Despidieron al escritor que parecía inmortal
Respeto y pesar en el adiós a Juan Filloy
CORDOBA.- "Ya creíamos que era inmortal", dijo uno de sus parientes, intentando traducir la tristeza de los familiares y amigos ante la muerte de "don Juan", el escritor de tres siglos, que ayer fue despedido en esta ciudad por aquellas personas que lo conocieron en la intimidad y que disfrutaron de su particular sentido del humor.
Juan Filloy falleció anteayer, a los 105 años. Murió a las 16.20 en su casa del barrio Nueva Córdoba, tras 21 días de enfrentar dificultades respiratorias. Estuvo internado cuatro días en el Hospital Privado de esta ciudad, pero los médicos le habían permitido regresar a su casa. Murió en su cama, cerca de sus papeles y sus libros, rodeado de su hija, sus nietos y la paciente Irma, que lo cuidó y lo acompañó durante los últimos 14 años.
El entierro se realizó por la mañana, en el cementerio San Jerónimo. Fue un sepelio austero, "como él hubiera querido", del que sólo participaron sus afectos más cercanos y representantes de algunas de las instituciones con las que él estuvo estrechamente ligado.
Filloy se había autoexcluido de los circuitos literarios y en más de una ocasión contó que lo "desquiciaban" los homenajes. Tal vez por respeto a esa voluntad, la despedida fue sobria, sin discursos estruendosos ni palabras grandilocuentes. Las valoraciones más exaltadas estuvieron a cargo del presidente de la filial Córdoba de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Miguel Martínez Márquez, quien leyó un breve discurso en el cementerio. "Quienes tuvimos el privilegio de conocer un arquetipo de esta progenie de hacedores no podemos menos que estremecernos antesu existencia (É). Con Juan Filloy las letras argentinas pierden un valor", dijo Martínez Márquez. Filloy fue fundador de la SADE de Río Cuarto, donde vivió gran parte de su vida, y presidió el segundo Congreso Argentino de Escritores, en 1939.
También lo homenajearon los dirigentes del Rotary Club de Córdoba y del de Deán Funes. "Venimos a despedir al rotario más viejo de nuestra institución, y a quien más ejemplos y consejos nos dio. Su muerte nos parte el corazón", dijeron, apesadumbrados.
Otrohomenaje póstumo se avecina. La Universidad Nacional de Córdoba tenía previsto entregarle, el 2 de agosto próximo, el título de doctor honoris causa. Y precisamente acerca de esa circunstancia, en los últimos días, en un rapto de su habitual ironía, él había comentado: "Yo no debería recibir el honoris causa, sino el hilaris (de hilaridad) causa". Más allá de sus chistes, Filloy ya había recibido esa distinción de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Generoso y altruista
Del cortejo participaron el intendente, Germán Kammerath, y su esposa, Luz Capdevila, quien tenía con Filloy una relación de parentesco político; el diputado nacional Miguel Angel Abella (UCR), oriundo de la ciudad de Río Cuarto, y el diputado provincial Rodrigo Agrelo, de la Ucedé.
"Es el escritor cordobés que más orgullo nos ha dado; desarrolló un intenso trabajo hasta los últimos momentos de su vida y, como ser humano, fue uno de los seres más generosos y altruistas que he conocido", dijo Kammerath. "Yo no he venido como diputado, sino como riocuartense _contó Abella_. Nosotros lo consideramos nuestro, como si nos lo hubiéramos apropiado. Estar hoy aquí es un mandato del corazón."
Irma Morales, la mujer que lo cuidó en su casa de Nueva Córdoba, lamentó que "le faltaba tan poquito para cumplir los 106 años". Y recordó que "julio era un mes muy importante para él; en julio murió su hijo y también su mujer, Paulina, en 1986".
A la sala velatoria llegaron,además, las flores del gobernador José Manuel de la Sota, de la Municipalidad de Córdoba y del club Talleres, del cual Filloy fue socio fundador. Su pasión por el deporte (el fútbol, el boxeo y el golf) fue apenas una de las muchas facetas de su personalidad que ayer recordaron sus amigos. "Es innegable que vivió intensamente", decían, intentando justificar la ausencia del escritor que parecía haberle ganado la batalla al tiempo.
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