Decepción: del remdesivir a la dexametasona, las opciones para tratar el Covid-19 siguen siendo limitadas
Los expertos admiten que no hay medicamentos prácticos y efectivos contra enfermedad, que recrudeció por la variante delta; desarrollar una píldora antiviral que los pacientes, el objetivo
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NUEVA YORK.– A casi un año y medio del inicio de la pandemia, los investigadores siguen sin encontrar medicamentos prácticos y efectivos para tratar el Covid-19.
En Estados Unidos se ha autorizado o recomendado el uso de unas diez drogas a tales efectos. La autorización de dos de esos fármacos luego fue rescindida, cuando quedó demostrado que no eran eficaces. Recientemente, el gobierno norteamericano suspendió temporalmente la distribución de un tercer fármaco porque no era efectivo contra las nuevas variantes. Los mejores medicamentos para el tratamiento temprano de la enfermedad son difíciles de administrar, y las drogas para los que están internados apenas ayudan a los pacientes que ya están gravemente enfermos.
“Para ser honestos, las opciones que tenemos son muy limitadas –dice Daniel Griffin, jefe de Enfermedades Infectocontagiosas de la Red de Prestadores de Salud ProHealth New York–. No contamos con ningún tratamiento contundente.”
En el pedregoso camino para desarrollar drogas contra el Covid-19 influyeron numerosos factores que dejan al descubierto las falencias de la infraestructura de investigación y atención médicas, en especial a la hora de luchar contra una pandemia que cambia todo el tiempo.
Los funcionarios norteamericanos concentraron todos los recursos en el rápido desarrollo de vacunas, y con éxito. Sin embargo, y a pesar de que anteriormente hubo brotes de otros coronavirus, la escasa investigación previa demoró el desarrollo de tratamientos para la enfermedad. Los pocos ensayos clínicos en Estados Unidos tenían que competir para conseguir pacientes. Y cuando se desarrollaba algún fármaco efectivo, aunque difícil de administrar, el fragmentado sistema de salud de Estados Unidos tenía problemas para hacerlo llegar a los pacientes.
Los casos de Covid-19 y la necesidad de tratamientos siguen estando. Los hospitales norteamericanos se preparan para recibir la oleada de pacientes de la variante delta, que corre como reguero de pólvora entre los no vacunados. En los países ricos el ritmo de la vacunación es cada vez más lento y en los países pobres faltan dosis. Ninguna vacuna es cien por ciento efectiva contra el Covid.
Hace poco, el gobierno de Joe Biden anunció una inversión de 3200 millones de dólares para apoyar el desarrollo de pastillas antivirales para el Covid-19.
Según datos del Instituto Milken, un centro de estudios sin fines de lucro, actualmente hay en marcha ensayos clínicos para evaluar la efectividad de más de 225 tratamientos farmacológicos, tanto de medicamentos nuevos como de otros ya aprobados para enfermedades como el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y la gota, para evaluar si también son efectivos contra el Covid-19.
Algunas de esas potenciales terapias en desarrollo resultan prometedoras. Merck & Co. y Pfizer Inc. están probando pastillas antivirales que podrían tomarse directamente en casa cuando uno se contagia. La tan esperada píldora de Merck, que está desarrollando con su socia Ridgeback Biotherapeutics, sufrió un duro contratiempo en abril, cuando demostró no ser eficaz en los pacientes internados. De todos modos, los investigadores siguen estudiando su efectividad en los recién infectados.
Recientemente, investigadores financiados por el gobierno de Estados Unidos y el Reino Unido lanzaron estudios a gran escala sobre la ivermectina, una píldora antiparasitaria utilizada durante décadas para tratar la ceguera de los ríos en el África subsahariana.
Difícil acceso
La falta de conocimiento de los prestadores de atención médica incluso dificultó el acceso de los pacientes a los tratamientos disponibles. En diciembre pasado, cuando dio positivo de Covid-19, Bob Bellin, de Austin, Texas, recordó que el expresidente Donald Trump había recibido un tratamiento con anticuerpos monoclonales del laboratorio Regeneron Pharmaceuticals Inc.
Bellin es jubilado y tiene el sistema inmunológico comprometido, así que cuando empezó con tos leve y dolor de cabeza tuvo miedo de desarrollar un caso grave de la enfermedad. Llamó a su prestador de salud para consultar sobre el tratamiento con anticuerpos, pero el asistente médico que atendió la llamada no sabía de lo que hablaba. Después de algunos ruegos e insistencias, el profesional prometió averiguar la disponibilidad del medicamento.
Varios minutos más tarde, se comunicó con Bellin para darle la lista de sitios a los que podía concurrir para recibir el tratamiento con anticuerpos. La semana siguiente, Bellin recibió la infusión en sangre durante una sesión que duró tres horas. Una semana después, pudo reanudar su rutina habitual de salir a correr.
