Divorcio de camas: “Te quiero, lo que no quiero es dormir con vos”, el curioso dilema que enfrentan cada vez más parejas
Los casos son más comunes de lo que podría pensarse; qué factores impulsan a tomar la decisión
- 9 minutos de lectura'
NUEVA YORK.– En la primavera de 2022, cuando estaba por mudarse a Nueva York junto a su pareja, Valerie Weisler se dio cuenta de que quería su propio dormitorio. Venía de cursar un posgrado en Irlanda, donde vivía sola, y la idea de compartir habitación con alguien, aunque fuera su pareja, la aterraba, pero la alternativa también la llenaba de dudas.
“¿Está mal que quiera esto?”, recuerda haber pensado Valerie en aquel momento. “Conocés a alguien, te enamorás y se mudan juntos, y mudarse juntos implica compartir habitación. Para mí, la vida era un poco así”.
Su pareja, Ky Dates, que entonces estaba terminando la universidad en Pensilvania, daba por sentado que dormirían en el mismo cuarto –¿o las parejas no hacen eso?– y ese cambio de rumbo le pareció casi una traición. “Estaba totalmente sacado”, recuerda Dates, que temía que fuese una señal de que la pareja no iba bien. “Supongo que reaccioné desde el miedo”.
Cuando Valerie le explicó que durante sus años en el extranjero había aprendido a valorar su espacio de privacidad, Ky se acostumbró a la idea y en septiembre de 2022 la pareja se mudó a un departamento con cuatro habitaciones en Crown Heights, Brooklyn, que compartían con dos roommates: cada cual en su cuarto.
Las parejas que duermen por separado son más comunes de lo que podría pensarse: una de cada cinco duermen en habitaciones distintas y casi dos terceras partes de quienes duermen separados lo hacen todos los días, según datos de la encuesta de enero de 2023 a 2200 norteamericanos realizada por la Asociación Internacional de Equipamiento para el Hogar a pedido del diario The New York Times. Esa práctica fue bautizada como “divorcio de camas” y tienen grandes defensores entre las celebridades, como Cameron Diaz, de 51 años y casada desde 2015.
Los diseñadores de interiores notan que son cada vez más las parejas que les piden que reformulen el espacio de la casa para transformar habitaciones independientes en dormitorios que se comunican y asegurarse de que no haya un dormitorio principal y uno secundario, sino que ambos tengan el mismo nivel de confort y decoración.
Tal vez esas parejas hayan descubierto el secreto de la felicidad doméstica: un cuarto propio. Todos duermen mejor, sin escuchar los ronquidos de su pareja ni tener que pelearse por la frazada o desvelarse por la afición nocturna del otro a TikTok.
“Leve señal de alerta”
Pero los sexólogos y terapeutas de pareja no están tan convencidos. A Katherine M. Hertlein, profesora del programa de terapia de pareja y familia de la Universidad de Nevada, Las Vegas, le preocupan los motivos detrás de la decisión de dormir en habitaciones separadas. ¿Es realmente porque tu compañero no para de dar vueltas en la cama? ¿O es una excusa para evitar hablar de problemas más graves, o una manera no conflictiva de escabullirse de una relación infeliz? “¿De qué no te querés enterar?”, dice Hertlein. “Algunos vienen y te cuentan que se mudaron a otra habitación por su dolor de espalda, y yo les pregunto: ‘¿En serio? ¿En serio fue por eso?’”
Pocas metáforas transmiten mejor la idea de una relación que se va a pique que una pareja que duerme separada. La novela Anna Karenina, la oda definitiva a la discordia marital, comienza con un esposo durmiendo despatarrado en un sofá, símbolo definitorio de una familia infeliz. Si bien durante mucho tiempo los aristócratas tenían tocadores separados, como suele verse en series como The Crown y Downton Abbey, también son una clase social que tiende a casarse por dinero o título, no por amor. Las parejas que se casan por amor comparten cuarto.
Si nos quedamos sin ese momento de intimidad garantizada al final de cada día, acurrucados juntos en la cama, que además puede redundar en un gratificante encuentro sexual, las parejas podrían transformarse en poco más que roommates con chapa de algo más importante.
“Percibo una leve señal de alerta”, apunta la psicóloga y sexóloga Cheryl Fraser. “De una saludable soledad a tomar un poco de distancia hay apenas un paso”.
En sus encuestas de 3000 parejas estables, Fraser descubrió que entre el 33% y el 40% informan que están en una relación sin sexo, que desde el punto de vista clínico se define como no tener relaciones sexuales más de seis veces al año. Y si sacamos el tiempo de “hacer cucharita” en una cama compartida, en poco tiempo el sexo también desaparecerá. “Cuando dormís en la misma cama, el sexo se da espontáneamente”, señala Fraser. “Nos casamos por amor, y por eso queremos estar en la misma cama y tener sexo el uno con el otro”.
Sin embargo, según la encuesta de la Asociación Internacional de Equipamiento para el Hogar, una organización empresaria del sector, el 31% de las parejas encuestadas que duermen separadas dicen que no tuvo ningún impacto en la relación y el 21% incluso dice que mejoró gracias a eso. (También es cierto que a la otra mitad de los encuestados ese arreglo no les resultó tan positivo.)
Pensar un cuarto propio
Rich Newhart, de Burlington, Nueva Jersey, sostiene que gracias a que cada uno tiene su propio dormitorio se siente más cerca de su esposa y con más ganas de tener intimidad con ella.
“Ya no estás pensando en encontrar la forma de escapar de tu familia para tener un poco de tiempo a solas”, admite Newhart, de 31 años, que trabaja en una empresa de seguro médico.
