganadería, dejando a la especie desprotegida y a merced de cazadores y perros. También se decidió que el mejor lugar para desarrollar el proyecto de reintroducción era la Estancia del Socorro, en la reserva natural Iberá, que reunía todas las condiciones.
El equipo a cargo se dispuso entonces a conseguir una pareja de osos. Tenían conocimiento de que en el norte argentino la situación no era demasiado distinta a la de Corrientes, pero que aún quedaban ejemplares, igualmente amenazados. Entre mayo y septiembre, cuando nacen las crías, ante la deforestación y el avance de la agricultura las osas quedan vulnerables, más lentas con sus crías y desguarecidas. Por lo general, terminan muriendo de un tiro o despedazadas, mientras que muchas veces las crías son socorridas, con mayor o menor suerte, por los pobladores. Como en el caso de Beba.
Ybotí Porá
Enterados de la existencia de la osa criada por la familia Ribera, el equipo a cargo de la reintroducción de osos hormigueros recorrió los 900 kilómetros que los separaban desde Corrientes hasta Palpalá para conocerlos, explicarles acerca del proyecto y proponer dar a la osa una vida en libertad.
Beba fue rebautizada Ybotí Porá, que en guaraní significa “flor linda”, y luego de un tiempo de adaptación fue liberada en Corrientes, hecho que marcó el inicio del programa de reintroducción del oso hormiguero en la provincia. La familia Ribera, con los ojos nublados por lágrimas, estuvo presente. Tiempo después, el primer oso nacido en libertad fue el hijo de Beba.
Lo que no podían imaginar los creadores del programa es que las decenas de osos que vendrían después a poblar de nuevo esas tierras serían, en su mayoría, pequeños rescatados.
A pocos kilómetros de la capital provincial funciona el Centro de Rescate y Cuarentena de osos hormigueros, yaguareté, pecarí de collar y otros animales, a cargo de Alicia Delgado.
Delgado es bióloga, recibida en la Universidad de Córdoba. “Desde muy chiquita me sentí parte del monte, podía pasar horas andando por el campo y observando todo lo que me rodeaba –recuerda–. Ese amor por la naturaleza se convirtió en mi carrera”. En 2006 empezó a trabajar en la Fundación Rewilding y en 2010 asumió la responsabilidad del Centro de Rescate y Cuarentena.
La mejor madre sustituta
Allí, Giselda “Guichi” Fernández, técnica en manejo animal, se fue formando con el tiempo hasta convertirse en una de las mejores madres sustitutas. “Por sus manos han pasado más de 100 osos bebé. Hemos tenido crías de hasta tres días de vida y los ha sacado adelante. Tenemos que imitar el cuidado que les daría la madre”, cuenta Delgado. “Al principio teníamos poca información. Hacíamos muñecos con la silueta de las madres y fuimos aprendiendo a ser mamás osas”, dicen las dos. “Es como tener un bebé recién nacido. Mantener la temperatura es fundamental. Hemos preparado hasta doce mamaderas por día”, detallan.
Desde mediados de mayo de cada año, en el centro viven en alerta y preparados a llamadas que llegan desde Salta, Jujuy, Chaco, Santiago del Estero o Formosa alertando sobre alguna cría que ha quedado sin su madre. Apenas reciben la noticia de un osito en dificultades, salen sin perder un solo segundo, con leche, mamadera, trapos y eventualmente alguna medicina, de acuerdo con la información que les haya sido dada. “No hay tiempo para perder. Una hora más, o menos, puede significar que la cría muera –agrega Delgado–. Trabajamos con animales que vienen muy al límite, están desnutridos, golpeados, estresados”.
“De todas maneras, cuanto más chiquitos son, más fácil es criarlos, pues comen y duermen, al igual que un bebé humano recién nacido”, agrega.
El trabajo de concientización entre los pobladores también es fundamental para difundir acerca del cuidado de estos animales y del peligro de una nueva extinción. Toda la sociedad del entorno del sitio en el que se intenta poblar o rescatar participa del proyecto y se organizan charlas para los lugareños, los guías, las escuelas. A veces hasta se hacen espectáculos con títeres que incluyen a los osos hormigueros.
Independencia
“A los dos meses, los pequeños ositos ya empiezan a comer del plato. Una vez que ya comen solos será tiempo de independizarlos. Se empiezan a separar de nosotras. Se convierten en adolescentes y ya no nos necesitan”, describen Delgado y Fernández.
Un licuado preparado con alimento para gatitos será su único alimento hasta que puedan independizarse definitivamente y cazar hormigas y termitas. Desde ese momento, cada uno de ellos vivirá en un gran corral con pastos y refugio, acostumbrándose a la vida natural de oso hormiguero. Aproximadamente al cumplir un año, estarán listos para irse. Luego de un período de presuelta, serán liberados definitivamente en el Iberá, con un collar dotado de un dispositivo que permite identificarlos y seguidos por si algo sucediera.
Más de 100 ositos han sido rescatados tras la muerte de sus madres por causa, directa o indirectamente, del humano, como sucede con muchas otras especies cada día. Ybotí, Preto, Tekove, Sara, Chicán, Potay y Blanquita son solo algunos de los muchos bebés recuperados y reinsertados en el ambiente y en la vida de la que nunca debieran haber salido.
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