Descubren el “ingrediente secreto” que permitió a los edificios de la Antigua Roma sobrevivir durante milenios
Para el grupo de expertos que condujeron el estudio, la inclusión de este material en las construcciones actuales podrías significar un antes y un después en la arquitectura moderna
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Un reciente estudio publicado en la revista Science revela el “ingrediente secreto” que permitió que las majestuosas estructuras creadas en la antigua Roma -como el Panteón o el Coliseo Romano- sobrevivieran la prueba del tiempo.
La clave, según señalaron científicos de Estados Unidos, Italia y Suiza, estaba escondida a “plena vista”.
Tras analizarse muestras de hormigón utilizado por los romanos durante siglos, el equipo de expertos descubrió dentro del mismo concreto trozos blancos de un material denominado “clastos de cal”.
La inclusión de aquel componente revistió al hormigón de la capacidad de curar grietas que se formaban con el paso de los años. En investigaciones previas sobre este tipo de edificaciones, fue pasada por alto ya que se creía que su existencia era evidencia de una mezcla descuidada o materia prima de mala calidad.
El descubrimiento parece reafirmar que el hormigón romano, en muchos casos, demuestra ser más duradero que su equivalente moderno, que puede deteriorarse en décadas. Incluso, insisten los integrantes del estudio, debería ser empleado para construir estructuras en lugares difíciles como zonas de terremotos.
Asimismo, este nuevo hallazgo podría ayudar a que la fabricación de hormigón de hoy en día sea más sostenible.
Admir Masic, autor del estudio y profesor asociado de ingeniería civil y ambiental en la el Instituto Tecnológico de Massachusetts, admitió que “era realmente difícil creer que los antiguos [ingenieros] romanos no harían un buen trabajo porque realmente hicieron un esfuerzo cuidadoso al elegir y procesar los materiales”.
“Los eruditos escribieron recetas precisas y las impusieron en los sitios de construcción a lo largo y a lo ancho de todo el imperio, lo que se transformó en una verdadera revolución arquitectónica. Crearon y convirtieron ciudades en algo hermoso y cambiaron la forma de vivir de los humanos”, agregó Masic.
Cómo se crearon los clastos de cal
El trabajo científico, que también fue difundido por CNN, explica además nociones básicas sobre la creación del hormigón romano y cómo se compone la mezcla que hace que las construcciones sean tan duraderas. Para empezar, el hormigón es esencialmente piedra o roca artificial, formada por la mezcla de cemento.
Se creía en principio que, para obtener el “ingrediente secreto”, se mezclaba el cemento -que operaba como agente aglutinante- con cal apagada, que consiste en la combinación de óxido de calcio con agua. Sin embargo, con más estudios, fue posible dar con la verdadera fórmula.
Para obtener los clastos de cal, los ciudadanos de la antigua Roma utilizaban cal viva -en su forma más seca, reactiva y peligrosa- y la juntaban con concreto.
Tras haberse amalgamado ambos ingredientes, era opcional agregar además un poco de cal apagada. Un análisis adicional del concreto mostró que el proceso final de formación de los clastos de cal requería de estar expuesto a altas temperaturas. Esa “mezcla en caliente” fue clave para la naturaleza duradera del hormigón.
“Los beneficios de la mezcla en caliente son dobles. Primero, cuando el concreto en general se calienta a altas temperaturas, permite procesos químicos que no son posibles si solo se usa cal apagada, lo que crea compuestos asociados a altas temperaturas que de otro modo no se formarían”, explicó el autor del estudio.
Y completó: “Segundo, este aumento de temperatura reduce el tiempo de curado y el fraguado veces lo que permite una construcción mucho más rápida”.
Respecto de la habilidad “reparadora” del concreto, y tras varios experimentos, el equipo de científicos logró probar que son justamentes los clastos de cal los “responsables” de que suceda. Pueden disolverse en grietas y recristalizarse después de la exposición al agua, curando quebraduras formadas por la erosión.
Para los investigadores, este potencial de autorreparación podría allanar el camino para producir hormigón moderno más duradero y sostenible. Tal movimiento reduciría la huella de carbono emitida por el material de construcción, que representa hasta el 8% de las emisiones globales de gases.
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