Didier Ebongeza, el congoleño que administra un hotel en la Puna y sueña con ser presidente de su país
Llegó a la Argentina en 2008 y se prepara para volver a su país y formar un espacio político por fuera de los partidos tradicionales
Muchos extranjeros que llegan a la Argentina desean adentrarse en una cultura desconocida, pero pocos lo hacen con la aspiración y el convencimiento de formarse para conducir los destinos de una nación.
Didier Mombilo Ebongeza es oriundo de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, tiene 36 años, y actualmente trabaja como gerente de un hotel en Iruya, Salta. Sin embargo, su anhelo ligado a la política es convertirse en presidente de su país.
¿Cómo llegó desde el país africano a la Puna argentina? Por sus deseos de conocer otros países y por el amor que lo unió con una salteña que había viajado a su continente.
“Salí del Congo, estuve en Camerún; allí estudié filosofía y, aunque no terminé la carrera, decidí viajar. Pasé por Nigeria, Kenia y Sudáfrica y llegué a la Argentina. En Camerún conocí a una chica salteña que estaba trabajando allí y seguimos en contacto. Mi idea era viajar por una inquietud filosófica, porque lo que se enseña del mundo occidental es muy egocéntrico y quería ver realmente cómo era”, cuenta Didier.
“Llegué a Argentina en 2008, me casé con la chica que conocí. Vine con la idea de seguir viajando, tengo ese proyecto hasta cumplir los 40 y luego volver al Congo para trabajar en política”, asegura.
Didier tuvo varios trabajos. Fue profesor de francés y dio clases particulares hasta 2015, cuando comenzó a realizar tareas en el hotel. Ahora es "gerente operativo y administrador” del hotel, ubicado a 313 kilómetros de la ciudad de Salta.
“En Iruya me quedaré como máximo dos años, porque estoy cursando cuarto año de Derecho. El año que viene podría terminar la carrera, luego mi propósito es viajar a Canadá y hacer un máster en Ciencias Políticas”, anticipa Didier y recuerda que apenas aterrizó en el país no sabía nada de español, por lo que debió tomar clases e ir a todas partes con el diccionario a cuestas.
“Siempre tengo facilidad de adaptarme, la gente siempre fue muy amable y predispuesta, la actitud fue positiva. Me gusta la amabilidad de la gente, no me gusta la impuntualidad y la falta de respeto por el horario de los demás. ‘A la una nos encontramos’, dicen, y no aparecen, no avisan ni piden disculpas. Me molestaba terriblemente, hasta que me acostumbré”, dice resignado y agrega que también le gusta el asado y el vino y suele tomar mate, aunque aclara que con uno o dos es suficiente.
“Argentina es un país maravilloso pero los comportamientos de los políticos no ayudan. En Congo hay corrupción y es lo que más me molesta. Acá no deberían tener corrupción porque hace 200 años que hay instituciones democráticas y eso le da madurez a un país, debería marchar mejor”, manifiesta y lo compara con los menos de 60 años de independencia de su país.
Consultado sobre los hábitos locales que más le llamaron la atención, Didier cuenta que en la capital del Congo, donde viven más de 10 millones de personas, se perdió el sentido de la cultura popular y en Salta, en cambio, existen muchas raíces del folklore y fiestas patronales. “Cada pueblo tiene un día de su santo, está la procesión de la Virgen y fiestas de los santos. Eso no existe en mi país”, afirma.
Didier señala cuáles son las consultas o requerimientos más comunes de los argentinos: “Antes de venir acá me decían que la gente más complicada es de Capital, el porteño, por su forma de hablar. Pero en realidad los más complicados son los del Norte, es al revés. Acá estamos en medio de la montaña y hay problemas de comunicación, la gente cuando llega exige comunicarse pero no es mi responsabilidad. Igualmente hay mucha comprensión y, en general, hay un 90% de buena onda”.
Ambiciones presidenciales
Didier remarca que le gusta Iruya, pero que si se queda no podrá realizar su proyecto más anhelado. “Tengo una ambición política, ser algún día el presidente del Congo. Tengo la idea de hacer un espacio político nuevo por fuera de los partidos tradicionales”.
Para él, es indispensable un cambio de la concepción política y no duda en que será capaz de llevar adelante las reformas en pos de un sistema más transparente con foco en el bienestar de los ciudadanos. “Los políticos allá piensan que son semidioses y que se les debe rendir pleitesía. La política debe ser colaborativa, cuando vuelva quiero hacer algo nuevo, por ahora es un proyecto solitario”, declara.
En la República Democrática del Congo se espera que en diciembre próximo se publique el calendario electoral con llamado a elecciones para 2018, aunque los comicios se debían haber celebrado en diciembre pasado cuando se extendió, en calidad de gobierno interino y con manifestaciones en contra, el mandato del actual presidente Joseph Kabila, quien gobierna el país desde el asesinato de su padre, Laurent-Désiré Kabila, en enero de 2001
“La idea es transformar el Congo, allí si los dirigentes fueran serios y responsables, sería una potencia mundial y no estaría como está ahora. Mi idea es cambiar esa concepción. Los políticos quieren enriquecerse, se presentan como algo diferente cuando no están en el poder, y cuando llegan son más de lo mismo”, subraya Didier .
Sobre sus referentes políticos, Didier destaca: “Me interesa el sistema de Nelson Mandela, no al pie de la letra, sino como referencia. No es perfecto, pero tomaría ese ejemplo, cuando llegó al poder no se quedó. Lo óptimo es hacer un mandato, como máximo dos, y dejar a otros que trabajen. Las reelecciones no son positivas, la alternancia siempre es algo bueno”.
En cuanto al actual gobierno argentino, el congoleño tiene una opinión favorable: “Por el momento se está trabajando bien, respetando las instituciones y no imponiendo la voluntad [del Ejecutivo]. La separación de poder se está respetando”, dice.
Consultado sobre la detención de la líder de la agrupación Tupac Amaru Milagro Sala, Didier diferenció los ánimos de la población de Iruya y del norte del país: “Acá en el Norte no hay tanta buena opinión de ella, en comparación de lo que veo a nivel nacional. La Justicia debería trabajar en serio y que las causas no sean tratadas luego de que la gente pierde el poder. Ella tuvo mucho poder y cuando se terminó, recién tuvieron posibilidades de juzgarla, en un país serio ese tipo de cosas no debería suceder. Nadie debería estar por encima de la ley”, concluye quien, en un futuro no muy lejano, intentará sembrar ese concepto en su propia tierra.
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