Diálogo y debate para encarar la modificación del sistema
No se tomaban escuelas para protestar contra la perversidad de un sistema que fabricaba los famosos ni-ni
Una minoría de estudiantes secundarios ha decidido tomar escuelas en la ciudad diciendo que ésta es su forma de expresarse para oponerse a la reforma educativa.
La pregunta es por qué esta violencia de unos pocos contra la reforma educativa que estamos llevando adelante. Por qué si estamos dialogando con alumnos, maestros, sindicatos y padres y madres que son y serán recibidos para encontrar soluciones a los problemas que puede generar el cambio.
En la Argentina de hoy, cinco de cada diez jóvenes no terminan la escuela secundaria y uno de cada cien, en el quintil de menores recursos, no puede aspirar a un título universitario. ¿Un sistema con semejante deformación no necesita reformas? Lo curioso es que hasta que el gobierno de Mauricio Macri puso en marcha el plan que estamos ejecutando, no se tomaban escuelas para protestar contra la perversidad de un sistema que fabricaba los famosos "ni-ni", aquellos que ni estudian ni trabajan.
Entonces, honestamente preguntamos: ¿qué quiere decir la confusa bandera que estos estudiantes han levantado bajo el nombre de "argentinazo"? ¿Un "argentinazo" con las escuelas cerradas?
Cuando se toma una escuela, se les está quitando la posibilidad de educarse a los que quieren seguir asistiendo a clase. En otros años y en las escuelas que fueron tomadas, bajó la inscripción y aumentó el índice de repitencia. Hubo algunas escuelas que perdieron hasta el 40 por ciento de los inscriptos.
Si hay algo que existe en esta gestión, repito, es diálogo. Siempre hay espacio para el debate, para escuchar las visiones, propuestas y opiniones de los demás.
Parece que hubiéramos perdido cuarenta años. En los años setenta hubo un único demonio: la violencia para solucionar nuestras diferencias. La forma de esta violencia parece ahora distinta, pero el concepto, que es lo que importa, es el mismo.
El mensaje dice: no importa si tengo razón, no estoy dispuesto a debatir, lo importante es cerrar las escuelas en forma violenta.
Tomar una escuela para empezar a desarrollar el ejercicio de la política es un error: ahora se puede votar desde los 16 años, que es la mejor manera de hacer política. En cambio, tomar una escuela es un acto de violencia como el que se usaba en la década del setenta.
No repitamos los mismos errores de aquella época y construyamos una Argentina mejor, con más y mejores escuelas abiertas dando educación de calidad.
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