Pequeños emprendedores: Vitto tiene ocho años y quiere ser el Newton de Youtube
"Mi vida está en la computadora", asegura entre risas a LA NACION; cómo piensa un chico argentino que desea mejorar el mundo a partir de sus inventos
Vitto Fadigati no juega a la escondida, a la mancha ni a la rayuela. Tampoco salta en los recreos al elástico o intenta cantar primero “chancho va” apenas reúne cuatro cartas del mismo número. Casi seguro que nunca interactuó con el barco pirata de los playmobiles o la granja de los pinypons en casas de amigos, y menos debe conocer el sabor del chicle jirafa, el chocolate jack o la tira de caramelos fizz, tres infaltables en kioscos, cumpleaños o kermesse de generaciones anteriores. Tal vez (la probabibilidad, a esta altura, es dudosa) haya intercambiado figuritas del último Mundial de fútbol para completar el álbum...
¿Es tímido? ¿Solitario? ¿Vive afuera? ¿No habla castellano? Nada de eso. Tiene ocho años, hace experimentos, y asegura a LA NACION que “su vida”, literalmente, “está en la computadora”.
Cuando sea más grande quiero inventar un descalviciador para que todos puedan tener el pelo que les gusta
“Siempre le digo a mi mamá que el mundo cambió y que los chicos jugamos con computadoras como antes jugaban con autitos. Me gusta hacer experimentos, filmarlos y subirlos a mi canal (PandaGamer1945)", cuenta Vitto a esta cronista durante una tarde en un café de Belgrano, unos de los pocos momentos en que -sin percibirlo del todo- consigue alejarse de las teclas y de la pantalla, al menos, hasta volver a su casa.
De lejos, su estatura y contextura, reforzadas por su sonrisa y mirada pícaras y su pelo rebelde de color rubio, condicen con la edad escrita en el DNI, pero sus gestos y los términos científicos que intercala sin titubeos en su relato dejan ver al adulto que quiere ser y con el que busca encontrarse desde ahora, a pesar de su corta edad.
En parte eso explicará por qué ya desde los 2 años realiza pruebas con plastilina y bicarbonato y que escenas de la película Lluvia de Hamburguesas lo hayan llevado a proyectarse casi como un discípulo de Newton del siglo XXI.
Con ADN de científico
Apoyado por su familia, Vitto encontró en la ciencia y en la tecnología la combinación perfecta de lo que más disfruta en su infancia. Hace tiempo que graba tutoriales on line de sus inventos, y le enseña a sus seguidores trucos para pasar de nivel en el videojuego Minecraft. Reniega del éxito de Pokémon Go, porque jugarlo -señala- implica despegarse de la PC o del Smart TV por muchas horas para salir de “caza” por la calle. Prefiere refugiarse en su avatar de “científico youtuber”, con el que eligió presentarse desde que empezó la entrevista y quedarse adentro. Está en su ADN.
- ¿Tenés un ratito libre y estás con la compu?
- Sí, en general sí
- ¿Y te dejan estar el tiempo que quieras o te ponen límites y horarios?
Hace muecas y mira a su papá, que está sentado al lado. No consigue la respuesta más conveniente y retoma la conversación. Le gusta hablar de lo que hace y piensa.
Lo confirma al describir un sinfín de actividades que tiene programadas en la semana, como inglés, tenis, y clases de matemática, además de “la compu” y el colegio, que simulan el "chapoteo" de navegar por Internet y hacer varios clicks en simultáneo.
El podio de inventos
-¿Te ves haciendo algo relacionado con la ciencia cuando seas más grande?
- De vez en cuando
-¿Qué pensás sobre eso?
- Creo que empezaría en la adolescencia. Por ahí, construyo un laboratorio y creo una máquina para ordenar comida.
-¿Cómo sería?
- Ponés un código en la computadora...Ponele, escribís: «huevos fritos, con sandwiches de jamón y queso, en pan tostado, cortado en triángulos». Después, agregás el día y la hora (3 de septiembre a las 4 de la tarde). Apretás un botón y toda esa información va por una antena a la máquina. Ese día y a esa hora, cae la comida elegida.
- Cuando la construyas, te compro una. Vas a tener muchos clientes.
- (Suspira) Si hago una para cada uno, voy a tardar un siglo…
La máquina de comida es sólo uno de los inventos dentro del podio. Otro proyecto en mente es el “descalviciador”, que desea implementar en unos años. Para explicar en qué consiste, se vale de elementos cercanos: un vaso y una galletita. “Este es el descalviciador (el vaso) y ésta (la galletita), una persona calva. "Yo le pongo el descalviciador en la cabeza, se lo echo y le crece el pelo: en la cabeza, en los brazos, en el pecho, en los pies. Después voy a tener que armar algo que lo emprolije un poco”, dice, entre risas, y repentinamente su expresión cambia.
- Estoy viendo un agujero ahí, abajo (muestra un cuadro que cuelga de la pared)
-¿Dónde?
- Ahí
- Vos ves cosas que otros no vemos, Vitto. Se nota que te gusta explorar…
Asiente. Pide un vaso de agua y se recuesta sobre sus brazos para hacer una pausa, sin perder el entusiasmo que lo caracteriza. Lleva más de media hora hablando sin parar. Está algo cansado.
Pasados unos minutos, el niño y sus ocho años se apoderan otra vez de ese Vitto que entró al bar. Algo está claro: su registro y forma de pensar “adultos” no lo convierten en grande de golpe. Sólo dejan traslucir que hoy la infancia de muchos chicos es distinta, habita en otro lado.
Pequeños emprendedores
La historia de Vitto y la de otros niños de su generación inspiró la creación de "Pequeños Emprendedores", una iniciativa pensada para ellos en el Centro Metropolitano de Diseño, de Barracas, a principios del mes próximo. Allí podrán participar niños y niñas, de entre 8 y 11 años, que tengan una idea, un sueño y ganas de hacer del mundo un lugar mejor.
“Estoy ansioso porque quiero conocer a otros chicos como yo, la vamos a pasar genial”, apunta, apenas percibe que la conversación viró hacia el encuentro del sábado 3 de septiembre. “Mi papá y yo vamos a estar en el taller de Tecnología”, comenta enseguida.
Estoy ansioso, quiero conocer a otros chicos como yo
Quienes participen podrán anotarse en talleres abiertos, divididos por temáticas (Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y Arte), y habrá un espacio para que los padres puedan estar de manera activa, con charlas guiadas por especialistas, psicólogos y emprendedores en vistas a ayudarlos a conectarse con estos millennials en potencia.
“Las actividades permitirán a los futuros emprendedores transitar distintas experiencias, potenciar la creencia en ellos mismos y la capacidad de lograr todo aquello que se propongan”, indicó a LA NACION Daniel Miguez, vicepresidente y cofundador de Emprear, uno de los organizadores del evento. Santiago Serna, director de Emprendedores del gobierno porteño, complementó: “En Buenos Aires, 1 de cada 3 personas conoce a un emprendedor y el 60% tiene una imagen positiva de ellos. Los chicos crecen en este contexto y son, prácticamente por naturaleza, emprendedores, ya que cuestionan el statu quo de manera espontánea para transformar la realidad y protagonizar el cambio”.
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