Dermatología: qué son los acrocordones, esas pequeñas protuberancias que muchas veces se confunden con verrugas
Se presentan a medida que se va envejeciendo; si bien son benignos, hay al menos tres métodos para eliminarlos
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NUEVA YORK.- A medida que se envejece, en algunas personas aparecen cada vez más verrugas en lugares extraños del cuerpo. ¿Qué son exactamente? ¿Y hay algo que se pueda (y deba) hacer para deshacerse de ellas? Se trata de los acrocordones, que muchos confunden con las verrugas, y pueden aparecer en lugares inusuales: en el cuello, debajo de los brazos o incluso alrededor de la ingle. Y para muchos llegan a ser bastante molestos, sobre todo si se atoran en las joyas o la ropa, o si en ocasiones sangran.
Las investigaciones sugieren que más de la mitad de los adultos desarrollarán al menos un acrocordón a lo largo de su vida.
La buena noticia, según Angela Lamb, dermatóloga del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, es que son inofensivos. “Son completamente benignos”, afirma. “No tienen ningún potencial maligno”.
Pero debido a que pueden estar asociados con otras enfermedades, es importante entender cómo identificarlos y cuándo hablar con un profesional de la salud.
¿Qué son y por qué aparecen?
Son crecimientos blandos que sobresalen de la superficie de la piel. Su aspecto puede variar, pero suelen tener el tamaño de una piedrita o un grano de arroz y pueden ser de color carne o más oscuros.
Como a veces los acrocordones pueden parecerse a las lesiones asociadas a los cánceres de piel, suele ser aconsejable acudir al médico si no se está seguro de qué tipo de crecimiento se tiene. “Es bueno que te revisen cualquier cosa que te preocupe, cualquier nuevo crecimiento que sobresalga de la piel”, recomendó Lamb.
En cuanto a la causa de los acrocordones, nadie lo sabe con certeza, dijo. Es más probable que aparezcan a medida que se envejece y tienden a aparecer en partes de la piel que se rozan entre sí.
Son más frecuentes en las mujeres embarazadas, por lo que las hormonas podrían influir, añadió. También tienden a ser genéticas, de modo que “si tus padres tenían acrocordones, es probable que también los tengas”.
Algunas investigaciones sugieren que la presencia de acrocordones está asociada a la resistencia a la insulina, precursora de la diabetes de tipo 2.
“Si te salen muchos”, dice la doctora Whitney Bowe, dermatóloga del condado de Westchester, Nueva York, “tal vez debas consultarlo con tu médico”, quien podría recomendarte un análisis de sangre.
Tratamiento
Lamb afirma que no es necesario eliminar los acrocordones porque no son dañinos. Sin embargo, a algunas personas les gusta quitarlos porque les parecen poco atractivos o molestos.
La forma más segura de eliminar un acrocordón es con la ayuda de un dermatólogo, dijo Bowe. Uno de los métodos consiste en adormecer la zona circundante con una inyección de lidocaína y, a continuación, cortar el papiloma con unas tijeras curvas y afiladas. Después se trata la herida con una sustancia química que detiene la hemorragia y ayuda a prevenir la infección.
Otro método común de eliminación en consulta es la electrodesecación, explicó Bowe, que consiste en anestesiar la zona con lidocaína y luego utilizar un instrumento especial para dirigir una corriente eléctrica al acrocordón, con lo que se destruye el tejido.
En una tercera opción, conocida como crioterapia, un médico sumerge un instrumento similar a una pinza en nitrógeno líquido y pellizca la base del acrocordón, lo cual en esencia lo destruye y hace que se caiga en unos pocos días, explicó Bowe. La congelación en sí no duele, dijo, pero a veces se siente algo de dolor cuando el tejido se descongela después.
Tras la extirpación, lo mejor es cubrir la herida con una fina capa de vaselina y una tira adhesiva. La piel suele curarse en una semana, dice Lamb.
Hay varios remedios caseros populares para eliminar los acrocordones, pero los dermatólogos no los recomiendan. Uno de ellos consiste en cortar el suministro de sangre del acrocordón al atar un hilo o hilo dental alrededor de la base, lo que provoca su muerte y caída.
“El problema es que existe un alto riesgo de infección”, explica Bowe, ya que los gérmenes suelen infiltrarse en la herida una vez que el acrocordón se desprende.
Otro método casero popular, aunque poco recomendable, consiste en aplicar un ácido, como vinagre de sidra de manzana o ácido salicílico, sobre el acrocordón. “Literalmente, se quema”, explica Bowe. Pero “también se tiende a quemar la piel circundante”, lo cual ocasiona daños que en ocasiones provocan un oscurecimiento de la piel, que pueden persistir durante meses.
Lamb añadió que las personas también presentan fuertes reacciones al ácido, incluidas reacciones alérgicas, que podrían causar cicatrices o una infección.
Aunque muchas personas prefieren eliminar sus acrocordones, a veces es como jugar a la ruleta, dijo Bowe.
Por Melinda Wenner Moyer
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