En noviembre pasado, y sobre la base de los resultados preliminares de los ensayos clínicos, la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) autorizó los primeros medicamentos diseñados específicamente para enfrentar el Covid-19 en personas no hospitalizadas. Se trata de anticuerpos monoclonales inspirados en los anticuerpos naturales que las personas producen para combatir el nuevo coronavirus.
Los investigadores de empresas como Regeneron y Eli Lilly & Co. desarrollaron esos tratamientos monoclonales en menos de un año, en comparación con la década o más que suele tardar el lanzamiento al mercado de cualquier nuevo medicamento. Pero la labor se aceleró gracias a investigaciones anteriores de esas empresas para desarrollar anticuerpos contra el virus del MERS. En los ensayos, los nuevos fármacos funcionaron bien en pacientes con Covid en fase inicial, reduciendo el riesgo de hospitalización o muerte en un 70%.
Sin embargo, de los casi un millón de dosis de anticuerpos monoclonales enviadas a hospitales y clínicas de Estados Unidos desde noviembre hasta principios de mayo, solo el 49% fueron administradas a los pacientes.
Algo que influyó en ese uso tan limitado fue que los influyentes paneles de expertos que publican las pautas de tratamiento para el Covid-19 se negaron a respaldar los anticuerpos monoclonales hasta que no estuvieran disponibles los datos completos de los ensayos clínicos. Los Institutos Nacionales de Salud y la Asociación de Enfermedades Infectocontagiosas de Estados Unidos (IDSA) recién recomendaron su uso en febrero y marzo respectivamente, solo después de que el laboratorio Lilly presentó los resultados de un estudio de fase 3.
Adarsh Bhimraj, especialista en enfermedades infecciosas de la Clínica Cleveland y autor principal de las pautas y recomendaciones de IDSA, dice que las autorizaciones iniciales de la FDA se basaron en datos de fase 2 con un pequeño número de pacientes, lo que dificulta determinar qué tan efectivos eran los medicamentos en comparación con el placebo.
Administración
Por su parte, muchos hospitales tardaron en adoptar la administración de anticuerpos monoclonales porque se aplica por infusión intravenosa que tarda más de una hora en completarse, seguida de una hora de observación por los posibles efectos secundarios. Además, muchas clínicas donde se realizaban infusiones intravenosas enfrentaban al riesgo de que los pacientes con Covid-19 transmitieran el virus a otras personas con sistemas inmunitarios debilitados que recibían tratamiento por cáncer u otras enfermedades en el mismo establecimiento.
Cuando los pacientes gravemente enfermos con Covid-19 comenzaron a inundar sus salas, el Centro Médico Wexner, de la Universidad Estatal de Ohio, instaló un improvisado centro de infusiones en un pequeño auditorio, para administrar anticuerpos monoclonales exclusivamente a las personas con casos confirmados, antes de que empeoraran.
Hasta principios de julio, el hospital había tratado con esos medicamentos a 1469 pacientes, con un récord de 30 personas en los días pico, recuerda Jonathan Parsons, neumonólogo y vicepresidente ejecutivo del Departamento de Medicina Interna del Centro Médico Wexner. De los pacientes que trataron hasta ahora, solo el 4,8% tuvo que ser hospitalizado, en comparación con un estimado del 8% al 9% de pacientes similares que no recibieron el fármaco, dice Parsons.
De cara al futuro, los médicos consideran que la mejor solución sería una pastilla antiviral que se pueda tomar no bien se manifiesta la enfermedad.
Encontrar tratamientos altamente efectivos con efectos secundarios tolerables probablemente lleve años y requiera más coordinación entre los gobiernos, las universidades y la industria. “Necesitamos pasar de la fase de emergencia a un período en el que podamos tener un apoyo sostenido para el desarrollo de medicamentos”, explica.
Estas son las opciones de tratamiento que existen
Los medicamentos aprobados o recomendados en Estados Unidos para pacientes con Covid-19 incluyen:
- Tres tratamientos con anticuerpos monoclonales antivirales para prevenir el Covid-19 grave y la hospitalización. Los envíos de uno de esos medicamentos se detuvieron porque no fue eficaz contra las variantes, pero los médicos pueden seguir prescribiendo los otros dos: REGEN-COV y Vir Biotechnology Inc., de Regeneron Pharmaceuticals Inc., y Sotrovimab, de GlaxoSmithKline PLC.
- El antiviral remdesivir, fabricado por Gilead Sciences Inc., que ayuda a los pacientes hospitalizados a eliminar el virus.
- Plasma de convaleciente, una solución altamente concentrada de anticuerpos extraídos de pacientes con Covid-19 recuperados, también para uso en hospitales.
- Dos fármacos inmunosupresores para la artritis reumatoide llamados baricitinib y tocilizumab, para frenar la inflamación potencialmente letal que sufren muchos pacientes internados.
- La dexametasona, un esteroide genérico, recomendado para su uso en pacientes gravemente enfermos de Covid-19. Actualmente, es el tratamiento más común en pacientes hospitalizados.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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