Diez fobias atípicas, sus posibles causas y algunos tratamientos
Botones, abrir los ojos, el hogar y dormir son sólo algunos de los objetos y situaciones cotidianas a las que algunas personas no se pueden enfrentar; qué dicen los especialistas
Es habitual escuchar que una persona le tiene fobia, por ejemplo a las alturas, las serpientes, el encierro, las arañas, las enfermedades, volar, el agua o salir a la calle. Sin embargo, hay quienes presentan miedos menos comunes a determinados objetos o en diferentes situaciones.
Diez de las fobias atípicas, incluidas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mental (DSM5) que se usa internacionalmente para diagnosticar las patologías relacionadas, entre otras cuestiones, a los trastornos de ansiedad, son:
- Caliginefobia: al sexo femenino
- Efebifobia: a los adolescentes
- Somnifobia: a dormir
- Sofofobia: Miedo a saber algo nuevo
- La ambulofobia: a caminar.
- A los colores: xantofobia, en el caso del amarillo y eritrofobia, si se teme al rojo.
- Fagofobia: A comer y tragar
- Ecofobia: a la casa
- Optofobia: a abrir los ojos
- Kompounofobia: a los botones
Pero, ¿qué es una fobia? “ Es un trastorno mental. Es una patología de la psiquis que se encuadra en el grupo de trastornos de ansiedad”, explicó a LA NACION Ana Laura Maglio, doctora en psicología de la Fundación Equipo de Terapia Cognitiva Infantojuvenil (ETCI).
A este concepto, el doctor en psicología Daniel Bogiaizian y director de la Fundación Ayuda, agrega: “Es una reacción fisiológica muy intensa sobre algo que da temor de sólo pensarlo. Se trata de una reacción masiva de miedo o sensaciones displicentes como el asco, algo que se da en muchos casos donde la fobia es a determinados animales como sapos”.
“La mayoría de las personas que te describen una fobia te dicen que con sólo pensar en tener contacto con ese objeto o situación ya se les activa la reacción fisiológica”, dijo Bogiaizian.
Cuando la ansiedad pasa a ser un problema
“No es una enfermedad en sí misma sentir esa ansiedad ante determinados estímulos que percibimos como amenazantes. Todas esas reacciones que va a tener nuestro cuerpo tanto a nivel de pensamiento como de reacciones fisiológicas y conductuales, tiene como objetivo preparar a mi organismo para pelear o huir. Es una reacción lógica si percibí que hay una amenaza”, explicó sobre los trastornos de ansiedad la doctora Maglio.
“Por ejemplo, si voy por una calle oscura y siento un ruido intenso a mis espaldas, es lógico que piense que quizás me pueden robar. Entonces puedo comenzar a tener palpitaciones que tiene la finalidad de hacer correr la sangre más rápido a mis extremidades para poder salir corriendo más rápido”, detalló.
La especialista resumió: “Quien tiene un trastorno de ansiedad experimenta esto ante un estímulo que, objetivamente, no es amenazante, como pasa con las fobias. O los experimenta con una intensidad que les termina trayendo más problemas que beneficios. En lugar de cuidarlos, termina siendo un trastorno en sí mismo. Es como tener una alarma demasiado sensible. Como si fuera la alarma de un auto que funciona mal”.
Bogiaizian coincidió con su colega: “Es una reacción del sistema de alarma. Lo que hace una persona es evaluar una amenaza que les advierte que hay un peligro. Sabemos que es una fobia porque la persona se siente amenazada por algo que no lo justifica. Hemos atendido una fobia a las mariposas. ¿Hay algo más tierno que una mariposa? ¿Hay algo más alejado a sensación de amenaza que una mariposa?”.
Al ser consultados sobre qué puede originar o desencadenar una fobia, el director de la Fundación Ayuda, dijo: “Existe la fantasía de que hay algún elemento traumático que antecede. En un montón de personas no existe eso. En la mayoría no. A lo que le teme la gente en una fobia, en general, es a alguna forma de imprevisibilidad. No saben qué va a pasar con eso que los asusta, que puede ser incontrolable para la persona, o sobre la reacción de la persona. Es decir, que no pueden garantizar cómo van a reaccionar frente a eso”.
En tanto, Maglio explicó: “No es el mismo origen para todas las personas. Hay modelos o hipótesis. Uno de los posibles es el aprendizaje por asociación. En algunos casos, la persona puedo haber tenido una experiencia traumática en años anteriores o en la infancia. Por ejemplo, si me atacó un perro de niño, el circuito que se arma es que empiezo a evitar el contacto con los perros y cada vez se hace más grande porque esa idea sigue intacta. Entonces, como nunca me cruzo con un perro esa idea se refuerza y eso podría dar origen a una fobia”.
“No es el único origen. También hay personas que están más predispuestas a sufrir trastornos de ansiedad por vulnerabilidades biológicas y heredables. También puede ser aprendido cuando una persona observa a otras personas que sufren una fobia”, dijo la doctora en psicología.
Tratamientos cortos y de exposición gradual
“Se puede curar una fobia. Hay tratamientos que son muy efectivos. La base, en general, es la exposición gradual. En alguna época se probaba de inundar a la persona ante eso que le genera la fobia. Pero es en casos muy puntuales y la técnica tiene que ser bien aplicada para evitar que sea contraproducente”, aseguró Maglio.
Bogiaizian, por su parte, dijo que los tratamientos para curar fobias, en general, son cortos y duran unas 6 sesiones. “Son tratamientos cognitivos conductuales que se basan en la identificación de cuáles son los componentes evaluativos que están distorsionados en cada persona y en exposición. Es decir, se trabaja desde el punto de vista cognitivo en las creencias que tiene el sujeto con respecto a la posibilidad de que se concrete la amenaza”.
Su colega remarcó la importancia del gradualismo en la exposición. “Las más efectivas son las que hacen que una persona se enfrente al miedo de forma gradual. Por ejemplo, si es fóbica a los perros lo primero sería exponer a esa persona a una foto que ya le genera las mismas reacciones fóbicas que al ver al perro. Luego se pasa a un peluche, a un perro atado y así generás una escalera de exposición hasta que se pierde la fobia”.
Bogiaizian señaló una técnica más: la de desensibilización, que consiste en ir comparando el estímulo amenazante con técnicas de relajación.
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