Desafíos pendientes: la alarmante conclusión que impacta en la salud de las mujeres
En una reunión sobre equidad en la región, se señaló la baja inversión en políticas públicas y la falta de evaluaciones sostenidas para mejorarlas; “no las educamos para hacerse los controles de salud recomendados y preventivos”, advirtieron las especialistas
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CIUDAD DE PANAMÁ.- El cuidado de la salud en las mujeres tiene desafíos pendientes en la región que son comunes a todos los países, según coincidieron en los dos últimos días médicas, investigadoras, funcionarias y pacientes reunidas en un foro sobre equidad en esta ciudad. Aun cuando las pruebas recomendadas para la detección temprana o la prevención de enfermedades o los tratamientos una vez diagnosticadas están disponibles, no significa que esto se esté traduciendo en una atención con buenos resultados.
“No educamos a las mujeres para hacerse los controles de salud recomendados y preventivos”, sostuvo Paula Daza, directora ejecutiva del Centro de Políticas Públicas e Innovación en Salud (CIPS) de la Universidad del Desarrollo de Chile y exsubsecretaria de Salud de ese país.
La pediatra insistió en que ese es uno de los principales desafíos que los gobiernos tienen por delante. “Hay que empezar a formar en esos cuidados desde la escuela y para cada etapa de la vida a mujeres y varones”, señaló durante su presentación. Hay, también, que acercar la salud preventiva a los lugares de trabajo.
Los tres indicadores que citó para evaluar la inversión que destina un país a la salud de su población femenina son la mortalidad materna, el embarazo adolescente y la mortalidad por cáncer de cuello uterino (describe el grado de desigualdad en el acceso a los servicios de atención). “Los datos de los países en la región nos dicen que es necesario invertir más en prevención que en curación”, definió en uno de los paneles del encuentro Mujeres, Salud y Equidad, organizado en esta ciudad por el laboratorio Roche.
En la Argentina, oficialmente estiman que se diagnosticarían 4500 casos nuevos de cáncer de cuello uterino por año y que fallecen alrededor de 2000 mujeres, que, en promedio, tienen 46 años, de acuerdo con el Instituto Nacional del Cáncer.
Daza insistió en que la recuperación tras la fuerte caída de los controles de rutina recomendados, como el Papanicolaou (citología vaginal) o la mamografía, debe orientarse a las patologías que más están afectando a la población en cada país. Un 70% de las mujeres argentinas de entre 25 y 65 años dijo que se había hecho el Papanicolaou en la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (difundida en 2019), con una cobertura que disminuía a entre el 37% o el 60% en las provincias del norte.
“El cáncer de cuello uterino es prevenible y es un cáncer que queremos eliminar”, sostuvo Daza en línea con la meta que planteó la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2030 a los países miembros, entre los que está la Argentina.
También lo señaló Olga Martínez Montañes, del Instituto Mexicano del Seguro Social. “Estamos ante un cáncer que la humanidad podría eliminar”, dijo, a la vez que definió como uno de los obstáculos el financiamiento adecuado de una política pública para lograrlo. “Está subfinanciada la atención de la salud de la mujer –indicó–. Es muy alto el costo para la mujer, su familia y la sociedad de un cáncer no prevenido: se hace la prueba de detección, pero no hay un seguimiento. La mayoría de los países no pueden darnos datos sobre sus indicadores de desempeño en [la identificación oportuna y la atención del] cáncer. Solo informan números de casos.”
En este contexto, ¿el posible el objetivo que plantea la OMS? “El cáncer de cuello uterino se puede eliminar porque conocemos la causa, que es un virus [por el virus del papiloma humano o VPH], y hay una vacuna disponible –respondió Daza–. Segundo, si detectamos precozmente el virus en las portadoras, podemos tomar esa población y seguirla para pesquisarla oportunamente cuando hay una alteración. Y hablamos de que estaría erradicada [esta enfermedad] cuando haya menos de cuatro casos cada 10.000 mujeres y es a lo que aspiramos. Tenemos la vacuna, contamos con los exámenes y sabemos cómo hacerlo, pero es necesario tener la voluntad política para eso. Si no tenemos datos, si no medimos el desempeño, no podemos mejorar las políticas públicas.”
Evaluación
Destacó, a la vez, la importancia de evaluar el funcionamiento del sistema para contar con datos actualizados. “¿Cómo voy a poder saber si estoy o no haciendo bien el trabajo en salud pública si no tengo información de lo que está pasando en mi país”, planteó Daza en diálogo con LA NACIÓN.
En los hogares, sin diferencias entre países, el 90% de las decisiones sobre la atención de la salud de la familia recaen en las mujeres y son ellas las que definen el 80% del gasto familiar en atención. Sin embargo, no es a las que mejor les va en términos de cuidados, como lo demuestran datos a partir de los que se están empezando a modificar investigaciones o diseños de terapias. Es que, por ejemplo, en ellas puede llegar a duplicarse el riesgo de sufrir de reacciones adversas de ciertos medicamentos, como los antidepresivos o, como se está empezando a estudiar, los antibióticos. También puede diferir la metabolización de medicamentos.
“En diabetes, alcanzan menos objetivos de control que los hombres, lo que significa que están subtratadas”, apuntó Carolina Gómez Martín, secretaria del Comité de Diabetes y Embarazo de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) y docente del posgrado sobre el manejo de la enfermedad en las mujeres de esa organización. Mencionó que, en una mujer, la diabetes quintuplica el riesgo cardiovascular. “Las mujeres siempre están un poco peor”, sumó, a modo de comparación, en un panel sobre la importancia de la participación femenina en los ensayos de investigación de medicamentos y uso de tecnologías médicas.
Otro desafío es la información oportuna y para cada etapa de la vida de la mujer. Milagros Kirpach, cofundadora de No Pausa, una ONG argentina que se ocupa de contrarrestar mitos, prejuicios o el tabú que aún rodea a la menopausia y el climaterio, etapa en la que las mujeres pasan alrededor de un tercio de sus vidas. “No sabemos cuál es el impacto real de la desinformación sobre esta etapa y los síntomas”, mencionó Kirpach.
La entidad recibe más de 500 consultas mensuales y una encuesta con la que lanzaron el primer Observatorio de Datos en la región permitió empezar a saber, por ejemplo, que al 93% de las mujeres dijo sentir que los síntomas del climaterio (migrañas, cambios de humor, palpitaciones, incontinencia urinaria, entre otros) afectan su desempeño laboral a una edad productiva plena. Kirpach destacó, por eso, la importancia de que las empresas o instituciones públicas cuenten con políticas orientadas a “las necesidades de sus colaboradoras de más de 45 años”.
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