Diego Maradona: “Messi no necesita ganar el Mundial de Brasil para ser el mejor jugador del mundo”
La respuesta le salió desde las tripas, contundente y sincera. "Messi es distinto. Tiene una marcha más. Es guapo, es... no porque los demás no lo sean, ¿eh?, pero nosotros nos pasamos tanto tiempo buscando un Maradona que por ahí los frenamos a los pibes. Ojo, frenamos a pibes que nos llenaron los ojos y nos llenaron el corazón, pero que tocaron un techo. Siento que Messi no tiene techo todavía, ¿entendés? Yo siento que Messi es el distinto que estábamos esperando."
La respuesta le salió desde la tripas a Diego Armando Maradona, contundente y sincera, pero no ayer, cuando sus palabras hubieran resultado obvias y hasta oportunistas, sino hace nueve años, en tiempos en los que considerar a Lionel Messi el mejor futbolista del mundo era todavía un lejano esbozo.
Promediaba 2005 y, en una de sus tantas metamorfosis, Maradona había afinado su cuerpo hasta ponerlo casi en línea con aquel que lucía en sus tiempos de gloria. Sentado a la cabecera de la mesa de la cocina en la casa paterna de Villa Devoto, donde se había instalado por aquellos días, en los que se dedicaba básicamente a conducir el programa La noche del 10, por Canal 13, había llegado a aquella declaración a partir de una pregunta que podría tener hoy la misma vigencia que su respuesta: "¿No le estamos tirando demasiada responsabilidad a Lionel Messi, poniéndolo como el salvador del seleccionado?"
Casi una década después, otra vez sentado a la cabecera de la mesa de una cocina, pero en un lugar tan lejano de Villa Devoto como Dubai, el hombre cuyo cuerpo ha sufrido tantas transformaciones como experiencias ha vivido, vuelve a escuchar la misma pregunta. Tantas cosas pasaron que hasta sucedió lo que por entonces era inimaginado: que lo tuviera bajo su mando, con él como director técnico de un seleccionado. Pero su respuesta no va a cambiar.
–Vos marcaste a Messi en 2005, cuando todavía no era Messi. ¿Qué le veías?
–El trato con la pelota era distinto, la velocidad con la que llegaba para encarar a los europeos era distinta… No se detenía, no se detiene. Por eso yo digo que a él le gusta mucho más el arco que a mí. Yo me detenía más en el juego, más en crear que en hacer goles. Supongo que él también, pero a mí me gustaba hacerlo goleador al número 9. Yo tenía más visión del campo; él tiene más visión del arco. Creo que dentro de unos años estaremos hablando de un Lío todavía más completo. Tal vez con menos gol, pero seguramente con más juego. Si bien hay un techo que marcó, porque no se puede hacer tres goles por partido todos los partidos, pero va a ser un jugador más completo. Porque los años te van restando velocidad, pero te van sumando experiencia para evitar fricciones innecesarias. Ya lo pensás más… Tirás paredes cuando hay que tirar: hoy tira setenta paredes por partido; por ahí en el futuro tire treinta y sea un jugador más completo, que baje a buscar la pelota a la mitad de la cancha, que patee tiros libres, que cambie de frente. Yo hoy veo que a los tiros libres de Leo todavía no le temen. A mí me temían. Había lugares de la cancha en la que los arqueros decían la voy a buscar adentro. Pero en los mano a mano, Lío sí que les encontró la vuelta a los arqueros: tiene el tiempo y la velocidad mental como para jugársela a un costado, para enganchársela o para tirársela por arriba, que lo hace como nadie.
Diego insiste en llamarlo Lío a Leo, tal cual es el apodo de Lionel, y a estas alturas ya no habrá nada que lo haga cambiar. Como tampoco cambia, parece, un concepto: que Lío, Leo o Messi todavía no tiene techo, tal cual lo decía en aquella charla.
–Vos alcanzaste la plenitud a los 25 años, con la selección del 86 y con el Napoli. Messi tiene casi 27 y percibís que todavía tiene mucho para dar...
–Seguro. Y eso tiene mucho que ver con la personalidad. Él se toma las cosas con mucha más tranquilidad que yo. En eso, Lio, mentalmente, para tomar decisiones, va en cámara lenta. Yo, para tomar decisiones, era un rayo.
–Esperá, que esto vale, hay que aclararlo: ¿hablás de cómo juega o cómo vive?
–Hablo de la personalidad. Ojo, lo digo porque lo conocí como pibe y lo conocí como jugador. Quizá la diferencia que hay es que él toma las decisiones mucho mas rápido dentro de la cancha que afuera. Afuera… Afuera hace lo que se le canta el culo, también, ¿eh?, pero está claro que tiene una vida más tranquila que la mía, je.
En tiempos en que las comparaciones se usan para descalificar y no para calificar, la tentación de oponer las figuras de Maradona y Messi ha llevado más a lo primero que a lo segundo. Desde el maradonismo extremo, "¿cómo van a comparar a Diego, que hizo arrodillar a los brasileños y a los ingleses, con ese muchacho que ni siquiera sabe el himno argentino y por eso no lo canta?" Desde el messismo fundamentalista, "¿cómo van a comparar a Leo, que es un profesional y se la pasa batiendo récords, con ese gordo drogón?"
Afortunadamente, hay mentes abiertas que permiten una mirada más rica y reflexiva. Como la del entrenador italiano Arrigo Sacchi, que tuvo "la fortuna y la desgracia", según él mismo lo definió, de encontrarlos a ambos como adversario. A Maradona, cuando estaba al frente del Milan, en Italia. A Messi, cuando le tocó ser manager del Real Madrid, en España. De ambos escribió y habló, en su momento: "Crean espectáculo, verlos es una alegría también para los adversarios. Maradona fue el intérprete único del fútbol de hace 20 o 30 años. El juego se confiaba más a la habilidad de una individualidad que a una idea de base y a entrenamientos colectivos. De la nada, podía inventar siempre cualquier cosa. Podía jugar en cualquier equipo y volverlo especial. Messi es hijo de nuestros tiempos, ama el fútbol y lo interpreta con profesionalidad y entusiasmo. Su enorme talento es menos instintivo y más cultivado por años de una escuela futbolística. Él se conecta magistralmente con el propio equipo y dentro de esa espléndida orquesta emite acordes extraordinarios. Messi saca ventajas de la sinergia con el equipo para sacar ventajas. Maradona era más autónomo y autosuficiente. Lionel, a diferencia de Diego, no tiene contraindicaciones, pero quizá no tenga todavía su personalidad. Messi es más respetuoso de las reglas, más profesional y menos showman... Pero los dos, cada uno a su manera, aman el fútbol. Marcarán una época y dejarán una señal indeleble en lo más grande de la historia del fútbol".
"Tiene razón Sacchi", afirma Diego, mientras un peluquero que ha llegado hasta su casa dubaití, en la famosa Palmera de Jumeirah, trabaja afanosamente sobre su cabeza.
–¿En qué?
–En casi todo... Mirá. Yo tuve que armarme mi equipo, mientras Lío encontró un Barcelona superpoderoso. Pero, ojo, él no tiene la culpa de eso, al contrario. Él se sumó a ese equipo y marca diferencias.
–Vos hiciste grande al Napoli, ¿Leo podría hacer lo mismo?
–No creo. Por personalidad. Pero sí estoy seguro que se divierte jugando al fútbol tanto como me divertía yo. También somos distintos en la rebeldía. Yo era rebelde adentro y afuera de la cancha... Siempre digo, y lo sostengo, que me hice más daño a mí mismo que a los demás. Pero siempre hice lo que sentía. Lío no es rebelde afuera de la cancha, pero se hace respetar. Por ejemplo, le vino muy bien la capitanía. Y quiero recordar que esa capitanía no se la dieron ni Sabella ni Bilardo; se la di primero yo. Se la di porque veía que se enojaba cuando no se la daban en los entrenamientos. Ésa es su rebeldía: hacerles ver a sus compañeros que lo tienen que buscar a él.
–¿Y ésa es su forma de ejercer el liderazgo, también?
–Claro. Yo creo que es como un líder de la Play. En la concentración, juegan treinta partidos y el que gana 16-14 es el mejor. En la cancha, Lío es un jugador de Play y los compañeros entieden que se la tienen que dar a él para que resuelva las cosas. Lo veo haciendo eso y no, por ejemplo, yéndose a pelear con Grondona. Irá otro, pero él sabrá todo. O sea, no lo veo como un líder que se siente con Grondona como lo hacía yo, porque no está en su forma de ser. Pero sí lo veo, como lo vi, mostrando su rabia en la cancha. Eso sí: no creo que le guste ganar tanto como a mí. No creo...