Rich y su mujer empezaron a dormir separados al inicio de la pandemia, cuando pasaban juntos las 24 horas de los siete días de la semana en su antigua casa en Houston. Todo ese tiempo en familia era demasiado para su esposa, Cara, que ya no aguantaba más.
Así que Cara se mudó al cuarto de invitados.
“Soy introvertida y necesito pasar tiempo sola para recargar energía”, explica Cara, diseñadora de interiores y presentadora de un podcast llamado “Make Room” (“Hacete espacio”).
Quedó fascinada apenas hizo el traslado. Se dio cuenta de lo que se estaba perdiendo, porque había vivido sola muy poco tiempo, cuando iba a la universidad, y fue madre a los 24 años.
Ahora, con su propia habitación, sentía que podía expresarse. “Tuvimos que abocarnos de lleno a la crianza y nos fuimos perdiendo a nosotros mismos”, confió Cara. “Pero a medida que nuestra hija fue creciendo, resurgimos y empezamos a preguntarnos: ‘¿Qué me gusta hacer en el tiempo libre? ¿Quién soy?’. Tener un espacio físico para ese proceso nos ayudó mucho, porque ya no nos sentimos entrampados el uno con el otro”.
En 2022, cuando se mudaron de Texas a una casa de tres dormitorios en Nueva Jersey, la pareja decidió que el arreglo de dormir separados fuese permanente. Cara decoró su habitación en tonos color ladrillo y azul marino, madera natural clara y una llamativa pared estampada detrás de la cama. Y decoró la habitación de Rich con azules fríos, grises y tonos de madera más oscuros. Su hija de 6 años duerme al final del pasillo. “Quiero que mi espacio refleje mi personalidad, eso es muy importante para mí”, apunta Cara. “Quería una habitación donde nuestros gustos y estilos no se mezclaran”.
Alrededor del 46% de las personas encuestadas que dijeron haber abandonado la cama compartida culparon del cambio a los ronquidos o las vueltas de su pareja en la cama. El relevamiento de la Asociación Internacional de Equipamiento para el Hogar también reveló otros culpables muy mencionados, como diferentes horarios de sueño o rutinas contrapuestas. Casi un 20% de los encuestados dijo dormir en habitaciones separadas simplemente porque necesitaban privacidad y el 22% respondió haber hecho el cambio durante el último año, lo que plantea la posibilidad de que ese tipo de acuerdo se esté volviendo cada vez más común y no menos.
“Él prefiere su habitación y yo, la mía”
En los 13 años que Laura Perna y Geoffrey Glass llevan juntos, la pareja nunca compartió dormitorio. Viven en una casa de cuatro habitaciones en Austin, Texas, que comparten con un roommate. Laura tiene 40 años, es directora de comunicaciones de una organización de defensa de los derechos de las personas con discapacidad y le gusta tener un espacio propio, limpio y ordenado. Geoffrey, técnico veterinario del refugio de animales de la ciudad, prefiere un espacio acogedor y lleno de chucherías. “Él prefiere su habitación y yo prefiero la mía, pero lo importante es que estamos juntos”, afirma Laura.
De vez en cuando pasan la noche juntos, por ejemplo, después de ver una película de terror o cuando necesitan consuelo, como hace un año, cuando murió uno de sus gatos. “Hay veces en los que definitivamente dormimos juntos como apoyo emocional”, dice Geoffrey, de 47 años. “Es algo de lo que ni siquiera tenemos que hablar: si estamos mal por algo, muchas veces terminamos durmiendo juntos”.
Como muchas parejas entrevistadas para este artículo, Geoffrey no cree que el sexo y el sueño estén necesariamente conectados. “Si hablamos de acariciarse, abrazarse y besarse, lo hacemos bastante y de manera espontánea”, describe Geoffrey. “Pero en general, si vamos juntos al dormitorio es porque estamos buscando deliberadamente ese nivel de intimidad”.
“Casi un secreto inconfesable”
Ermelinda y Jay Wood están casados desde hace 40 años y desde hace 20 duermen en habitaciones separadas, porque Jay ronca mucho, hace lío con las sábanas y a su esposa la saca de quicio.
“En el matrimonio hay que ser práctico si querés seguir casado”, sentencia Ermelinda, de 67 años, que vive con Jay, de 66, en un departamento de dos habitaciones en Pacifica, una ciudad costera al sur de San Francisco. “Uno tiene que entender que no siempre sincroniza con el otro y que no siempre tiene ganas de intimidad al mismo tiempo”.
Pero a Ermelinda le preocupa el estigma social que pesa sobre las parejas que duermen separadas. Cuando vivía su madre, solía decirle que le daba pena verlos dormir separados, hasta que una vez escuchó roncar a Jay y entendió todo…
“Es casi como un secreto inconfesable”, lamenta Ermelinda.
Pero dice que terminó encantándole tener su propia habitación y que a esta altura no sabe si estaría dispuesta a tener que dejarla. “¿Por qué esperar hasta que el otro se muera para dormir de corrido a la noche? Tal vez la verdadera pregunta sea qué es un dormitorio: ¿un lugar para tener sexo? ¿un lugar para retirarse a leer un libro? Para mí, el dormitorio siempre ha sido el lugar al que voy a rejuvenecer y dormir”, reflexiona.
Y a veces, el sueño llega más fácil cuando estamos solos.
Por Ronda Kaysen
(Traducción de Jaime Arrambide)
Otras noticias de Vínculos
Más leídas de Sociedad
Calendario escolar 2025. Definieron cuándo empiezan las clases en la Ciudad y las fechas de las vacaciones
Tiene 120 efectivos. El Gobierno de la Ciudad creó un cuerpo especial de policías mujeres para manifestaciones
Curiosidades. ¿Cuál es la flor nacional de la Argentina y cómo se eligió?
Arte y religión. ¿Por qué el Día de la Música se relaciona con Santa Cecilia?