Desalojarán el predio donde fue asesinada la nena de 10 años
Creció la tensión entre los ocupantes de ese irregular conventillo y los vecinos de Trujui
El desgarrador desenlace que tuvo la búsqueda de Sheila afectó a todo el barrio Trujui. El ocupado predio que fue la escena del crimen de la menor de 10 años quedó en el centro de la polémica. La familia materna de la nena llegó hasta allí y se manifestó con amigos frente a la puerta del irregular conventillo en el que vive la familia paterna, con quienes están profundamente distanciados. Los vecinos también se posicionaron en los alrededores con un reclamo dirigido a quienes habitan piezas en lo que alguna vez fue una bailanta: "Qué se vayan", fue el grito usado como estandarte.
Adentro, la tensión también se sentía tras el arresto de los tíos paternos de Sheila. "Cuando se vaya la policía van a intentar quemarnos las casas", comentaban quienes ocupan ese lugar. Al menos quienes quedaban ayer, porque los vecinos aseguraron que antenoche se retiraron varias familias con sus pertenencias.
"Se va a tirar abajo el predio para transformarlo en una plaza o en oficinas estatales para brindar servicio a los vecinos. El barrio necesita que el Estado tenga una presencia permanente. El caso de Sheila fue un quiebre", comentó una fuente cercana al intendente de San Miguel, Jaime Méndez.
El complejo habitacional está cerrado. Los agentes de la policía bonaerense bloquearon las puertas de hierro que separan el llamado campo Tupusay de las calles de tierra del barrio Trujui. La historia del predio comenzó hace 13 años, relataron los vecinos. Cuando llegó "el viejo Camacho", el hombre que construyó un club social para la comunidad paraguaya. Allí funcionaba una pileta, una cancha de fútbol, una radio de la comunidad, una iglesia, que le rendía culto a la Virgen de los Milagros Caacupé, y una bailanta.
Todo fue bien mientras el Viejo dirigió el lugar. "Desde que murió Camacho, algunos paraguayos que vivían allí empezaron a traer familiares y empezaron a construir", dijo Juan Pablo, un vecino que tiene su casa a pocos metros del complejo.
Amenazas
La muerte de la niña de 10 años conmocionó a todo el barrio. La tensión aumentó entre los vecinos que viven dentro y fuera del predio donde fue encontrado el cuerpo de Sheila. Los miedos de quienes ocupan ese lugar encuentra sustento en las frases escuchadas también entre vecinos del barrio Trujui: "Cuando se vaya la policía, vamos a entrar a quemar todo".
En tanto, una fuente vinculada con la seguridad municipal confirmó a LA NACION que anteanoche un grupo de habitantes del ocupado campo Tupusay salió cargando sus pertenencias porque sienten miedo de posibles venganzas por el asesinato de Sheila.
"Tenemos miedo. Los de afuera se quieren quedar con nuestras tierras. No queremos salir. Lo que le pasó a la nena no lo podemos creer. Estamos paralizados", relató Juan Carlos, un misionero que llegó al irregular complejo habitacional hace 10 años de la mano de su esposa.
Por otro lado, los vecinos "de afuera" relataron que a partir del crimen de Sheila "la desconfianza los acecha". Aunque resaltan que la relación con ese grupo de mayoría paraguaya siempre había sido buena. "Mis hijas iban a jugar allá porque iban a la iglesia y de ahí las llevaban al predio. A mi hijo lo venían a buscar para fútbol y siempre fue, pero con esto que pasó no se puede seguir. Queremos que se vayan", dijo Carolina, de 32 años, que vive hace 16 años en el barrio Trujui.
En la tarde de ayer el silencio envolvió la intersección de las calles Luis Salguero y Aristóbulo del Valle, frente al complejo habitacional. La brisa solo levantaba la tierra mientras la madre de Sheila, Yanina Pereyra, caminaba acompañada de familiares y vecinos con carteles que reclamaban justicia. Pedían que "saquen el predio porque es tierra de nadie". La madre de Sheila vive a cinco cuadras del complejo ocupado por su exfamilia política.
Pereyra resistió todo lo que pudo hasta que se derrumbó por el dolor. La desolación por el asesinato de su hija fue visible. Dos enfermeros se acercaron para retirarla del lugar y brindarle asistencia. Pereyra había mantenido una disputa legal con su exesposo, Juan Carlos Ayala, por la tenencia de Sheila y de sus otros dos hijos. La semana pasada se había dado la custodia de los menores al padre, a partir de la presunta participación de la madre en la venta de drogas. La Justicia quitó a ambos padres la tenencia de los menores 24 horas antes de la aparición del cuerpo de Sheila.
Como un eco por las calles del barrio Trujui se escuchó en boca de los vecinos que quieren derribar el muro y tomar el complejo. Según pudo saber LA NACION, los dueños del terreno comenzaron acciones legales por la usurpación del terreno hace algunos años. La Justicia en junio pasado ordenó el desalojo de varias personas, entre ellas, figuraba Leonela Ayala, una de las imputadas por el crimen de Sheila, su sobrina.
Sin embargo, en el campo Tupusay indican que el dueño del lugar es el Viejo Camacho, quien antes de morir les "regaló" el predio. Frente al predio, después de la batalla que se dio anteanoche entre los vecinos y la policía, el dolor se transformó en protesta con la llegada por la tarde de agrupaciones políticas de izquierda. Mientras esos grupos marchaban por la zona, la familia materna inició anoche el velatorio y en la mañana de hoy se despedirá de Sheila en el cementerio municipal de San Miguel.
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