–Pero, ¿no le ves ese "instinto asesino" del que hace poco habló el Tata Martino, por ejemplo?
–No, no lo veo. Pero sí tengo el recuerdo de Sudáfrica, que para mí vale tanto como eso: yo tengo en mis oídos, y creo que no se me va a ir más, el sonido del llanto de Lío cuando nos quedamos afuera contra Alemania. Me acerqué y le dije que iba a tener un montón de mundiales de revancha. Se lo dije con el corazón. Todos estaban pensando en la vuelta, en los pasajes... Y él estaba ahí, boca abajo, llorando. Eso es algo muy fuerte, algo que los argentinos tienen que saber. Porque cuando se habla que no siente la camiseta, que no canta el himno... Son unos giles los que dicen eso.
–Para muchos, también, en ese Mundial se perdió la gran oportunidad de verlo levantar la Copa. Y era tu equipo.
–Messi jugó un Mundial excepcional conmigo. Excepcional. Y nadie lo dijo. ¿Por qué no hizo ningún gol? Hizo figuras a todos los arqueros...
–Pero en el partido contra Alemania...
–Lo vuelvo a repetir: nosotros no nos equivocamos en el partido contra Alemania.
–¿No? ¿Estás seguro?
–No. No tenía más.
–Todo parecía indicar que su Sudáfrica 2010 era tu México 86.
–Insisto: para mí, él jugó un Mundial bárbaro. Y gracias a la edad y a la experiencia que adquirió en estos años, pienso que el Mundial que le viene justo es éste. Hasta le sirvió el parate de la lesión. Si no, no paraba más, porque quiere jugar siempre, siempre... Por eso digo que me encantó que a Cristiano le dieran el Balón de Oro, mientras Lío se quedaba con el Balón de Oro... al descanso. El que regule mejor, va a ganar. Y Leo ya reguló.
–Lo ves con la Copa en el Maracaná...
–Puede ser, puede ser... Pero lo que pasa es que es Brasil, ¿viste? Y aunque nos haya tocado un grupo fácil, el Mundial es Mundial cuando se van achicando los espacios, cuando llegan los grandes. Está España, está Alemania, y está Brasil, con una defensa tremenda. Vos pensás en la defensa de Brasil y te vienen a la cabeza seis o siete nombres; pensás en la delantera y te viene sólo Neymar. Para Lío será una prueba de carácter, de sacar todo ese llanto que tiene adentro del corazón. Brasil 2014 puede ser su gran revancha.
–¿Necesita, como sostienen algunos, ganar el Mundial para ser el mejor?
–¿¡Qué!?¡¡¡Nooo!!! Messi no necesita ganar el Mundial para ser el mejor futbolista del mundo. No tiene nada que ver, no confundamos gordura con hinchazón. Ganar el Mundial sería bárbaro para la Argentina, sería bárbaro para los hinchas y sería bárbaro para Lío. Pero un Mundial más o menos no le va a quitar ni uno solo de los méritos que hizo hasta ahora para estar donde está.
–¿Y dónde está?
–Con los mejores de los mejores.
–Que son...
–Los que todos dicen. Di Stéfano, Pelé, Cruyff, me ponen a mí... Y él. Je, tres argentinos.
Con ellos, justamente, se sentará a una mesa a hablar de Leo, sin Leo. Será para el documental que graba, por estas horas, el cineasta español Alex de la Iglesia. Después, ya en Brasil, tal vez le toque contar cómo aquel distinto –distinto como él, distinto a él– que señaló hace casi una década levante la Copa que se espera desde 1986, justamente cuando él lo hizo. Por ahora, le mandó un mensaje por televisión: "Lío, solamente quiero decirte que te quiero mucho, que la estás rompiendo, que tenés que dejar que los demás hablen, que digan que vas a ser el mejor de toda la historia. Eso lo vamos a sentir nosotros cuando termines la carrera. Hoy divertite. Seguí haciendo lo que estás haciendo. Y que seas feliz con tu familia. Te quiero, de verdad".
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