Día Mundial de los Humedales: las seis especies animales amenazadas que habitan en el Delta
El cambio climático, la deforestación y la caza ilegal son solo algunos de los factores que vulneran el ecosistema en el que viven
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El Delta del Paraná, con aproximadamente 243.126 hectáreas, comprende humedales entre las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. Desde el 2015 es considerado de importancia internacional junto a otros 22 humedales de la Argentina y 2412 del mundo.
Parte de su importancia, no solo a nivel nacional sino para la humanidad, se debe a sus propiedades de brindar agua dulce, de amortiguar los impactos de la lluvia, de almacenar carbono y de ser hogar de una gran biodiversidad. Según la Convención Internacional sobre los Humedales, también llamada Convención de Ramsar, estos incluyen hábitats de agua dulce inundados de forma permanente o estacional, lagos, ríos y pantanos, áreas costeras y marinas. El Día Mundial de los Humedales, que se celebra hoy, conmemora un nuevo aniversario de la firma de este convenio que promueve la conservación y el uso racional de estos ecosistemas.
Las amenazas a las especies animales que dependen de los humedales se acrecientan día a día. En la Argentina, en los territorios del Delta del Paraná, hay al menos seis que enfrentan una larga lista de peligros que incluyen desde la caza ilegal, los agroquímicos, la deforestación y la urbanización hasta el cambio climático.
Pava de monte
La pava de monte (Penelope obscura) es la especie más austral de la familia de los crácidos. Emblema de los bosques ribereños, esta ave de tonalidades mayormente oscuras habita las áreas boscosas en el sur de Brasil, Paraguay y la Argentina, principalmente en las selvas y montes cercanos a fuentes de agua como los ríos.
En nuestro país, además de encontrarse en las islas del Delta, es posible verla en Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes. De tamaño mediano (tiene una longitud menor a los 75 centímetros) y mayormente caminadora, resulta muy fácil de identificar por su bolsa gular rojiza y sus patas grisáceas.
Esta especie cumple un papel primordial en el mantenimiento de los bosques al dispersar las semillas de los frutos de los que se alimentan.
A pesar de la que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) categoriza a la pava de monte como una especie de “preocupación menor”, su situación en la Argentina es “vulnerable” al estar sometidas a la caza furtiva y a la destrucción de su hábitat. “Esto es causado por el reemplazo de especies exóticas (algunas de ellas invasoras), los incendios y la destrucción de los humedales por la construcción de barrios privados”, explica Lucas Gómez Ríos, coordinador del Programa Delta del Paraná de la Fundación Temaikèn.
Lobito de río
De color pardo lustroso, nariz negra y garganta en ocasiones color canela o amarillenta clara, el lobito de río (Lontra longicaudis) es un mamífero acuático que habita ríos, arroyos, lagos, lagunas y esteros de zonas tropicales y templadas. Además de encontrase en el noroeste y noreste de la Argentina, esta especie se extiende desde el noroeste de México hacia el sur por todos los países de América Central y del Sur, con excepción de Chile.
Al igual que otros predadores, este animal ayuda a mantener el equilibrio de poblaciones de peces y otras presas que integran el ecosistema del río.
En 1992, sometido a una fuerte presión de caza por el uso comercial de su piel, Corrientes declaró al lobito de río como Monumento Natural Provincial.
Hoy, en la Argentina como a nivel internacional, está categorizada como “casi amenazada” no solamente por la caza furtiva sino también por la destrucción de su hábitat causado por la contaminación del agua, la pesca excesiva, la deforestación y la construcción de represas que modifican los cursos fluviales.
Ciervo de los pantanos
El ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotmus) es considerado el animal autóctono más grande de América del Sur. Caracterizado por su gran porte, las patas largas y estilizadas de este animal cuentan con pezuñas especialmente adaptadas para moverse en los ambientes pantanosos y húmedos donde habita.
A causa de la caza, el avance de las fronteras agropecuarias y las enfermedades importadas por el ganado, el ciervo de los pantanos se extinguió en la mayor parte de su hábitat, subsistiendo en los Esteros del Iberá y en el Delta del Paraná. En las islas se encuentra la población más austral de esta especie aún en “peligro de extinción”, cuyos ejemplares no superarían los 800 animales. La alteración y destrucción del hábitat, la introducción de especies exóticas, el ataque de los perros y las inundaciones se suman a la larga lista de amenazas a las que comúnmente se enfrentan.
Gómez Ríos explica que, en varias ocasiones, son trasladados a la Fundación Temaikèn, donde se les brinda asistencia veterinaria y se trabaja en su recuperación física y comportamental con el fin de reinsertarlos en el Delta del Paraná.
Sus características físicas, así como también su distribución geográfica, lo convierten en una especie “paraguas” para la conservación: al protegerlo, también se conserva la flora y fauna nativa junto con los procesos ecológicos del ambiente natural de las islas.
Ranita panza amarilla
El Delta ofrece un hábitat óptimo para la ranita panza amarilla (Elachistocleis bicolor), ya que se reproduce en lagunas temporales con matas de pastos y deja los huevos flotando en la superficie del agua.
Si bien los anfibios tienen tolerancia a varios hábitats, una vasta distribución geográfica y una población estable, en la Argentina y en el mundo son el grupo más amenazado.
Se encuentra en el noreste de la Argentina, en el sudeste de Bolivia, en el sudeste del Brasil, en el sur de Paraguay y Uruguay. Habita en humedales, bosques, pastizales, en espacios terrestres y acuáticos.
Tortuga pintada
Es una especie animal amenazada característica del Delta del Paraná. La tortuga pintada (Trachemys dorbigni) está en estado vulnerable, no solo por la destrucción de su hábitat, sino también por la captura y el comercio ilegal para el mascotismo.
Este reptil autóctono se identifica por sus manchas amarillas en ambos lados de la cabeza. Es una especie omnívora y las hembras son las que tienen mayor tamaño. Tiene las patas adaptadas para la natación y un caparazón hidrodinámico que reduce la resistencia al agua, “siendo una adaptación fundamental para escapar de sus presas con mayor facilidad”, explica Gómez Ríos.
Mariposa bandera argentina
La mariposa bandera argentina (Morpho epistrophus argentinus) cuenta con una envergadura alar de 70 a 105 milímetros. Se pueden observar en Paraguay, sur del Brasil, Uruguay y el este de la Argentina.
Tanto las mariposas como las polillas son una parte fundamental del ecosistema: son polinizadores, controlan la vegetación y son alimento para otras especies. En su fase de oruga es gregaria –se mueve en grupo– y tiene un color rojo intenso para protegerse de los depredadores.
Esta especie, que habita en bosques húmedos, talares y en selvas marginales, sufre de extinciones locales y una disminución general de sus poblaciones por la pérdida y modificación de su hábitat. Sus plantas nativas hospederas y nutricias –en las cuales deja sus huevos y realiza la metamorfosis– están disminuyendo en cantidad por la creciente urbanización y el reemplazo por flora exótica.
Una ley de protección demorada
De acuerdo con la Convención de Ramsar, de la cual la Argentina es parte, a pesar de que la extensión global de los humedales es de aproximadamente 12,1 millones de km2, sufrieron una disminución del 35% entre 1970 y 2015. Se ven afectados más rápido de lo anticipado por el cambio climático, la contaminación, el drenaje y especies invasoras, entre otros factores.
En la Argentina, el proyecto de ley de humedales, que busca garantizar presupuestos mínimos de protección ambiental para su uso racional y sostenible, perdió estado parlamentario al no ser incluida en las sesiones extraordinarias del Congreso.
“No tener políticas y leyes que los protejan significa desproteger la porción que nos corresponde del 40% de la biodiversidad mundial que habita o se reproduce en los humedales”, explica Gabriela Gürtner, directora de la consultora ambiental Ananda, a LA NACION. “Implica que los humedales sigan desprotegidos y no cumplan su función de almacenar agua; que las amenazas que los afectan sigan generando pérdidas irreversibles y que la biodiversidad que los habita se encuentre en peligro de extinción”, agrega.
La especialista también señala que es importante pensar una convivencia armoniosa entre el ser humano y la naturaleza: “Promover prácticas sostenibles, integrar a la comunidad local, articular estrategias colaborativas entre los diferentes barrios junto con organismos gubernamentales, instituciones académicas y ONG, con el fin de desarrollar acciones basadas en el conocimiento científico y aplicadas a la vida real”.
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