Descanso en la playa. Sin lluvias en el horizonte, la afluencia de turistas ya hace pensar en el verano
Con temperaturas de 24°C y buen sol, en Mar del Plata las playas se vieron hoy colmadas de viajeros; propuestas gastronómicas para todos los bolsillos
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MAR DEL PLATA.– Hace tiempo que por acá hay tantas expectativas como dudas por lo que vendrá. A misma fecha del año pasado había pendientes elecciones presidenciales, un cambio de gobierno por delante y enorme incertidumbre. Hoy las inquietudes pasan por cuánto impactará el vaivén de la economía, si es bueno o no tanto un dólar que cae y baja la vara de los destinos de países vecinos y, más importante que todo, si en medio de los aumentos de costos y el impacto sobre los bolsillos habrá todavía un resto para salir a hacer turismo y en qué medida.
Este fin de semana largo empieza a convertirse entonces en termómetro de la temporada que vendrá en un par de meses. Y, frente a las miradas de reojo de días previos, empieza a dar algunas primeras señales optimistas. La demanda de alojamiento creció sobre la hora, el sol y las buenas temperaturas se adueñaron del feriado. El buen tiempo parece que tendrá continuidad y los que apostaron por estos días de descanso en la costa los pudieron arrancar en la playa y hasta con algunos aventureros entre caminatas y algo más que unos chapoteos en el mar.
Las demoras que se vivieron en algunos de los tramos del Corredor Vial Atlántico, en particular la mitad norte de la Autovía 2 y algún sector de la ruta 56, que deriva hacia los balnearios del norte de la provincia, ratifican el importante movimiento de viajeros. Desde la noche del jueves al mediodía de hoy hubo un ritmo de más de 2.300 autos por hora en sentido a la costa.
La siguiente demostración estuvo sobre la arena. Desde temprano y hasta primeras horas de la tarde, cuando un viento sur comenzó a enfriar y fastidiar la jornada, las playas se reencontraron con una escenografía plena de trajes de baño y cuerpos entibiados al sol. Por encima de los 24°C anduvo la máxima, bien primaveral, pero capaz de conformar a los que no pedían mucho más que aprovechar este descanso a cielo abierto y bien cerca de las olas.
Como había anticipado LA NACION, las reservas hoteleras se ubicaban a mitad de semana en un 60% de las plazas ofrecidas. Poquito más, poquito menos según a quién y dónde se preguntara. Corto para esta fecha emblemática, entendible para el contexto. Lo cierto es que, como también se advirtió, había buena expectativa en los arribos sin reservas que siempre van de la mano de un pronóstico meteorológico favorable. No hay lluvias en el horizonte y los resultados positivos empiezan a estar a la vista con un repunte tanto en los pedidos de habitaciones de hoteles y aparts como en propiedades que se alquilan por fin de semana.
Por dos noches la hotelería de cuatro estrellas rondaba los $350.000 para una familia tipo. Un departamento de dos ambientes en zona céntrica, para mismo grupo, se consiguió por estos días entre $200.000 y $250.000, equipado y para permanecer de viernes a domingo. En algunos casos, guiño de por medio, se les permitió ingresar en la noche del jueves.
Este incremento de la demanda y de los arribos se vive también en otros destinos fuertes de la costa atlántica, en algunos casos con establecimientos hoteleros o de cabañas que lograron llegar a esta fecha con certeza de trabajar hasta el domingo a capacidad completa.
Los precios, clave para la próxima temporada
En el sector empiezan a tener tan claro como pocas veces que en los precios que se fijen estará en gran medida la posibilidad de una temporada exitosa, que pase sin pena ni gloria o, aunque se descarta, se choque con un inesperado fracaso. Reconocen que en esta previa, luego de casi tres meses sin fines de semana largos, entre las consultas que abundaron y las confirmaciones hubo poco apuro en definir y mucho planteo de bonificaciones, descuentos o algún pedido de financiación con tarjeta de crédito.
Lo que se ve desde primeras horas de este jueves alcanza ya para dar por seguro que esta escapada, feriado de por medio, será un muy buen aporte de ingresos para todo el sector de servicios turísticos de la región. No saben de turismo masivo desde hace poco más de dos meses, cuando las vacaciones de invierno pasaron por esta franja de playas casi sin que se notaran. “Con el contexto económico complicado que teníamos no alcanzan para hacer diferencia”, explicó a LA NACIÓN un empresario hotelero que sabe muy bien lo que cuesta mantener infraestructura todo el año, con personal y encima los aumentos de tarifas que todavía no terminan de asimilar por su fuerte impacto.
Los que eligieron Mar del Plata se encontraron no solo con sol sino también con algunos balnearios que llegaron a montar primeras carpas para dar algo de reparo y atender a su clientela. También sus restaurantes y bares, donde las cartas empiezan a perfilar lo que se encontrarán los veraneantes a partir de fin de año. Ya con una inflación más moderada, se espera que no haya grandes diferencias entre lo que están pagando en este fin de semana largo y los precios de temporada.
En Cariló, por ejemplo, en un parador sobre la playa se paga $22.000 una generosa porción de rabas. En $36.500 una picada marinera para 2/3 personas y una pesca del día con guarnición se sirve por $20.000. Milanesa napolitana por $15.000, porción de papas con cheddar verdeo por $13.500 y una ensalada César por $16.000. Un café vale $2.500 y $8.500 un tostado de jamón y queso.
El abanico gastronómico de Mar del Plata es demasiado amplio, pero se pueden dar algunas referencias. En pleno centro hay pizzas de muzzarella para llevar por $5.500 y la promoción de tres por $14.900. Más habitual es encontrar, para comer en salón, entre $8.000 y $12.000. Las empanadas, por unidad, entre $1.200 y $1.500.
También en pleno centro hay menú de parrillada completa con entrada, bebida y postre por $22.500. Lo mismo que por un menú de tres pasos y bebida: plato principal puede ser pastas, merluza al roquefort, bondiola a la barbacoa o pollo al verdeo, con salsas o guarniciones según el caso.
Cervecerías, tan de moda todavía y cada vez más enfocadas en mejorar su cocina, tienen las pintas desde $2.500 a $5.000 según lugar, variedad y horario. Una porción de rabas ronda entre $14.000 y $17.000. Unos langostinos empanados salen por $15.000, papas con salsa de cuatro quesos entre $9.000 y $13.000 la porción, ravioles negros de salmón con salsa por $12.500 y $15.000 un ojo de bife acompañado con papines.
A la hora de los dulces, Mar del Plata en particular tiene sus especialidades. En las heladerías hay kilos desde $12.000 hasta poco más de $15.000 y entre $3.500 y $5.500 el pote de un cuarto. ¿Churros? Los más famosos se consiguen en $8.400 la docena. Y si de temporada se habla y señales de cuidar el bolsillo del turista se trata, hasta se abrió la primera boletería. Salieron a la venta los ticktets para el musical Mamma Mía, que se verá en el teatro Mar del Plata. Hay ubicaciones desde $12.000, el mismo valor máximo que se fijó para el verano anterior. Dicen que aquello tan exitoso que fue “Precios Amigables” llegó para quedarse.
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