Dilema digital: hijos con celular, padres estresados
Los adultos sienten que no pueden controlar lo que hacenlos chicos; recomiendan establecer pautas de conducta claras
“Me quedo afuera de todo. No me entero de nada. Soy la única que no tengo”. Tanto insistió Guadalupe, de 12 años, con este argumento, que al final su madre, Paola Pandullo, le compró un celular. “Era cierto, se quedaba afuera de todo, incluso de las cosas del colegio: todo pasaba por los grupos de WhatsApp. Pero ahora se convirtió en una adicción. Pasa horas, se le va el día, no hace nada y no se da cuenta. Además, me preocupa cómo habla con las amigas: mandan muchas cadenas y con un lenguaje que no entiendo. Entonces le pedimos que nos diera la clave y se lo reviso o se lo secuestro para que haga otras cosas”, cuenta Pandulo, que forma parte de la generación de madres estresadas por el abrupto desembarco de su hija en el mundo digital.
Algo similar ocurrió en la casa de los Ramírez, este año, cuando empezaron las clases. Los padres de Sol, de 10 años, volvieron a escuchar el reclamo de su hija: no había nada en el mundo que deseara más que un celular. Fernando y María le dijeron que no antes de los 12 años. Entonces llegó un argumento que los desarmó: ella, que luchaba por ser parte del grupo, había quedado afuera. Los Ramirez se replantearon la decisión y le dieron un equipo en desuso que tenían en casa. “Entendimos que para estar integrada tenía que tener un celular”, dice María.
Esa es la forma en la que la mayoría de los chicos argentinos acceden a un celular hoy, según relatan los padres y confirman los especialistas: cerca de los diez años y, en muchos casos, por el temor a ser excluidos de sus amigos. Según un estudio de Unicef el año pasado, seis de cada diez chicos argentinos se comunica usando un celular. “La edad a la que se accede al primer dispositivo sigue bajando, y ya está cercana a los nueve años”, explica Marcela Czarny, de la ONG Chicos.net, que se dedica a investigar y a concientizar sobre la dimensión de la vida virtual de los chicos.
Desde ese día en que le dieron su primer celular, también llegaron los conflictos. “Estamos estresados. Porque la vemos todo el día pendiente, y por más que ponemos reglas claras, es una lucha constante. Se zambulló muy rápido en ese mundo y como padres perdimos un poco el control sobre ella. Cuando leo lo que escribe me parece que es otra persona. No me gusta revisarle los mensajes, siento que invado su privacidad, pero también creo que como madre lo tengo que hacer para cuidarla y enseñarle”, dice María.
¿Cómo deberían los padres preparar a sus hijos para este mundo? ¿Cómo deben manejar la vida de sus hijos en las redes? ¿Sirve prohibirles el acceso? ¿Y espiarles las cuentas y revisarles el celular?
A pesar de que en Facebook sólo se admiten usuarios de más de 13 años, en la práctica chicos de menor edad acceden a una cuenta. “Siete de cada diez de entre 10 y 12 años tiene perfil en una red social”, afirma Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación de la Universidad de París y autora del libro Los chicos y las pantallas.
"¿Por qué será? Hoy la vida social de los chicos pasa por las redes. Así como nosotros nos encontrábamos a jugar en una plaza, en la actualidad, los hijos se reúnen en la Red. No es bueno ni malo. Es como es", dice. Y agrega: "Es el primer espacio en el que los chicos se sienten libres, en un mundo sin adultos. No es necesario convertirse en un espía, ni hackear la cuenta de tus hijos para sentirte seguro. Antes, hay muchas cosas que se pueden hacer, como establecer pautas claras según las edades”.
Los especialistas coinciden en que los chicos no deberían tener una celular antes de su ingreso a la escuela secundaria. Antes de los tres años, dice Morduchowicz, nada de pantallas. Hasta los seis, la televisión y siempre en espacios compartidos. Desde los seis a los nueve, la computadora y la tableta familiar, sin acceso a Internet. De los 9 a los 12, con Internet y con la mirada de los padres cerca. “Cuando los chicos acceden a un celular antes de los 12 años, todavía no desarrollaron el criterio para manejarlo, más allá del conocimiento técnico”, señala la especialista.
Marina Escobar y su marido decidieron regalarle un celular a su hija Elena, el día de su cumpleaños número nueve. “Varias de sus compañeras ya tenían aparato, WhatsApp e incluso un par canales de Youtube. Nuestro trato fue que podía usar WhatsApp, pero no tener cuenta en Youtube ni tampoco Facebook. Le dimos la charla: las redes sociales son peligrosas, no contestes a extraños, avisame si te escribe un adulto. Pero de pronto empezó a tener problemas. Y los problemas escolares típicos de la edad (me miró raro, me dijo presumida, no me contestó, se burló de mí, ya no quiere ser mi amiga) se potenciaron en WhatsApp. Básicamente porque quedaba escrito. Y eso significaba una "prueba" de cualquier mala palabra dicha. Se le fue de las manos y a nosotros también porque aunque monitoreamos sus conversaciones, no podés hacerlo todo el tiempo”, cuenta Marina.
“Tuvo una gran pelea con una compañera y la chica le sacó fotos a los diálogos. Los padres de la chica me reclamaron el exabrupto escrito. Pedimos disculpas y tomamos la decisión de retirar WhatsApp del teléfono hasta nuevo aviso. Hasta que ella aprenda a calibrar la comunicación por esta vía, y eso sólo pasará con la madurez”, cuenta la madre.
"Nosotros solemos decir: las pautas de autocuidado las damos hasta los 11 años. Después tenemos que rezar. Hoy, como se han acelerado los procesos de autonomía, antes de los 11 años tenemos que haberles dado a nuestros hijos las herramientas de reflexión y pensamiento crítico para dudar de lo que se les ofrece. Si a los 12 le espiás el perfil y te encontrás con sorpresas, significa que no hubo una conversación antes", dice Czarny.
Espiar las cuentas de los hijos es una práctica que adoptan muchos padres aunque no parece la mejor opción. “Darles un celular es como darles las llaves de un auto o de la casa y decirles salí y tené cuidado. Nada más. No lo haríamos. Tampoco es buena idea darles el celular sin prepararlos para eso. No desde lo técnico. Eso lo saben. Los tenemos que preparar para hacer un uso inteligente, responsable y positivo del celular”, agrega.
"Los padres, muchas veces, con o sin intención, buscan excusas para no comprometerse con el cuidado. Pensar que los chicos saben más que uno es un error. Ellos sólo tienen el conocimiento instrumental, pero muchas veces no dimensionan el peligro. Sería muy necesario que nos acostumbremos a preguntarles, tal como hablamos de otras cosas, qué hiciste hoy en Internet, qué viste, con quién hablaste. No como un control policial, sino como un tema de conversación. Una forma de cuidado. A los chicos les hace bien sentir que estamos presentes, que nos pueden contar qué hicieron y con quién hablaron", dice Morduchowicz.
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