Brecha de género en el Conicet: hay más mujeres, pero los puestos jerárquicos son para los hombres
En el Conicet, la mayor parte del plantel científico es femenino. La Argentina, de hecho, es uno de los países latinoamericanos con mayor porcentaje de mujeres en la ciencia. Sin embargo, a mayor jerarquía dentro del organismo, el número de mujeres baja, y el de los científicos hombres aumenta.
Según datos del propio Conicet, el 53% del plantel total de investigadores científicos son mujeres. Esto es teniendo en cuenta las diferentes categorías: asistentes, adjuntos, independientes, principales y superiores. Y también a los directores de los 198 centros de la institución.
Pero dentro de estas categorías, la relación se invierte a medida que se avanza en la carrera. El porcentaje de mujeres investigadoras asistentes es de 60% del total; el de investigadoras adjuntas, la categoría que le sigue en jerarquía, es de 54% del total; el de investigadoras independientes es de 49% del total; el de investigadoras principales, 39%; y el de investigadoras superiores, 26% del total.
La tendencia es significativa. "Estamos inmersos en sociedades patriarcales en donde los equipos científicos son dirigidos mayormente por hombres. Pero en algún momento vamos a lograr revertirlo", dice a LA NACION Gloria Chicote, doctora en Letras.
Chicote es también directora del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales del Conicet. En los centros de ciencias sociales y humanidades, la proporción de mujeres y hombres es de 50 y 50. Pero si se tienen en cuenta los cargos directivos de todos los centros de investigación, la desigualdad de género también se hace evidente. Del total de centros, el 70% de los directores son hombres. Y es en los centros de ciencias exactas y naturales donde más se registra esta desigualdad. De los 92 centros dedicados al estudio e investigación en esas disciplinas, solo 22 son dirigidos por mujeres.
La influencia de la maternidad
Para Chicote, la variable que explica la diferencia es la maternidad. "Hay más ingresantes mujeres, y en adjuntas también. El problema está en el límite de edad, que hasta el año pasado coincidía con el momento de mayor fertilidad", dice. El límite para aplicar a una beca de investigación del Conicet era de 32 años. Esto hacía que muchas mujeres abandonen la carrera científica. O bien se vieran en desventaja con respecto a los investigadores hombres, en un momento clave para la producción científica, que es entre los 25 y 35 años.
"En los 80 y 90, por ejemplo, a las becarias doctorales no se les consideraba la menor producción de trabajos durante el embarazo y los primeros años de los hijos", dice a LA NACION María Silvina de Biasi, astrónoma y miembro de la Carrera de Personal de Apoyo (CPA) del Instituto de Astrofísica de La Plata.
Otra investigadora, que prefirió no dar su nombre, dijo: "Creo que las dificultades que afronta una mujer son mayores a las de un hombre, ya que además de encarar los obstáculos típicos de una carrera científica, muchas veces tiene que liderar las tareas del hogar, y las de la maternidad, desde el embarazo, la lactancia, hasta la crianza. En algunos casos, además tiene que lidiar con las opiniones de algunos que pueden agregar más contrariedades, que intentar hacer dudar de nuestras capacidades y/o de lo que queremos seguir haciendo".
Por su parte, Graciela Salerno, doctora en Ciencias Químicas y directora del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología dijo: "Cuando las mujeres están comenzando su carrera científica, frecuentemente ocurre que tienen menos antecedentes que sus pares hombres de igual edad, y esto está generalmente relacionado con las etapas de maternidad/escolaridad de los hijos. Es más difícil promocionar al comienzo de nuestras carreras porque la intensidad de producción puede ser menor que la de los hombres".
Sesgo estructural e histórico
Las científicas consultadas explicaron que existe un sesgo estructural e histórico por el cual características como la razón, la inteligencia y la objetividad, están relacionados con el género masculino. Pilar Peral García, doctora en Ciencias Naturales destacó que "todavía hay un mito de que los hombres son mejores que las mujeres, y lamentablemente no se educa lo suficiente todavía en cuestiones de género". Peral García es además directora del Instituto de Genética Veterinaria "Ing. Fernando Noel Dulout". Es la primera mujer en 10 años en ocupar el puesto.
Pero la situación esté cambiando. Según contó a LA NACION Dora Barrancos, directora por Ciencias Sociales y Humanidades del Conicet, el Conicet promueve ahora una serie de medidas para achicar la brecha de género. Entre ellas, ahora, una investigadora embarazada dispone de un año más para presentar el informe obligatorio anual; se incorporó un protocolo para llevar adelante las denuncias de acoso; y el directorio del Conicet no avala reuniones científicas que no tengan equidad de género.
"En el futuro esta situación probablemente se revierta", dice Estela Valle, investigadora del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario. Otras investigadoras son más escépticas. Para Gloria Chicote, la desigualdad también se manifiesta en los sueldos generales destinados a los investigadores. "Los sueldos son bajos. Quizás también por eso hay cada vez más mujeres. Los hombres buscan otro trabajo que tenga una remuneración más alta y las mujeres seguimos acá".
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