Día internacional del sarcoma: qué es este tipo de tumor que ataca los “sostenes” del cuerpo y cómo se puede detectar
Se estima que en la Argentina esta patología representa el 1% de todos los tumores; es un tipo de cáncer poco conocido
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El sarcoma es un tumor de comportamiento maligno que se desarrolla en los huesos o en los distintos tejidos blandos del organismo, como por ejemplo, los músculos, la grasa, los nervios y los tejidos fibrosos. Se estima que en la Argentina esta patología representa el 1% de todos los tumores, y tal vez por ese motivo se trata de un cáncer poco conocido para la gran mayoría.
Hoy, en el Día internacional del sarcoma, se presenta una buena oportunidad para conocer cuáles son las señales de alerta para detectarlo de manera temprana, y cómo son los tratamientos disponibles.
“Se pueden presentar en cualquier parte del organismo. Los más frecuentes (60%) se dan en los miembros, tanto brazos como piernas. Pero también podemos verlos en el tórax, cabeza y cuello y en regiones específicas del abdomen. Existen dos tipos principales que se pueden dividir en sarcomas de partes blandas, que afectan a los tejidos blandos del organismo; y los sarcomas óseos”, explica Alejandro Pairola, cirujano del equipo de Cirugía Abdominal del Instituto Alexander Fleming (IAF).
Los expertos coinciden en que se trata de una patología poco frecuente, que puede presentarse en la infancia, en la adolescencia o en la vida adulta. “Según datos reportados en 2022 del Cancer Statistics de Estados Unidos, de un total de casi 2 millones de nuevos tumores diagnosticados en 2021, 17.000 eran sarcomas. Si bien en la Argentina no tenemos la incidencia exacta, se estima que representa el 1% del total de los tumores”, detalla Tomás Soulé, oncólogo clínico del Área de sarcomas, melanomas y tumores genitourinarios del IAF.
Los síntomas y el diagnóstico del sarcoma
“Se diagnostica con una lesión o masa ya consolidada. Sin embargo, cuanto más pequeña sea la lesión, más oportunidades hay de obtener mejores resultados e impactar positivamente en la calidad de vida del paciente, así como mejorar las expectativas de curación”, explica la oncóloga Yanina Pflüger, jefa del Servicio de Melanoma y Sarcoma del IAF.
Por este motivo, es fundamental conocer cuáles son las señales de alerta de esta patología oncológica. “Los síntomas son muy variables según el origen y la localización del tumor. Los mismos van desde una protuberancia que se siente a través de la piel, que puede ser dolorosa o no. Otros síntomas pueden ser dolor, pérdida de peso, distensión abdominal y fractura ósea de difícil explicación”, detalla Pairola.
En el caso de que aparezca un nódulo, este puede tener desde el tamaño de una pelotita de golf hasta volúmenes superiores.
Los métodos de diagnóstico son muy variables, en función del origen y ubicación del tumor, y lo recomendado es que sean indicados por un médico especialista con el fin de evitar someterse a estudios que sean innecesarios. “Pueden utilizarse la resonancia magnética, la tomografía y la ecografía, entre otros estudios. Se escoge el más adecuado teniendo en cuenta la localización del sarcoma. Por ejemplo, en miembros inferiores la resonancia magnética tiene mejor observación de imágenes; y en pulmón, la tomografía computada puede valorar mejor el órgano”, explica Soulé.
También suelen utilizarse desde una simple radiografía, hasta la anatomía patológica, la biología molecular y, para situaciones específicas, los especialistas pueden recurrir a una tomografía por emisión de positrones (PET), que utiliza pequeñas cantidades de materiales radioactivos llamados radiosondas y permite detectar manifestaciones tempranas de la enfermedad.
“Cabe remarcar que hay más de 70 subtipos de estos tumores y que a veces es difícil detectarlos. Es por ello que el patólogo hoy cuenta con herramientas para precisar el diagnóstico como inmunohistoquímica, test moleculares, translocaciones y la clínica del paciente”, agrega Pflüger.
Los riesgos del sarcoma y cómo son los tratamientos
“Dentro de la entidad sarcomas se encuentra una gran diversidad de tipos de tumores, y por lo tanto, su mortalidad varía entre todos ellos. Hay algunos síndromes hereditarios (que son mutaciones que tenemos al nacer) que pueden favorecer su aparición”, indica Soulé.
Matías Chacón, miembro de la Sociedad Americana de Oncología Clínica, señala que, en general, los sarcomas óseos son los más frecuentes en gente joven. “Esos casos se curan con quimioterapia y radioterapia; en relación con los sarcomas de partes blandas, no hay síntomas para que uno pueda detectarlos precozmente. Pero a la población en general hay que decirle que si se toca una pelota o una masa en alguna parte de su cuerpo mediante una resonancia uno podría lograr un diagnóstico a tiempo”, advierte el especialista.
Pflüger coincide en que el tipo de sarcoma que el paciente presente y la evolución clínica serán las principales características a tener en cuenta para evaluar el riesgo que experimenta el caso. “Hay personas que tienen más riesgo, y son aquellas en las que pensamos algún síndrome hereditario que lo predisponga a estos tumores”, sostiene.
También pueden elevar el riesgo de desarrollar un sarcoma la exposición a la radioterapia por un tumor previo, la inflamación crónica provocada por la acumulación de líquido linfático, la exposición a ciertas sustancias químicas utilizadas a nivel industrial o como herbicidas y el contacto con determinados virus.
Una vez diagnosticado el tumor, Pairola sostiene que es “importante que el tratamiento sea encarado por un grupo multidisciplinario en el que se involucren médicos especialistas en sarcoma, que son oncólogos, patólogos, radioterapeutas, traumatólogos y cirujanos. Todos ellos podrán tomar en conjunto la decisión del mejor esquema posible para cada sarcoma específico”.
En cuanto a las herramientas de tratamiento, “globalmente los sarcomas se tratan con quimioterapia, radioterapia y cirugía. En los últimos años hubo muy buenos avances con algunos subgrupos que responden a tratamientos modernos, como por ejemplo inhibidores tirosín kinasa (que actúan sobre la superficie de los receptores que activan los tumores), inmunoterapia y anticuerpos monoclonales”, agrega Soulé.
Un estudio reciente realizado en los Estados Unidos reveló que sólo uno de cada cinco pacientes con sarcomas localizados recibe quimioterapia. La investigación, publicada en Journal of the National Comprehensive Cancer Network, fue realizada por la Universidad de California en Los Ángeles y concluyó que el 22% de los casos en los que el tumor no se había extendido a otros órganos se aplicó este tratamiento.
Al igual que sucede con los síntomas y los métodos de diagnóstico, para definir una estrategia terapéutica será determinante el tipo de tumor. Y su estadio, también. “Cuando la enfermedad está localizada, la cirugía es la opción principal. Hay situaciones donde debe complementarse antes o después con radioterapia y/o quimioterapia. Para tumores en etapas más avanzadas la quimioterapia es el tratamiento de elección”, detalla Pflüger.