Desnudos femeninos: un ejemplo de discriminación inaceptable
Las tres mujeres que en Necochea hicieron topless evidenciaron un reconocimiento de sus derechos que hace 10 o más años no hubiéramos imaginado. Frente al injustificable operativo policial, plantearon la doble vara con que nuestra sociedad sanciona o celebra el desnudo de las mujeres. Mientras que en los medios y la sociedad se celebra el desnudo de las mujeres en situaciones eróticas y provocadoras e insinuantes, en la playa a estas tres mujeres en una actitud natural, ante la denuncia de un señor, se las reprime.
Hay diferentes conductas frente a estos dos modelos de desnudos femeninos: uno natural, no sexista ni comercial, se lo rechaza y se pretende castigar: otro se lo promueve y se lo "usa" comercialmente y nadie se horroriza, se lo aplaude. Esta conducta de doble moral e hipócrita debe ser cambiada.
Para quienes trabajamos por los derechos de las mujeres y la igualdad de oportunidades, estas reacciones de mujeres y hombres, así como de algunos funcionarios como el juez actuante, son una evidencia de que nuestra lucha tiene sentido. Generó una conciencia que indica que las mujeres no vamos a ser más atropelladas y calladas, porque conocemos nuestros derechos y ya no somos un pequeño grupo, sino una mayoría que hace demostraciones en lugares públicos de todo el país, incluso algunos muy tradicionales.
La batalla se ganó y así como el NuncaMás/NiUnaMenos para la violencia ya es un movimiento de la sociedad, el NuncaMás al atropello a los derechos de las mujeres es una valor en nuestra sociedad. Las normas que quedaron atrasadas deben cambiarse y, no hay dudas, trascienden los partidos políticos.
El rechazo mayoritario de la sociedad al uso comercial y sexista del desnudo femenino debe llegar a los medios de comunicación y a todos los ámbitos para acabarlo ya que es un atropello a los derechos de mujeres y hombres. Y los organismos de seguridad y la Justicia deben aggiornarse, y si no lo hacen deben ser sancionados. Lo que ocurrió en Necochea no puede repetirse ni quedar impune. La impunidad no puede consentirse y es responsabilidad de los poderes ejecutivos impedirla. Toda la sociedad debe eliminar esta doble vara y exigir respuestas adecuadas.
La autora es presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM)