Economistas, profesionales de la salud y pacientes reflexionan sobre el sistema de salud de Argentina y las posibles estrategias para que sea sustentable. Biosimilares, políticas de precios, cambios en los mecanismos de compra y evaluación sobre tecnologías son algunos de los instrumentos que podrían implementarse para que el sistema tenga capacidad de dar respuestas durante y después de la pandemia.
La pandemia puso de relieve las limitaciones propias de los sistemas sanitarios de todo el mundo y hoy su sostenibilidad es el eje de debate entre los economistas y profesionales de la salud. A los gastos previstos y los presupuestos limitados se sumó la necesidad de reasignar recursos y atender nuevas urgencias. Además de problemáticas laterales como la pérdida de empleo y, consecuentemente, de cobertura privada de algunos sectores.
En este marco, algunos profesionales y economistas de la salud evalúan y debaten estrategias que involucran la introducción de biosimilares (definidos por la FDA como tratamientos biológicos altamente similares a los medicamentos de referencia) que en otras regiones del mundo han probado mejorar el acceso de los pacientes a terapias biológicas y han ahorrado gastos considerables sin dejar de lado la innovación en salud.
La interrupción del tratamiento: una grave consecuencia de la falta de acceso
Son numerosos los estudios que muestran el gran impacto de los medicamentos biológicos en la vida de los pacientes. "Los medicamentos biológicos y biotecnológicos, dada su mayor especificidad de acción, se están conformando en el pilar del tratamiento de muchas enfermedades crónicas. La contracara es el impacto que generan sobre los presupuestos sanitarios debido a su elevado precio y la accesibilidad limitada a muchas de estas terapias, especialmente en países de medianos y bajos ingresos" describe un reciente estudio realizado por CETSA - Isalud .
En un sentido similar, profesionales del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP) realizaron un estudio sobre la experiencia de pacientes con artritis reumatoidea (AR) y espondiloartritis axial (SPA): "En 2007, hicimos un estudio con nuestros pacientes con AR y SPA y observamos cuántos de nuestros pacientes tenían indicación de medicaciones biológicas de acuerdo a nuestras guías de práctica clínica. Un 44% de esos pacientes tenían indicación de esas terapéuticas y solo un 11% lo estaban recibiendo. Había una brecha entre aquellos que tenían indicación y aquellos que efectivamente lo estaban recibiendo y eso era por falta de acceso. Lo repetimos en 2013 y el 44% tenía indicación de tratamiento biológico y solo un 25% lo estaban recibiendo. Si bien la brecha era menor, seguía siendo importante" , describió el doctor Gustavo Citera (MN 67607), jefe de la sección de reumatología del IREP y ex presidente de la Sociedad Argentina de Reumatología.
"En 2018 hicimos un estudio con 300 pacientes que estuviesen bajo tratamiento y que sí habían tenido acceso al tratamiento biológico. Analizamos los patrones, la supervivencia del tratamiento y adherencia a ese tratamiento. En general, los principales factores por los que se abandona un tratamiento biológico son la aparición de eventos adversos o la falta de efectividad de la medicación. Lo que nosotros observamos a través de este estudio es que la principal causa de interrupción del tratamiento era la falta de provisión por parte del financiador. La provisión no era continua. Muchos pacientes accedieron y en un determinado momento el proveedor dejó de darle el tratamiento por una cuestión de costos. La interrupción del tratamiento es equivalente a no tratarla. En el caso de los pacientes con AR –una patología que afecta al 1% de la población argentina- si no se tratan o se tratan inadecuadamente, la resultante final es la discapacidad y la muerte prematura" advirtió Citera.
Es esta misma línea, la asociación de pacientes Donde Quiero Estar -cuyo principal objetivo es la orientación y contención de los pacientes con cáncer en el complejo sistema sanitario argentino- recibió en lo que va de 2020 un total de 289 consultas de pacientes oncológicos con problemas de acceso a sus respectivos tratamientos.
Es ahí donde los biosimilares aparecen como una respuesta interesante, ya que estos medicamentos -desarrollados a partir de un biológico de referencia cuya patente ha expirado- permiten mantener los mismos atributos en términos de eficacia, calidad y seguridad, contribuyendo a la vez a que los pacientes puedan acceder a estos tratamientos a un costo mucho menor para el sistema de salud.
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