Dengue: la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA arrancó con la producción de 5000 unidades de repelente
Las entregará sin costo a partir de la semana que viene, después de una charla informativa abierta a la comunidad junto con la Facultad de Ciencias Médicas
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Aun con los problemas para conseguir el ingrediente principal y su alto costo –parece multiplicarse al ritmo con el que sube la temperatura camino al verano–, en uno de los laboratorios de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) empezaron a preparar repelente para mosquitos. Con una formulación magistral, antes del mediodía del martes ya se estaban envasando las primeras 800 de las más de 5000 unidades con las que inicialmente prevén colaborar durante una nueva temporada de dengue.
Los entregarán en la facultad y a la comunidad a partir de la semana que viene, al término de una charla informativa sobre prevención, si hay que vacunarse o no, los síntomas a tener en cuenta en el caso de contraer la infección y a qué señales de alerta estar atentos para reducir el riesgo de desarrollar la forma grave de la enfermedad. Será junto con un equipo de la Facultad de Ciencias Médicas de la universidad. Por el momento, está prevista la primera charla: será el 10 de este mes en la Plaza Houssay (avenida Córdoba al 2100). El horario se informará por las redes sociales de la facultad.
“En este contexto, donde la universidad está tan cuestionada, es importante para nosotros brindarle a la sociedad respuestas en un tema tan relevante para la salud pública como es el dengue y cómo puede presentarse el próximo verano”, señala Pablo Evelson, decano de la FFyB. “En definitiva, es concientizar y dar herramientas para que la próxima epidemia, si ocurriera, no sea tan grave como la de 2023-2024″, detalla en diálogo con LA NACIÓN.
Anteayer, pasadas las 10, en el sexto piso de la facultad seis mujeres se dividían los pasos que demanda obtener la loción con aplicación en spray. En bidones y otros envases, sobre la mesa de trabajo estaban los ingredientes: DEET –el principio activo–, alcohol y glicerina, que ayuda a mantener el producto sobre la piel y suavizarla. “Si no, se evaporaría por el alcohol”, explican mientras miden proporciones y comienzan a combinar los productos con ayuda de dos agitadores, uno por vez.
La receta no guarda demasiado secreto, pero sí la preparación si se quiere que el repelente sirva para alejar mosquitos. Como se lee en la etiqueta de los envases de 60 mililitros que esperan en la mesada el producto final, el líquido que preparan tiene 7% de DEET para que lo pueda utilizar la mayor cantidad de personas. A ese porcentaje, hay que reaplicarlo cada dos o tres horas, según explican.
Hay repelentes con hasta un 30% de principio activo. Esa proporción, determina el tiempo que dura el producto hasta tener que volver a colocarlo, según explica Silvia Lucangioli, doctora en Farmacia y Bioquímica y profesora titular de Tecnología Farmacéutica I. Esa cátedra está a cargo de elaborar los repelentes que la facultad distribuirá sin costo dentro del programa UBA en Acción.
Con ella trabajaban Oriana Boscolo, Sabrina Flor y Cecilia Dobrecky, las tres también doctoras en Farmacia y Bioquímica como la titular de la cátedra, junto con Camila Olivera, famacéutica y estudiante de doctorado en el Conicet. Jésica Ordoñez, empleada no docente de la facultad se ocupa de conseguir los elementos que necesitan y, también, de pegar los rótulos en los envases con las indicaciones, la composición, las precauciones y los logos que indican que el producto lo elaboró la FFyB con la marca “Hecho en UBA”.
Cuatro tandas
La preparación para rellenar las primeras de las 5000 unidades previstas la organizaron en cuatro tandas. En el primer agitador, combinan las medidas de glicerina y DEET para que “se mezclen bien”, va contando Boscolo, que con Dobrecky comparten la cátedra de Tecnología Farmacéutica I. El alcohol al 70% “permite que [el preparado] se solubilice bien con la agitación”. Una vez bien disueltos los tres ingredientes en cada tanda, los van colocando en un bidón que dice “Repelente” y empiezan a llenar los aplicadores. En la epidemia de dengue 2023-2024, en el mismo laboratorio elaboraron repelente de citronella cuando se desató el faltante de productos comerciales en las góndolas por falta de previsión de los fabricantes, como dio cuenta LA NACIÓN en ese momento.
Como entonces, la Anmat dispuso la semana pasada que no intervendrá por 180 días en la importación de repelentes autorizados (la lista se puede consultar acá) para agilizar la entrada al país de esos productos para “prever el normal abastecimiento de repelentes”.
El principal inconveniente en este momento es acceder al DEET, que es importado. En la FFyB, los 20 litros con los que empezaron a trabajar hoy fue un pedido hecho en agosto a una de las droguerías que lo comercializan localmente. La demanda es tan alta que el pago se exige contado y el primero que llega con el dinero, se lleva el producto disponible. Y el costo se multiplica sin parar: en agosto, un bidón de 5 litros de DEET costaba $100.000, mientras que este mes ya está en casi $250.000. Es decir que los 20 litros para elaborar entre 800 y 850 aplicadores de 60 ml cada uno llegó al millón de pesos.
Con colaboración del sector privado para sumar insumos y agitadores, afirman al preguntarles que podrían ampliar la producción de 5000 unidades previstas.
Una de las farmacéuticas afirma que el costo final del repelente que está envasando “no llega ni lejos a lo que es el valor del producto comercial” que, cuando se encuentra, ya se está vendiendo en góndolas a entre $6500 y $9000 en algunos supermercados.
A la vez, con estos inconvenientes, Lucangioli y Dobrecky coinciden en alertar sobre el problema del “negocio informal paralelo” de repelentes. “Es importante que un profesional supervise la preparación porque se trata de un producto que debe garantizar una protección”, insiste Lucangioli. Para Dobrecky, si el producto no es de calidad, no hay seguridad de que no cause, por ejemplo, dermatitis por contacto (sarpullido con picazón), entre otros efectos no deseados. “Cuando una preparación es casera, informal, no se puede garantizar que sea uniforme ni se conoce su estabilidad”, agrega.
Para todas, producir repelente es una forma de contribuir frente a un escenario de escasez que se repita. “Es una manera de devolver lo que aprendimos en la universidad y utilizar ese conocimiento en elaborar aquellos que la comunidad necesita”, agrega Flor, de la cátedra de Química Analítica de la FFyB. “Ayudamos desde donde podemos”, suma Boscolo.
Es que todas las líneas de investigación en las que trabajan en la cátedra tienen una aplicación en la salud y llegan a los pacientes, como los minicomprimidos de fármacos discontinuados que facilitan el tratamiento de chicos con enfermedades graves o la determinación de la coenzima Q10 para suplementar su deficiencia, lo que va debilitando el cerebro, los músculos y otros órganos a medida que avanza. Para la elaboración de repelente, está abierta la convocatoria a estudiantes para sumar manos.
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